(Cono Sur: Perú, Chile y Argentina)
artículo por
Silvana Freire Levín
L
a teoría más popular afirma que el movimiento sociocultural y ordenamiento de carácter ideológico denominado Punk nace a principios de la década de los setenta, paralelamente en las ciudades de Londres y New York. Sin embargo, casi diez años antes, en el año 1964, en Lima, Perú, un grupo de cuatro jóvenes elabora una estética que socaba, modela y calza, mayoritariamente, con las descripciones de dicha música rupturista. Los llamados Saicos [1] son considerados por los musicólogos hispanoamericanos como «el secreto mejor guardado de los sesenta». Con un nuevo estilo musical demoledor, provocativo, salvaje, animado por gritos guturales y alaridos casi animales. Sus temáticas nos hablaron de pandillas emergentes en el barrio, vida de presidiarios, asesinatos, años de hambre y dictadura y de destruir lo establecido para renovar una sociedad entera en base a su vandalismo sonoro.
Por otro lado, desde la década de los sesenta en adelante, el academicismo poético comienza a disgregarse lentamente para dar paso a la desarticulación de la estética de la producción. «(…) una preocupación sociológica, histórica y antropológica que atraviesa el discurso poético en busca de nuevos mecanismos de representación de lo real» (Galindo O. 2009, p.68). Queda atrás el poema minuciosamente metrado y la rima consonante, lo que en síntesis representaba la mediación con las formas clásicas, adoptadas por la burguesía naciente y la estética de las anteriores generaciones, reemplazada por la «búsqueda de una poesía libre, abierta y plural en que ingresaba todo tipo de recursos (…)» (p.69); de ahora en adelante reinará el verso libre y la desestructura poética como fundamento de lo artístico, para otorgar al poeta una mayor movilidad creativa.
La primera vanguardia que (y usando el concepto de Jacques Derrida) deconstruye las ideas clásicas establecidas, nace a principios del veinte con Vicente Huidobro en Chile, Jorge Luis Borges en Argentina y César Vallejo en Perú, como principales exponentes del Cono Sur. Para posteriormente, y en palabras de Peter Bürger, consolidar la fase posvanguardista en Latinoamérica con nuevos movimientos como Diagonal Cero y Tucumán Arde en Argentina y Hora Zero en Perú.
«En Chile la renovación y revisión de la vanguardia se inicia con la publicación en el año 54 de Poemas y antipoemas de Nicanor Parra; el 63 se publica otro libro fundamental: La pieza oscura de Enrique Lihn; también en esta década aparecen los primeros libros de Oscar Hahn y Gonzalo Millán (…)» (p.68).
Y así, múltiples organismos de la llamada neovanguardia [2] poética.
Ahora bien, con este trabajo busco sacar a flote algunas líneas temáticas, idearios, estéticas y sentido nominal entre estas dos corrientes mencionadas, pues mi intuición inicial es que el gesto de ruptura es una constante en las diversas expresiones artísticas, porque todas ellas esencialmente perciben un mismo ideal «romper con el orden establecido». Para ello, concentraremos nuestras energías en leer dos fenómenos culturales a nuestro entender, importantes en el quehacer peruano, nos referimos a la banda punk Saicos y el movimiento poético denominado Kloaka.
No obstante, para enfocarnos de lleno en el estudio de dicho movimiento y su búsqueda poética neovanguardista, es importante referirnos previamente al antecedente sembrado por el colectivo rupturista Hora Zero (1970-1973) también originario de Lima, Perú; ya que al preceder a Kloaka cronológicamente, proyectó y pavimentó el camino de su aparición artística describiendo los rasgos principales de una poesía para los nuevos tiempos. Así, es que ambos presentan aspiraciones de lucha y motivaciones ideológicas, culturales y socio-políticas muy similares.
En el manifiesto del primer número de su revista, Hora Zero: Materiales para una nueva época, cita: «Queremos cambios profundos, conscientes de que lo que viene es irreversible porque el curso de la historia es incontenible y América Latina y los países del tercer mundo se encaminan hacia su total liberación» (Pimentel J., Ramírez J. 1971).
La reclamación social a la que claramente apela Hora Zero y su descendencia, es totalmente justificada por el contexto de la época. Debemos reconocer en Lima una metrópolis en constante expansión, donde conviven, simultáneamente, mundos alternos, altos niveles de desigualdad entre ricos y pobres, un racismo latente, desprecio y sesgo por las clases populares, ahora llamadas emergentes, que en su marginalidad consolidan la cultura Andesground [3], el mundo andino del quechua autóctono, ancestral, oculto por generaciones tras la sombra del gigante capitalista.
Era momento de cambiar el curso de la historia. Así lo entendieron los jóvenes artistas de la década siguiente influidos por los lineamientos ya mencionados, cuando explotó la olla a presión alimentada tanto tiempo. «(…) emergen los tópicos vanguardistas acerca de la relación arte/vida, los horazerianos [4] sostienen que los contenidos revolucionarios —expresiones de la época que se vive— deben materializarse en formas también revolucionarias» (Cobas A. 2012. Hora Zero, una vanguardia latinoamericana en los setenta).
Palabras reflejadas posteriormente en el accionar de Roger Santiváñez (1982). «El sistema está podrido» afirma este dirigiéndose a Mariela Dreyfus [5] en el restaurant Wony, de Santa Rosa de Lima. El arte no se pude desligar de lo social, de lo político, de la vida; el artista vive de la misma forma que su obra, todo está vinculado porque lo uno no existe sin lo otro. El arte debe ser la realidad, no una imitación de ella. El arte es realidad en sí.
Cuando existen reclamaciones personales en torno a tópicos meritorios, que no sólo nos involucran como individuo sino como un todo, el colectivo ultrajado, el impulso debe ser llevado a la práctica estética. Este será el puntapié inicial de grandes cambios estructurales con el arte como herramienta fundamental para modelar la sociedad.
«Sentimos la necesidad de manifestarnos como artistas contra una sociedad con la que no estamos de acuerdo. Pensamos —siguiendo a Rimbaud— que la verdadera vida está en otra parte. Es decir, no en el ambiente convencional que nos rodea, sino oculta, bajo tierra, underground. En los subterráneos —en las cloacas—, allí es donde fluye la auténtica dimensión de la humanidad (…)» (Testimonio de Roger Santiváñez, En línea).
Surge entre estos ideales, el Movimiento Poético Revolucionario Nacional Kloaka en 1982, para remecer los moldes y alzar la voz por los desdichados desde su poesía emergente. Kloaka representa las inquietudes y el descontento del individuo y del pueblo a la vez, busca renovar el lenguaje, primeramente con el rescate del fonema quechua ‘kj’ relegado del léxico peruano, empleando, además, la clara metáfora de la urbe como secreción del fondo de las alcantarillas, la ciudad entera como una cloaca donde todo se descompone lentamente, incluso la esencia humana.
El ser comienza a transfigurarse en lo que lo rodea, a retraerse en sí mismo sofocado por la inmensidad desbordante y deja de ser humano, para convertirse también de cierta forma en una cloaca, en una madrecloaca, como escribiría Ernesto Sábato en Sobre Héroes y Tumbas; un hijocloaca, poetacloaca, obrerocloaca. «Ahí estaba ahora aquel pequeño desamparado, uno de los tantos en aquella ciudad de desamparados. Porque Buenos Aires era una ciudad en que pululaban, como por otra parte sucedía en todas las gigantescas y espantosas babilonias» (Sábato E. 1961, p.27).
Ya no era sólo Lima, sino que también Buenos Aires, Santiago y toda capital que se nos ocurriese. Se desborda irremediablemente La grasa de las capitales [6].
Ideario que se desprende también de la corriente Punk, que como movimiento estético-filosófico, reconoce la decadencia de su época, saturada de convencionalismo y estereotipos vacíos. En ambos casos, un fenómeno de disputa entre ideologías opuestas, es el anarquismo contra el modelo neoliberal imperante, una lucha dispar. «(…) sólo la violencia puede transformar este mundo asesino: todo aquel que vive lo sabe. Todavía no nos está permitido, decíamos, no matar». (Kloaka. 1983, p. 168).
Ambos, movimientos transgresores, insolentes; que consideran la violencia (no sólo referida al acto físico, sino más bien desde lo grotesco) como medio de acción válido y justificado, una forma más de expresar el descontento. La poesía vanguardista y la música punk en sus propios preceptos ideológicos y estéticos, son reenfocadas a la manifestación de crítica social, campañas de protesta rupturista y posición política comprometida, sin ambigüedades.
Kloaka, Saicos y tantos otros. La llamada contracultura que se opone, rechaza los dogmas y la sociedad de masas «Reflexionando y actuando en una dirección contraria a la corriente de la opinión popular es decisivo para el progreso y el desarrollo humano, y una contundente manifestación del Punk». (Graffin G. 2002. A Punk Manifiesto).
Comparten además la ya mencionada visión del underground, del inframundo como hábitat natural del ser humano, ya que las cloacas también forman parte de la ciudad, existen y deben ser expuestas ante los ojos de quienes se niegan a reconocerlas en su vida. Es así, que el arte surge de las antípodas, las tocatas punk comienzan a hacerse bajo suelo, nace el sonido desde las alcantarillas; acompañadas de declamaciones poéticas cada vez más excéntricas.
Queda entonces comprobado que la relación es estrecha entre ambos fenómenos socioculturales, música y poesía ligados una vez más. Y seguirá siendo así en variadas ocasiones, porque toda expresión esencialmente artística está vinculada a otra en lo medular, comparten el ideario de ruptura, la búsqueda y el desequilibrio, propio de su naturaleza. Se articula así, con importantes similitudes a lo largo del Cono Sur Latinoamericano, los movimientos vanguardistas sucedidos uno tras otro, casi de forma simultánea, pero aun así independientes.
Mientras que casi cuatro décadas más tarde, las ciudades siguen creciendo en todo el orbe, expandiéndose hasta puntos descomunales en que es muy fácil perderse (a los demás y a uno mismo), entonces, no lo podemos negar, la cloaca está vigente. Si pudiéramos detener el tiempo sólo un momento, poner todos los semáforos en rojo y mute a todas las bocas, notaríamos la presencia de los susurros leves, casi inaudibles, provenientes de las alcantarillas.
Referencias bibliográficas
· Bürger, P. (1987) Teoría de la vanguardia. Barcelona. Península.
· Cobas A. (2012) Hora Zero, una vanguardia latinoamericana en los setenta.
· Galindo O. (2009) Neovanguardias en la poesía del cono sur: los 70 y sus alrededores. Universidad Austral de Chile, Instituto de Lingüística y Literatura, Valdivia, Chile.
· Graffin G. (2002) A Punk Manifiesto. Disponible en: http://www.allidoispunk.com/about/
greg-graffin-a-punk-manifesto/ [Consultado junio 2017].
· Kloaka. (1983) Para acabar con el juicio de Dios (Manifiesto). Lima, Perú.
· Pimentel J., Ramírez J. (1971) Palabras Urgentes (Manifiesto). Lima, Perú.
· Sábato E. (1961) Sobre héroes y tumbas. Buenos Aires, Argentina. Compañía General Fabril Editora.
· Serrano I. (2010) Perú, cuna del Punk. Periódico ABC cultural, p.39.
· Tejada P. (2014) Marcando Hora Zero. Disponible en: https://lasdesmesuras.wordpress.com/tag/palabras-urgentes/ [Consultado junio 2017].
· (2016) Testimonio de Robert Santiváñez. Disponible en: https://laberintosuburbanos.wordpress.com/2016/06/26/breve-historia-de-los-origenes-del-movimiento-kloaka/
[Consultado junio 2017].
· (2010) Perú: Del Movimiento Kloaka a la nueva poesía. Revista SIBILA. Disponible en: http://sibila.com.br/novos-e-criticos/peru-del-movimiento-kloaka-a-la-nueva-poesia/3840
[Consultado junio 2017].
NOTAS:
[1] Derivación fonética de la palabra inglesa para psicópata.
[2] Término utilizado para referirse a la posvanguardia específicamente en Latinoamérica.
[3] Adaptación propia del inglés underground, subterráneo.
[4] Término referido a los artistas pertenecientes al movimiento artístico Hora Zero (1970-1973) O bien, simpatizantes de sus ideales.
[5] Ambos, fundadores del movimiento Kloaka, al que posteriormente se sumarán como cofundadores poetas como Dalmacia Ruiz Rosas (1957) y Domingo de Ramos (1960).
[6] Referencia al disco del mismo nombre (1979) del grupo de rock argentino Serú Girán.
Silvana Freire Levín. Es estudiante de Letras Hispánicas en la Pontificia Universidad Católica de Chile; escribe desde muy pequeña. Ha participado en talleres y concursos literarios a nivel regional y nacional, obteniendo algunos premios y, además, una publicación bajo el amparo del concurso regional de poesía de DD.HH.
📩 Contactar con la autora: miraelcielonolatele[ at ]gmail.com
ⓘ Leer otros artículos de esta autora (en Almiar): El Cantar de Mio Cid · El beso de la mujer araña · Narrativa del no-muerto
Ilustración: Fleas and lice, By tup wanders from Groningen, The Netherlands (fleas and liceUploaded by Rybec) [CC BY 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons.
Revista Almiar (Margen Cero™) • n.º 98 • mayo-junio de 2018
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Muy buenooo!
Interesante ensayo, espero puedas seguir escribiendo..felicitaciones.
Muchas gracias, Silvana, por este excelente artículo. En él demuestras, creo, que América Latina lleva formando parte de las vanguardias artísticas, al menos desde los años 20 del siglo pasado.
Personalmente, sabía que era así en afirmaciones feministas de novelas, relatos y poesía, y también en música rock en castellano, Los Impala en Venezuela y Teen Tops en México), pero descubro hoy, con cierta emoción, que hay, (porque siempre estará ahí), un grupo de punk en Perú, Los Saicos, en 1964.
Mi siguiente paso, será conocer su música y letras.
Insisto en agradecer a Silvana sus conocimientos de América Latina.
Un abrazo solidario. Vicente.
El artículo me recordó un libro recién publicado de poemas punk: Medellín City Punk. Allí se resume la violenta Medellín de los ochenta a través de la música:
https://www.tragaluzeditores.com/libros/medellin-city-punk/