Entrevista al escultor
Javier Sanz

por  Fuerteventura TV

—Háblame un poco de tu nueva obra ¿Por qué un monolito?

—A mí me ha gustado mucho la película 2001 y esa fascinación por los monolitos siempre la he tenido muy presente. Son elegantes, solemnes, potentes y su significado esta tan abierto, puede ser tan amplio.

Me gustan los monolitos porque te conectan con el misterio, incitan a la reflexión, a la trascendencia.

—¿Qué es lo que te ha motivado a elegir Fuerteventura y no otros lugares para colocarlo?

—La estética minimalista de su paisaje que casa a la perfección con la estética minimalista de mi monolito. Dos estéticas que se potencian y se complementan mutuamente en una misteriosa simbiosis.

Lo que yo busco es una fusión entre la escultura y el paisaje, que constituya una unidad.

El arte como sabía muy bien César Manrique puede potenciar mucho un determinado lugar, sobre todo cuando tiene tanto potencial como este.

—¿La ubicación de la escultura es muy importante?

—Sin lugar a duda. Este monolito pide una ubicación espectacular, majestuosa, porque no podría dialogar con el misterio desde una rotonda. Las esculturas en las rotondas se convierten en bisutería.

—¿Crees que faltan obras de arte ambiciosas como esta en Fuerteventura?

—Sí, porque yo creo que teniendo enfrente a Lanzarote que está llena de obras maestras de César Manrique, Fuerteventura está como un poco acomplejada, parece como su hermana pobre. Creo que esta isla tiene demanda de este tipo de arte para que no haya tanto desequilibrio artístico con respecto a su isla vecina.Fuerteventura se merece un homenaje.

—Me encanta la explicación que acabas de dar; yo también creo que somos la hermana pobre de Lanzarote. ¿Cuál es la primera palabra que se te viene a la cabeza cuando te nombran Fuerteventura?

—Libertad. Fuerteventura es otro de los nombres de mi libertad.

—¿Por qué te gusta tanto Fuerteventura?

—Me gusta Fuerteventura porque en ella predominan cuatro elementos que me fascinan: el mar, el viento, el espacio y la luz; estos cuatro ingredientes unidos en una isla tan abarcable me producen una embriagadora sensación de libertad.

Me siento tan bien aquí que no siento la necesidad de salir; es como si esta isla me tuviese secuestrado y padezco el síndrome de Estocolmo «qué bueno es mi secuestrador»; pero es que realmente, en este caso es bueno.

Creo que es algo que le ha pasado a mucha gente.

—Nunca has sentido claustrofobia al vivir en una isla.

—La verdad es que no, porque no siento el mar como un límite sino como una liberación.

En Fuerteventura siento una paradoja muy curiosa: cómo una isla tan limitada me provoca tanta ausencia de límites.

—¿Cuándo fue la primera vez que pisaste esta tierra?

—En el 2000 estaba en Lanzarote y cruce con el coche en ferry a Fuerteventura, pero solo estuve un día y apenas me dio tiempo a apreciarla. Fue realmente en el 2020 cuando fui a Gran Canaria, pero enseguida sentí un rechazo, demasiado turismo, demasiada aglomeración en el sur de la isla me recordaba a Benidorm a Torremolinos así que decidí irme a Fuerteventura que prometía más, pero nunca me imaginé que prometiese tanto.

—¿Al llegar aquí cómo te sentiste?

—Fascinado.

—Qué bueno…

—Sentí que este era mi lugar en el mundo, mi sitio.

A veces pienso que es como si esta isla me hubiese estado esperando.

—¿Te ves viviendo aquí?

—No sé si viviendo, pero siempre volviendo.

—César Manrique fue un visionario para Lanzarote. ¿Tú crees que podrías ser un visionario para Fuerteventura?

—Aunque suene pretencioso por mi parte decirlo, yo creo que sí.

Quiero conseguir para Fuerteventura lo que César Manrique consiguió para Lanzarote, crear un arte que dialogue con la isla.

Maqueta del monolito en Fuerteventura

—¿Se te ocurre algún lema turístico para esta isla?

—Fuerteventura: Nada te distraerá de lo esencial.

—¿Quién es Javier Sanz? ¿Cómo te definirías a ti mismo?

—Como un hombre que se hace preguntas y no encuentra respuestas. Como un hombre que incesantemente interroga al misterio.

Acertó el poeta Antonin Artaud cuando afirmó: «Vivir no es otra cosa que arder en preguntas».

—¿Crees que tus obras son tu respuesta a la frustración que te crean tus preguntas?

—No; mis obras no son nunca respuestas, son preguntas sin respuesta.

Hago mías las palabras de Giacometti : «Una escultura no debe ser un objeto sino una interrogación».

—¿Te interesan más las preguntas que las respuestas?

—Mucho más, son más poéticas sobre todo cuando no encontramos las respuestas. Es como en la magia siempre te estás preguntando: ¿Cómo lo harán? Si descubres el truco acaba la magia. Si descubres la respuesta termina la poesía. Ya lo dijo Borges: «La resolución de un misterio es inferior al misterio».

Las preguntas son aspiraciones, que dejan margen a las ensoñaciones; acaso no era más poética la luna cuando no la habíamos alcanzado.

Si en algo somos sagrados es por nuestras preguntas no por nuestras respuestas.

Como dijo Carl Sagan: «Somos el medio por el cual el universo se interroga a sí mismo». Somos polvo de estrellas contemplando estrellas.

—Sabes lo que me alegra más de todo esto, escucharte y entenderte…

—Pues me reconforta oírlo porque cuando alguien se dedica al arte tiene una demanda muy fuerte de ser entendido… pero… ¿Quién no la tiene?

—¿Qué pretendes con esta obra?

—Irradiar misterio y que sirva de acicate para que el espectador se interrogue sobre el mismo.

—Tu finalidad es ambiciosa.

—Te voy a responder a la gallega ¿Por qué no?

—¿Qué es lo que jamás quieres que sientan por tu arte?

—Indiferencia… que lo amen o que lo odien, pero la indiferencia es el olvido.

—¿Qué es lo que hace para ti interesante a una escultura?

—Que potencie el misterio de un lugar, que lo vuelva en la medida de lo posible más enigmático si cabe.

—Si quieres aportarnos alguna cosa más, algo que tú creas importante decir…

—Quiero devolverle a esta tierra lo que me ha dado.

 


 

Javier Sanz Gómez (La Coruña, 1968). Licenciado en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Escritor, escultor y fotógrafo. En agosto de 2009, publica el libro de aforismos Jugando al ajedrez sobre una piel de cebra. Entre 2004 y 2008, publica dos libros de poesía y uno de ensayo: Las islas navegan y Rojo Afilado, y El viento no tiene guion. Ha impartido numerosas conferencias en centros culturales, librerías e instituciones privadas sobre su obra así como sobre el género del aforismo. Actualmente colabora con la prestigiosa revista de Filosofía hoy. Recientemente ha publicado, en coautoría con Román Montesinos, el libro de fotografía Multipliquemos el mundo (Publicaciones Arenas, 2022).

📩 Contactar con el autor: javiersanzgomez8 [at] gmail[dot]com

👀Otras publicaciones de Javier Sanz (en Almiar): Del mono a Oppenheimer  Muestra de fotografíasAlmirante de un iceberg

🖼️ Ilustraciones: (Portada) Imagen de pantalla del vídeo Monolito Fuerteventura, realizado por Giulio María Capellano, en YouTube · (En el texto) Imagen remitida por Javier Sanz (Derechos reservados).

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