La extraterrestre de Amherst

ensayo por Marga Mayordomo

 

ENTORNO HISTÓRICO

La vida biológica y literaria de esta mujer de talla pequeña y talento enorme, a caballo entre el romanticismo tardío y el realismo de Nueva Inglaterra, tiene lugar durante el siglo XIX, época plagada de avances tecnológicos como el barco y el ferrocarril a vapor, invención del telégrafo, el daguerrotipo, la luz eléctrica (1879), etc., así como de acelerados cambios socioculturales y políticos.

Con la independencia de los Estados Unidos y los diversos Estados de América Latina asistimos al nacimiento del nacionalismo, que irá en ascenso hasta su eclosión en el siglo XX. En Norteamérica tiene su origen en los colonos puritanos procedentes de Inglaterra, que compartían lengua, religión, y tradiciones con la metrópoli, pero que se sienten explotados por esta. Por su parte en la vieja Europa, convaleciente de la Revolución contra el Antiguo Régimen y las consiguientes guerras napoleónicas, tiene su origen en la reacción contra el nuevo Estado liberal, surgido de la Revolución Francesa, que pretendía homogeneizar las diversas realidades con una conciencia cultural unitaria. Ante esto surgirán movimientos localistas contrarios a esa uniformidad. En esa aparición del nacionalismo jugará un papel capital el éxito del Romanticismo, debido al discurso, que este mantiene a favor de las costumbres populares, de la lengua y de la literatura, en contraposición del individualismo liberal. En resumen, la finalidad es alcanzar el autogobierno de un único pueblo, libre e independiente de cualquier dominio externo.

Finalmente, incidir en la nueva situación económica y social donde la creciente industrialización necesitará de un mercado nacional unitario, que lleva aparejada la unificación de territorios. Asimismo, con la Revolución Industrial se producirá una explosión demográfica sin precedentes. En el siglo XIX se duplica la población mundial.

COMENTARIOS BIOGRÁFICOS Y CULTURALES

La pequeña pelirroja de Amherst (Massachussets), segunda de tres hermanos, llega al mundo en un diciembre de 1830 en el seno de una familia calvinista adinerada, descendiente de los primeros colonos británicos asentados a partir de 1607 en las costas atlánticas del nordeste. La puritana Nueva Inglaterra, escenario de levantamientos indios, y enardecimientos religiosos, tiene una identidad cultural propia, siendo favorable a la educación gratuita de los niños y a la alfabetización universal. En el siglo XIX, va a desempeñar un papel prominente en el movimiento abolicionista de la esclavitud, y será uno de los primeros focos de la industrialización. En 1840, Amherst ya es una ciudad cultural y cruce de caminos donde las diligencias hacen parada.

En la adolescencia, Emily Elizabeth recibe una sólida educación centrada en las disciplinas de: Latín, Griego, Alemán, Geografía, Historia, Filosofía, Matemáticas, Química y Retórica, impartidas en la Amherst Academy. Posteriormente, en el Mount Holyoke Female Seminary, estudia otras disciplinas, que influirán en su poesía, como: Botánica, Historia natural y Astronomía. Allí tomará conciencia de la propia capacidad intelectual, pero también de la opresión religiosa ante la que se rebela reiteradamente. Todo ello, unido a su labilidad emocional, le hará abandonar los estudios a finales de 1848. Hacia 1850 parece que la veinteañera Emily comienza a escribir poesía, bajo la tutela del joven abogado Benjamin F. Newton, y con la referencia poética de Emily Brontë y del trascendentalista Ralph Waldo Emerson. Sin embargo, también frecuentaría diferentes lecturas como las de Nathaniel Hawthorne, Robert y Elizabeth Barrett Browning, William Shakespeare, John Keats, Henry David Thoreau, así como las de Walt Whitman al que leyó, no sin rubor, según dice en sus cartas.

A menudo esta hija de Amherst ha sido considerada como una mujer excéntrica y solitaria, siendo sometida a distintas especulaciones sobre su vida y relaciones, cuando en realidad lo más fascinante es resaltar «lo realizado», la dimensión de la obra. Ciertamente parece que nos encontramos ante una mujer dotada de una alta consciencia y sensibilidad. Ya en una carta al hermano nos dice: «¿Qué nos diferencia a algunos de nosotros de los demás? Es una pregunta que me hago a menudo»; o también versos como:

Entonces hay un vuelo
(brusco, rasante)
como un tijeretazo sobre el agua
Un martín pescador
Sólo veo su dorso azul oscuro
cuando se va (brusco, rasante)…

Por otra parte, y abundando en el conocido confinamiento y celibato, según Adrienne Rich, Emily Dickinson habría sido consciente del propio genio, y la reclusión obedecería a un deseo de crear. En cuanto al mito sobre su «fragilidad y aislamiento», respondería más bien a una leyenda. Una idea alimentada por ella misma, con indicios a través de las cartas y los versos: «Era yo la más leve de la Casa—/ Me quedé con el Cuarto más pequeño—/ Por la noche, mi Lámpara, el Libro—/ Y un Geranio—». Asimismo le dice a la sobrina girando la llave imaginaria del cuarto: «Matty: esto es la libertad». Sabía que, fuera de la casa familiar, se tendría que enfrentar a una vida social mojigata y provinciana en detrimento de su estabilidad, y de su quehacer poético.

Me entregué a Él—
Y a Él lo tomé, como Pago—
El solemne contrato de una Vida
Se cerró, de ese modo—

No obstante, la reclusión progresiva estaría matizada por la abundante correspondencia, que mantenía con casi un centenar de hombres y mujeres. Algunos de ellos fueron la cuñada, Susan Gilbert, también poeta, el reverendo Wadsworth, y el doctor Holland y Samuel Bowles, editores del Springfield Republican. Otra correspondencia relevante es la de Thomas W. Higginson editor del Atlantic Monthly (preceptor/mentor). Es ahora, tras el conocimiento del editor, cuando contempla por primera y única vez la posibilidad de publicar. Mientras, en el mundo de alrededor, hombres y mujeres hacen preparativos para una inminente Guerra Civil, que devastaría el país del hasta 1865. Los primeros años 60 (1861-64), son los de mayor producción, escribiendo entre 700 y 800 poemas. Tras la Guerra de Secesión los poemas se espaciarán considerablemente. En 1870, a los 40 años, decide vestir de blanco y recluirse totalmente. Sus últimos años son de enorme sufrimiento, atravesados por la muerte de los padres, el sobrino Gilbert, y la de amigos como Bowles y Wadsworth. Desde 1874 a 1886, en que fallece a los 55 años por una nefritis degenerativa, la muerte y el más allá serán los temas recurrentes de su escritura.

Emily Dickinson con Kate Scott Turner


LA POESÍA DE EMILY DICKINSON
 

Esta poesía, unánimemente considerada como adelantada a su tiempo, no es una lectura amable. Requiere el esfuerzo, la atención del lector. En vida se publicaron anónimamente siete poemas, que fueron «enmendados» contra su voluntad. El resto, casi dos mil, encontrados por la hermana, se publicarían póstumamente.

La originalidad de la poética de Dickinson de la que se ha dicho: «la de más rico vocabulario, mayores implicaciones, y más complejidad sintáctica conocida hasta el momento»(1), hace complicado alinearla en un movimiento literario definido. Sin embargo, es posible rastrear en ella similitudes con el trascendentalismo, al igual que con el romanticismo tardío de Estados Unidos, en las figuras de Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne. También encontramos ecos de los poetas metafísicos ingleses como John Donne entre otros.

Es frecuente, al hablar del contenido, referirse a los grandes enunciados tan concurridos por la literatura universal. Sin embargo, afinando la mirada, vemos que, junto a la exploración interior, el tema estrella aquí es la escritura. «El hacer de la escritura» y su incapacidad para mostrar lo percibido. Esta frustración generadora de placer y sufrimiento es una constante a lo largo de su vida. En ese aspecto la metáfora parece la forma idónea para dar sentido a la carencia del lenguaje. En algunos poemas reconocemos los aspectos más característicos… «El éxito mora en los Rodeos», o «Intensificar como el Trueno al final/ Luego desmenuzarse grandiosamente/ Mientras Todo lo creado se esconde/ Esto—sería la Poesía».

En cuanto al estilo, si bien, en un primer momento pudiera haber cierta reserva frente al carácter narrativo, y a veces aforístico, pronto queda difuminado ante el torrente de experimentos léxicos y gramaticales, pero también de otros recursos como: el alto grado de ambigüedad, las palabras yuxtapuestas, los enigmáticos «Él» (para el mar, la muerte, Dios…), metáforas extrañas, encabalgamiento entre estrofas, profusión de la elipsis, la ironía y el humor, el léxico sensual y subversivo, las rupturas del verso, las imágenes y grandes paradojas que incitan a la reflexión… Todo ello nos aboca a ese extrañamiento que, según Shklovski, saca a los objetos de su apreciación habitual automatizada. En la poesía moderna de vanguardia esta técnica se hace frecuente.

Percibir un objeto cuesta
la exacta pérdida del objeto,
percibirlo en sí mismo es una ganancia…
la percepción lo embellece.

Abundando en la forma, se utilizan una serie de procedimientos desconcertantes, en cuanto a la alteración del ritmo, la elisión de conectivos, los espacios en blanco, el uso original de guiones y mayúsculas, etc. Los guiones podrían servir para indicar el fin de una frase versal completa, enmarcar subordinadas, y/o para fragmentar un verso, aislando palabras importantes. Las mayúsculas destacan la importancia de un sustantivo, un pronombre o un verbo: ¡Yo soy Nadie! ¿Quién eres tú? / ¿Eres—Nadie—también? / ¡Ya somos dos, entonces!

Paradójicamente, es mediante todo esto como consigue el efecto de dar profundidad a la expresión poética. Igualmente es de señalar los tintes surrealistas de algunos poemas, que muestran esa cualidad plástica, a veces casi cinematográfica… Se adelanta así, en plenos inicios del daguerrotipo, a la Escuela Imagista de Pound y Williams del siglo venidero.

J 341

Después de un gran dolor, viene una emoción solemne—
Los Nervios están ceremoniosos, como Tumbas—
El Corazón rígido pregunta si fue Él quien pudo soportar,
¿Y fue ayer, o hace Siglos ya?

Los Pies, mecánicos, dan vueltas—
En el Suelo, en el Aire, en el Vacío—
Un camino de Bosque
Crecido con descuido,
Resignación de Cuarzo, como piedra—

Es la Hora de Plomo—
Recordada, si se sobrevive,
Como recuerda la Nieve quien se está Congelando—
Primero—Frío—luego Estupor—después el abandono—
-1862-

(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

Los poemas de Dickinson mansos o furiosos y casi siempre sin título, suelen ser breves, concentrados, alejados de florituras y rodeos, y con un lenguaje llano y claro. Utiliza el «metro común» que alterna versos de ocho y seis sílabas, semejante a los himnos de la Biblia. Respecto a la rima, nunca es completa; es más bien una rima de tipo asonante, o aproximada.

J 520

Salí temprano—con mi Perro—
Y fui a visitar el Mar—
Las Sirenas del Sótano
Subieron para verme—

Y las Fragatas del Piso de Arriba—
Extendieron su Mano de Cáñamo—
Creyendo que yo era un Barrilete—
Encallado en la Arena—

Pero Nadie se movió de allí—hasta que la Marea
Pasó por encima de mi simple Zapato—
Cubrió mi Delantal—llegó hasta el Cinturón
Y rebasó el Corpiño—también—

Hizo como si fuera a devorarme—
De un bocado, cual gota de Rocío
Sobre una Rama de Amargón—
Y entonces—Yo—también—eché a andar—

Y Él—Él me siguió—de cerca—
Sentía Su talón de Plata
Rozándome el Tobillo—y entonces mis Zapatos
rebosaron de perlas—

Y así llegamos hasta al Pueblo en Tierra Firme—
No parecía conocer Él a Nadie—
Y con una reverencia—y una mirada Intensa—
Que me dirigió—el Mar se retiró—

-1862-
(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

LÍNEA TEMÁTICA

Los temas tratados, en el corpus poético, son extraordinariamente variados y de índole metafísica en muchas ocasiones. Entre ellos el mundo natural, la escritura, la finalidad de la vida y la muerte, el más allá, o el amor, con sus eternas dualidades, son los más frecuentados.

Naturaleza

En el universo natural, percibido casi en éxtasis, siempre encontró un filón interminable de léxico y de metáforas para los poemas: La Naturaleza usa menos el Amarillo/ Que ningún otro color/ Lo reserva para los Ocasos/ Pródigos de Azul. Ante su fina observación un accidente geográfico, animal o árbol pueden convertirse en el punto de partida para una revelación, reflexión o fuente de conocimiento espiritual. Esto enlaza con los poetas trascendentalistas que ven en la naturaleza su campo idóneo de unión con lo divino. Pero también hay connotaciones de los románticos oscuros en cuanto a la presencia de atmosferas inquietantes, imágenes sombrías, ambivalentes, o de sentido incierto. Asimismo ocurre, a veces, que cualquier fenómeno, o la naturaleza entera, pueden revelarse de una simplicidad tan evidente, que resulta exasperado transmitirlo: Si el mortal labio pudiera adivinar/ La Carga no expresada/ De una silaba pronunciada/ Se desmoronaría con el peso.

J 668

«La Naturaleza» es lo que vemos—
La Colina—la Tarde—
La Ardilla—el Eclipse—el Abejorro—
No—la Naturaleza es el Cielo—
La Naturaleza es lo que oímos—
El Tordo Arrocero—el Mar—
El Trueno—el Grillo—
No—la Naturaleza es la Armonía—
La Naturaleza es lo que conocemos—
Sin embargo no tenemos arte para decirlo—
Tan impotente es Nuestra Sabiduría
Para su Simplicidad.

-1863-
(Traducción: Marga Mayordomo)

J 1624

Al parecer sin causar sorpresa
A ninguna Flor feliz
La Helada la decapita en su juego—
Con accidental poder—
El rubio Asesino prosigue—
Impasible, el Sol sigue su curso
Para medir otro Día
para un Dios que Aprueba.

-1884-
(Traducción: Rolando Costa Picazo)

J 291

Como las viejas Montañas rezuman al Ocaso
Como los Abetos arden—
Como viste de Cenizas a la Parda Maleza
El Mago Sol—

Como los viejos Campanarios manejan el Escarlata
Hasta llenar la Madeja—
¿Acaso tengo el labio del Flamenco
Que me atrevo a contarlo?
Luego como el fuego decae como el Oleaje—
Tocando toda la Hierba
Con rostro—de Zafiro—que se aleja—
Igual que pasa una Duquesa—

Como un incipiente Atardecer se arrastra sobre el Pueblo
Hasta que tizna las Casas
Y la rara antorcha, que nadie lleva
Brilla en la calle—

Como se hace de Noche—en el Nido y el Cubil—
Y donde había Bosque—
Tan solo una Bóveda de Abismo se Arquea
En Soledad—

Estas son las Visiones que alucinaron a Guido—
Que Tiziano—nunca contó—
Que hizo a Doménico tirar su pincel—
Paralizado, por el Oro—

-1861-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

FR 262

Ah, ¡Luna—y Estrella!
Cuán lejos estáis—
Pero—aunque nadie
Más lejos estuviera—
¿Creéis que me frenaría
ante un Firmamento—
¿O un Palmo—o lo que fuera?

¡Podría tener la Tiara
De la Alondra—
Y la pisada de plata de una Gamuza—
Y el estribo de un Antílope—
Y saltar hasta ti—esta noche!

Pero—Luna—y Estrella—
Aunque muy lejos estéis—
Hay uno—aún más lejos—
Él—a más de un firmamento—de mí—
¡Y alcanzarle no puedo!

1861?
(Traducción: Marta Rosillo Moya)

Amor/Desamor

En este aspecto se han escrito ríos de tinta, acerca del significado del amor en la poesía dickinsoniana. Aun cuando se escribieron poemas de amor a lo divino, lo humano, seres y cosas; biógrafos y críticos han especulado sobre los destinatarios del mismo. En esa línea se ha incidido en el vínculo con su amiga y cuñada, Susan Gilbert (receptora de numerosos poemas), así como en las relaciones con mentores y amigos con los que mantuvo larga correspondencia, como Benjamin F. Newton en sus primeros años, o el reverendo Charles Wadsworth después, cuyo retrato colgaba en su habitación, y al que parece haber dedicado poemas desgarradores, tanto en vida como tras su muerte en 1882: Si estuviera segura, cuando esta vida se acabe—/ Que la tuya y la mía, persistieran/ La arrojaría lejos, como a una Cáscara/ Y me quedaría con la Eternidad.

Indudablemente nuestra poeta debió sentirse atraída por hombres, y también por mujeres, cuyo pensamiento le resultara interesante. Desde otra perspectiva, hay autores como Ardanaz, Borges, o Rodríguez Monroy, que apuntan más a una idea poética en vez de una realidad. Un amor sublimado y/o temido, o bien, un amor idealizado, referido a una unión espiritual más que a una atracción sexual. En este sentido el lenguaje erótico y de posesión se hace visible en los poemas dedicados al poder creativo o a Dios. En palabras de A. Rich, no es sorprendente encontrar en Dickinson (como en los místicos) fusionado lo erótico con imágenes religiosas.

Además de lo anterior, incidir en cómo la figura del amor fluye en variadas formas y con distintos tratamientos. A veces es apasionado, y rendido incondicionalmente, cuando escribe: Donde Tú estás—esa es mi casa/ Cachemira—o Calvario—es lo mismo… / Apenas valoro el Nombre del Lugar/ Con tal de que yo vaya(2). Otras, es desesperado ante la ausencia de lo amado, o la imposibilidad de tenerlo: Donde Tú no estás—es aflicción… lo que Tú no haces—Desesperación. Pero también, ya sea dirigido a Dios o al amado, es contemplado como algo indestructible y eterno. Tal vez, como la única forma de perdurabilidad para el humano: Te traigo la Prueba/ De que hasta amar/ Nunca viví—Bastante… Que amar es vida/ Y vida Inmortalidad. De cualquier modo, el amor inalcanzable es algo omnipresente en la mayoría de los textos, donde se manifiesta la dualidad: El yo y el amado, el placer y el dolor. Cuanto más exaltado es el amor, más terrible es la ausencia.

J 156

Me quieres—no tienes duda—
No temeré equivocarme—
No me despertaré engañada—
Una mañana burlona—
Para descubrir que el Amanecer se fue—
Que los Huertos—quedaron despojados—
¡Y Dollie—no está ya!

No tengo que Salir—no tienes duda—
Esa noche no llegará—
Cuando asustada—corra a Tu casa—
Y me encuentre las ventanas oscuras—
Que Dollie ya no está—mira—
¿Nadie ya?

Asegúrate de que no te queda duda—ya sabes—
Ahora lo soportaré mejor—
Basta con que tú me lo pidas—
Que luego—una vez el Bálsamo extendido—
Sobre ese dolor mío—¡Tú vuelvas—a clavar el aguijón!

-1860-
(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

J 249

¡Noches Salvajes! ¡Noches Salvajes!
¡Si estuviera contigo
Las Noches Salvajes serían
Nuestro Lujo!

Fútiles—los Vientos—
Para un Corazón entrado en puerto—
¡Basta de Brújula—
Basta de Mapa!

Bogando en el Edén—
¡Ah, el mar!
¡Ojalá anclara yo—Esta noche
en Ti!

-1861-
(Traducción: Rolando Costa Picazo)

J 611

Te veo mejor—en la Oscuridad—
No necesito Luz—
Que el amor hacia Ti—sea un Prisma
Que supere a la Violeta—
Te veo mejor con los Años
Que con el tiempo se encorvan—
La Lámpara del Minero—suficiente—
Para anular la Mía—

Y en la Tumba—Te veo mejor—
Sus pequeños Paneles resplandezcan
Muy Rojos—con la Luz
Que tan alta sostengo, para Ti—

¿Para qué necesitan el Día—
Todos Aquellos cuya Oscuridad—ha superado—de tal forma el Sol—
Que parece estar—Continuamente—
En el Meridiano?

-1862-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 640

—Vivir Contigo no puedo—
Eso sería la Vida—
Y la Vida está allá—
Detrás de la Alacena

(…)

Morir—Contigo—no podría—
Pues uno de los dos ha de esperar
Para cerrar al Otro los Ojos—
Tú—no podrías—

Y Yo—¿Podría yo quedarme aquí
Y ver cómo Te—hielas—
Mientras Pierdo el Derecho a Enfriarme—
Privilegio que otorga la Muerte?

No podría tampoco resucitar—Contigo—
Porque Tu Rostro
Borraría el de Jesús—
Esa Nueva Gracia

Ha de Brillar clara—y extraña
Ante la añoranza de mi Mirada—
A menos que Tú más cercano
Que Él brillaras—

Y Cómo—Nos juzgarían—
Pues Tú—serviste al Cielo—ya lo sabes,
O lo intentaste—
Yo no pude—

(…)

Y si Tú te condenaras, Yo también me perdería—
Aunque mi Nombre
Sonara más alto
En la Celestial fama—

Y si Tú—te salvaras—
Y Yo—quedase condenada a estar
Donde Tú no estuvieras—
Mi ser—sería un infierno para Mí—

Así que hemos de estar unidos y a distancia—
Tú ahí—Yo—aquí—
Con la Puerta apenas entreabierta
Pues los Océanos existen—y Plegarias—
Y ese Blanco Sustento—
La Desesperación—

-1862-
(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

J 315

Él busca a tientas en tu Alma
Como los intérpretes en las Teclas
Antes de hacer Música a fondo—
Te deja sin sentido gradualmente—
Prepara tu quebradiza naturaleza
Para el Golpe Etéreo
Mediante Martillos más débiles—oídos más lejos—
Luego más cerca—después tan despacio
Que tu Respiración tiene tiempo de enderezarse—
Tu cerebro—de burbujear Frío—
Propina—Un—Mazazo—Imperial—
Que desuella tu Alma desnuda—

Cuando los Vientos toman los Bosques en sus Zarpas—
El Universo—está callado—

-1862-
(Traducción: Mireia Bofill Abelló)

Emancipación y pensamiento

Esta solitaria, toda ella percepción, honestidad, y conciencia poética supo, desde los más tempranos años, defender con determinación, su espacio de libertad: Tomé en la Mano mi Poder—/ y me fui contra el Mundo—. Aun cuando, se ha hablado hasta la saciedad de los logros literarios, no es menos importante el valor del pensamiento filosófico y de la actitud de autoafirmación, en cuanto dueña de sí, y de su «genio poético» por el que está cautivada, y del que es consciente, que sus lectores aún no han llegado a este mundo.

J 290

De bronce—y Fuego—
El Norte—esta Noche—
Tan adecuado—se mantiene—
Tan concertado consigo mismo—
Tan distante—a las alarmas—
Una indiferencia tan soberana
Al universo, o a mí
Infecta mi sencillo espíritu
Con Tintes de Majestad—
Hasta que adopto actitudes más vastas—
Y me contoneo sobre mi tallo—
Desdeñando Hombres y Oxigeno,
Por su Arrogancia—

Mis Esplendores son una Muestra zoológica—
Pero su Incomparable Espectáculo
Deleitará a los Siglos
Cuando yo, ya ida hace tiempo
Sea una isla en la mancillada Hierba—
A la que nadie salvo los Escarabajos—conoce—

-1861-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 508

He sido transferida—ya no les pertenezco
El nombre que dejaron caer sobre mi rostro—
Con agua, en la iglesia del Pueblo
Ha dejado de usarse ahora,
Y pueden Ponerlo Junto a mis Muñecas,
Mi infancia y el hilo de los carretes,
Que—también—he dejado de enhebrar—

Bautizada, antes, sin elección,
Pero esta vez, consciente, de la Gracia—
Al nombre más supremo—
Llamada a mi Plenitud—El Creciente cayó—
el Arco entero de la Existencia, se llenó
Con una pequeña Diadema.

Mi segundo Rango—demasiado pequeño el primero—
coronada—alardeando—en el pecho de mi Padre—
una medio inconsciente Reina—
Pero esta vez—adecuada—y erecta,
Con voluntad de elegir, o de rechazar,
Y justamente elijo una Corona—

-1862-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 754

Mi vida había permanecido—Arma Cargada—
En un Rincón—hasta ese Día
En que el Dueño pasó—me identificó—
Y Me llevó con Él—

Y ahora vagamos por Bosques Soberanos—
Y cazamos la Cierva—
Y cada vez que hablo por Él—
Las Montañas me responden prontas—

Y si sonrío, una luz muy cordial
Enciende el Valle—
Cual la faz de un Vesubio
Que me hubiera mostrado su alegría—

Y de Noche—terminada con bien Nuestra Jornada—
Cuando la Cabeza de Mi señor protejo—
Es mejor que si hubiera compartido—
La Almohada Mullida de Suavísima Pluma—

De un enemigo Suyo—Soy mortal enemiga—
No volverá a moverse—
Aquel al que dirijo mi Mirada Amarilla—
O mi Pulgar enfático—

Aunque vivir pudiera—Yo más tiempo que Él
Él ha de vivir más—que Yo—
Porque Yo sólo tengo el poder de matar,
Sin—el poder de morir—

-1863-
(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

Consciente de su diferencia y soledad esta mujer mitad cristiana, mitad agnóstica, no esquivó el enfrentamiento con las normas religiosas, (Redoble de fuertes aleluyas—/ Los narcóticos no pueden aquietar el Diente/ Que mordisquea el alma—), las de la escritura imperante, las que le negaban «una habitación propia», ni tampoco esquivó exponer su intimidad más triste, y desesperada, para escribir con arrojo sobre el exilio de Dios, o sobre las terribles crisis nerviosas, donde situaciones de poder, dolor, o violencia tienen su hábitat. En ese aspecto, el tema del padecimiento mental, que tradicionalmente, ha sido considerado como algo a sepultar en el silencio (como hicieron críticos y editores), se convierte en sus manos en motivo de observación, y no solo eso, sino también en un derroche de precisión para describir estados psicológicos, solo alcanzada por Shakespeare, según Rich.

J 1737

¡Enmendad el afecto de una «Esposa»!
¡Cuando ellos trastornan mi Cerebro!
¡Amputad mi pecoso Pecho!
¡Volvedme barbuda como un hombre!

¡Ruborízate, espíritu mío, en tu Firmeza—
Ruboriza, mi irreconocible arcilla—
Siete años de fidelidad te han enseñado
Más de lo que podría la Condición de Esposa!

¡Amor que nunca salió de su cepo—
Confianza atrincherada en estrecho dolor—
Constancia premiada—por el fuego—
Angustia—libre de calmantes!

Peso —llevado triunfalmente hasta ahora—
Sin que nadie sospeche mi corona,
Porque llevo las «Espinas» hasta el Ocaso—
Luego—me pongo mi Diadema.

Mi secreto es grande pero está vendado
Y nunca se escapará
Hasta el día en que su Cansada Portadora
Lo lleve a ti a través de la Tumba.

1885?
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 410

La Noche del primer Día había llegado—
Y agradecida de que una cosa
Tan terrible—hubiera podido soportar—
Pedí a mi alma que cantara—

Me dijo que sus Cuerdas estaban rotas—
Su Arco—en Átomos descompuesto—
Así que arreglarla—me dio trabajo
hasta la Mañana siguiente—

Después—un Día tan inmenso
Como ayeres repetidos,
Desplegó su horror ante mi rostro—
Hasta cegar mis ojos—

Mi Cerebro—estalló en risas—
Yo balbuceaba—como idiota—
Y aunque hace ya Años—de aquel día—
La risa en mi Cerebro—aún perdura.

Y hay Algo raro—dentro—
Aquella persona que era entonces—
Y la de ahora—no parecen la misma—
¿Podría ser locura—lo de ahora?

-1862-
(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)

Muerte y Trascendencia

El devenir de la vida, y la muerte, como consustancial a la existencia, es algo característico en los poemas de la última época de esta «reina de la muerte» que dice: «Partir es todo lo que sabemos del cielo».  Pero también coexisten otras visiones donde a veces parece una liberación del alma: «Si esto es “dormir”, ¡Qué orgullo cerrar los ojos!», y otras, una amenaza que arrebata a los seres queridos: Así que devuélveme a la Muerte/ La Muerte que nunca temí / Si no fuera porque me privó de ti.

En cualquier caso, no hay atisbos de querer eludirla, ni lamento alguno ante lo efímero de la vida, como sucede en la poesía romántica. «Es vivir lo que más nos duele» nos dicen sus versos. Hay siempre una aceptación realista y normalizada de la muerte. Desde la propia consideración de ser efímero y mortal, despliega una indagación sobre la extinción de la vida, a través de un lenguaje claro y directo, a veces nihilista: Me gusta un asomo de Agonía… / Porque sé que es verdad—/ Los ojos se vidrian una vez—y eso es la muerte. Todo ello tratado y llevado al terreno de lo personal, lo introspectivo, con lo que consigue la impresión de estar fuera del tiempo. En este sentido, incluso llega a escenificar su propia muerte, a la que pareció enfrentarse al menos en tres ocasiones, según sus palabras… Tres veces—nos separamos—la respiración—y yo—/ Tres veces—ella no quería irse, o en otro poema… ¡Totalmente sintiendo que el mundo se me iba! /Del todo preparada para enfrentarme con la Eternidad /…¡Mientras las Edades pasan sigilosas—/… Y los Cielos giran!

FR 340

Sentí un Funeral, en el Cerebro,
Y los Dolientes arriba y abajo
Caminando—caminando—hasta que pareció
Que el Sentido se abría paso—

Y una vez todos sentados,
Un Oficio, como un Tambor—
Redoblando—Redoblando—hasta que pensé
Que se me nublaba el juicio—

Y entonces los escuché levantando el Ataúd,
Un crujido me atravesó el Alma
Con esas mismas Pisadas de Plomo, de nuevo,
Entonces el Espacio—retumbó,

Como si todo el Cielo fuera una Campana,
Y un Ser, un mero Oído,
Y yo, y el Silencio, una extraña Criatura
Ahogada, sola, aquí—

Y entonces un Tablón en la Razón se rompió,
Y caí y caí, hondo y hondo—
Y, con cada caída, di con un Mundo,
Y Acabé sabiendo—entonces—

-1861-
(Traducción: Marta Rosillo Moya)

J 193

Sabré por qué—cuando finalice el Tiempo—
Y haya dejado de preguntarme por qué—
Cristo me explicará cada angustia por separado
En la hermosa aula del cielo—

Me dirá lo que Pedro prometió—
Y yo—por la maravilla de su dolor—
Olvidare la gota de Angustia
¡Que me abrasa ahora—que me abrasa ahora!

-1860-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 510

No era la Muerte, pues yo estaba de pie,
y todos los Muertos, tumbados—
No era la Noche, pues todas las Campanas
lanzaban sus Lenguas, al Mediodía.

No era la Escarcha, pues en mis Carnes
sentía reptar—Sirocos—
Ni el Fuego—pues solo mis pies de Mármol
Podían mantener frío un Presbiterio—

Y sin embargo, tenía el sabor, de todos ellos,
Las Figuras que he visto
Ordenadas, para el Entierro,
Me recordaban, el mío—
Como si mi vida estuviera rasurada,
Y ajustada a un marco,
Y no pudiera respirar sin una llave,
Y era como Medianoche, más o menos—

Cuando todo lo que latía—se ha parado—
Y el Espacio mira alrededor—
Las Horribles heladas—de las primeras mañanas del Otoño—
Anulan las pulsaciones del Terreno—

Pero, todo, como un Caos—Imparable—frío—
Sin Esperanza ni Mástil—
O incluso sin un Informe de Tierra—
Para justificar—la Desesperación—

-1862-
(Traducción: Manuel Villar Raso)

J 712

Porque la muerte yo esperar no pude—
Ella por mí esperó amablemente—
La Carroza albergaba a Nosotros tan solo—
Y a la Inmortalidad.

Fuimos despacio- no conocía Ella la prisa
Y yo había apartado
Mi trabajo y mi ocio
Por su Amabilidad—

Pasamos por la Escuela donde los Niños se afanaban
A la hora del Recreo—en el Patio—
Pasamos por los Campos de Grano todo Ojos—
Pasamos el Ocaso—

O mejor—Él Nos pasó a nosotros—
El Rocío caía frío y trémulo—
Pues de Gasa tan solo mi Vestido—
Y mi Estola—de Tul—

Nos paramos enfrente de una Casa
Que parecía una Protuberancia sobre el Suelo—
Apenas el Tejado era visible—
La Cornisa—en el Suelo—

Desde entonces—Siglos—y sin embargo
Se hace más corto que aquel Día
En que advertí por vez primera
Que las Cabezas de aquellos Caballos
Apuntaban hacia la Eternidad—

-1863-
(Traducción: Ignacio Suárez Ramos)

CONCLUSIÓN

Con palabras sencillas y sintaxis compleja esta maga, adoratriz del peligro, nos propone un viaje sin retorno por las trochas de lo desconocido. A veces feroz, a veces calma, nos coge de la mano para mostrarnos, desde la más sobrecogedora soledad, el amor y el dolor, la vida y la muerte, la terrenalidad y lo eterno, en esos pares de opuestos, que salpican toda existencia humana. Para ello no vacila en arruinar, distorsionar o tensar el lenguaje para darle vida, para despertarlo, de su adocenamiento en el tibio confort de la cotidianidad. Sin embargo, en ningún caso existe un afán diletante en esa experimentación, lo que hay detrás es una gran empresa literaria, donde el fluir discursivo se quiebra ante la avalancha extraordinaria de la percepción.

La intensidad es marca de la casa. Un grillo, una abeja, o un atardecer escarlata, cobran un poder inusitado para mostrar la grandeza de la creación. De igual modo que interpreta las emociones haciéndonos participes, junto al yo poético, de las mayores cimas y los más temibles descensos al borde la locura. Pero esa actitud vehemente también se muestra en la decisión inmensa que supone, (en pleno patriarcado puritano), dedicarse en exclusiva a la creación estética, a ese arte al que entrega su alma, y que parece poseerla fatal e irremisiblemente: Y cuando por la Noche… / Velo junto a la Cabeza de Mi Señor/ Es mejor que—haber compartido/ La Mullida Almohada de Plumón// Aunque yo más que Él—pueda vivir / Tiene que vivir Él más—que yo/ Porque Yo solo tengo el poder de matar/ Sin—el poder de morir—.

Ahora solo nos resta decir: nunca fuera más hermoso viajar, por el túnel del tiempo, en esta locomotora lanzadera hacia la Modernidad.

 

Notas:

(1) Citado por Adrienne Rich.
(2) Poema 725. Corresponde a la serie llamada Los poemas del calvario. Este conjunto fue escrito en 1862 a raíz del traslado del reverendo Charles Wadsworth, a San Francisco.
(J) Indica la numeración seguida en la edición de los Poemas completos de Emily Dickinson de Thomas H. Johnson (1955).
(FR) Indica la numeración seguida de los volúmenes de la poesía de Emily Dickinson preparados por R. W. Franklin (1999).

 

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  • Rich, Adrienne. “El Vesubio en casa. La potencia de Emily Dickinson”. Poetry in Review, Vol. 5, N.° 1, 1976; y Adrienne Rich. Ensayos esenciales. Cultura, política y el arte de la poesía, en traducción de Mireia Bofill Abelló, Editorial Capitán Swing, 2019. Foro Aires de Libertad, Pedro Casas Serra, 2020.
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  • Rosillo Moya, Marta. Traduciendo a Emily Dickinson. Treball de fi de grau en Traducció i Interpretació. Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 2021.
  • Suárez Ramos, Ignacio. La poesía de Emily Dickinson (1830-1886): Una mujer adelantada a su época. Publicaciones didácticas, 2017.
  • Villar Raso, Manuel. Crónica de plata (Poemas escogidos). Edición bilingüe. Hiperión, 2010.

 


 

Marga Mayordomo
Marga Mayordomo.
(Madrid). Es licenciada en Antropología Americana. En la actualidad pertenece a la asociación de mujeres poetas «Genialogías».
Ha colaborado con ensayos y reseñas literarias en las revistas: ConVersos, Mis Repoelas, Tam-Tam Press, Almiar-Margen Cero y Vallejo & Co.
Asimismo sus poemas aparecen en numerosas antologías, y en otros medios y revistas como: Fonoteca de poesía, La Hoja azul en blanco, Mis Repoelas, Adiós cultural, ConVersos, Revista Almiar-Margen Cero, Tam-Tam Press y Carruaje de pájaros.
Ha recibido dos segundos premios Zenda en Instagram en 2020 y 2021, respectivamente, y el premio Enrique Pleguezuelo de Córdoba en 2022.
Publicaciones: la «plaquette» Con los huesos al aire, y los poemarios Dedos de Martini-Dry (Premio Joaquín Benito de Lucas, 2013), Pájaros tattoo (Cuadernos del Laberinto, 2018), y Yukón / versos mestizos (Mahalta Ediciones, 2022).

margamaysan[at]gmail.com
🖥️ https://margamayordomo.blogspot.com

 

🖼️ Ilustraciones artículo: (Portada) Emily Dickinson, DesconocidoUnknown author, Public domain, via Wikimedia Commons ▪ (En el artículo) Emily Dickinson (perhaps) 1859, Unknown (18??-18??), Public domain, via Wikimedia Commons ▪ Fotografía de la autora: Autorretrato

 

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