
Panegírico
Cumplir los treinta y cinco años no era una opción. La herencia genética no estaba de su parte y el sistema nervioso que le sostenía era como un colchón de agua… (relato por Luis Amézaga).
Cumplir los treinta y cinco años no era una opción. La herencia genética no estaba de su parte y el sistema nervioso que le sostenía era como un colchón de agua… (relato por Luis Amézaga).
En la sala de embarque miraba detenidamente el comportamiento normal de los otros pasajeros, me hice las mismas preguntas que me hago siempre, ¿cuántos de los que están aquí sentirán pánico de volar en un avión?, ¿seré yo el único?, ¿sabré realmente disimularlo?, ¿alguno, o más de alguno, o todos, ya habrán notado mi miedo? (Relato por Guillermo Vargas Virgilio).
La veía, con sus dedos afilados colocarse las gruesas gafas de pasta, tomar el minúsculo pincel con apenas un par de pelos para crearles ojos a los garbanzos, que uno tras otro observaban asombrados un mundo al que veían por primera vez. (Relato por Paula Aldana Vite).
Recuerdo al bajar del avión, el golpe denso de la calima en la cara, aquel clima abrupto me fulminó a fogonazos… el desierto oscureciendo, los cielos sangrando y el malecón atiborrado de ojos, observándome… (relato por Kim Bertran Canut).
[…] ¿Y esa mujer? ¿Quién es? —La que ha dado nombre a este lugar. Ella ha procurado sentido a todo esto. Acérquese, la noto distraída, es posible que hable con usted… (relato por Óscar Bazán Rodríguez).
[…] ¿Sabe qué, signore Picasso?, yo también soy artista, bueno, no alguien como usted, desde luego, ni como Matisse o Kandinsky. No, yo nunca llegaré a figurar entre los genios de la pintura… (relato por Carlos Montuenga).
[…] Cristales de rocas para las sanguijuelas; vuelos dobles para los pichones rechazados. Nadie proponía eliminar los trazos borroneados sobre el suelo. Dar muerte a los mosquitos redundaba en aumento de la virtud. A veces, el alba semejaba una biblioteca ambulante con libros de bolsillo… (Quince textos breves y un ensamblaje por Wilfredo Carrizales).
[…] Veo tu luminosidad asalmonada tras los cristales, tu cuerpo entre cirios llorones y flores blancas, y me parece estar viendo un colibrí que quiere colarse en mi bragueta para castigarme por tantas noches colgado de la lámpara… (relato por Agustín García Aguado).
ⓘ Esta web NO UTILIZA cookies de terceros ni recopila información personal alguna. Para informarse de nuestra política de privacidad pulse aquí
Comentarios recientes