Novela de Noemí Valiente
Entrevista a la autora

 

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ablamos con la escritora abulense Noemí Valiente sobre su novela, El mismo azul (Cuadernos del Laberinto. Madrid, 2021), en donde la inocencia de la infancia se mezcla con la búsqueda de la esencia personal.

Valiente pone sobre la mesa dos personalidades contrastadas que juegan con el lector a algo tan escurridizo como es determinar la frontera entre el bien y el mal, entre lo moralmente aceptado y la libertad personal. Esta dualidad también guía el estilo en toda la obra contraponiendo el pasado y el presente, así como los distintos narradores que coexisten en El mismo azul.

La obra se apoya en las fotografías de Manuel Mata, que abren cada capítulo dotando de belleza formal esta novedad editorial.

 

—La escritura es una de las grandes ilusiones y fundamentos de su vida, y con El mismo azul logra aunar el misterio con la belleza y la acción. ¿Cómo surgió el germen de esta nueva novela?

—El germen surgió en el año 2011, en un viaje a Lisboa. Tenía una idea para un nuevo libro sobre una joya familiar y sobre la vulnerabilidad de la infancia vista desde la edad adulta. La atmósfera de Lisboa y sus calles avivaron la idea. Imaginé el encuentro de dos mujeres muy distintas que han estado separadas veintiún años, con los vínculos familiares cercenados por una travesura que acabó en drama.

A partir del encuentro de estos dos personajes, Poly y Guiomar, la acción se acelera y aumenta la tensión en la historia. Poly, pero también el lector, se va a dejar arrastrar por Guiomar, que no se ha cansado de hacer travesuras, aunque muy distintas de las que hacían de niñas. El resultado es una historia con muchos misterios.

—El escenario principal de El mismo azul es Lisboa, que queda bellamente reflejada con las fotos de Manuel Mata que acompañan al relato. Háblenos sobre esta unión de imagen y palabra.

—Manuel y yo estábamos trabajando juntos en la exposición Un lugar llamado mundo, que unía sus imágenes con mis relatos. Él tenía ya unas fotos de Lisboa que conectaban totalmente con esta novela.

Si he logrado capturar con mi texto la belleza de Lisboa se lo debo por completo a las fotos de Manuel, que recrean una ciudad aún más hermosa y envolvente que la real. Fijé esa ciudad en mi mente, en la que se basa la atmósfera del libro, y para mantenerla invariable tomé la decisión de no volver a Lisboa hasta que no acabase de escribir. Diez años esperando volver. ¡Por fin puedo hacerlo!

Manuel, por el contrario, sí volvió a Lisboa dos veces más expresamente para repetir buena parte de las fotografías y conseguir que la unión con el texto fuera perfecta.

Además, en El mismo azul hay otro conjunto de instantáneas, que se han incorporado en blanco y negro y consiguen una función narrativa muy potente. Nos relatan la parte de la historia que ocurre en el pasado y están llenas de simbolismo y de intencionalidad: una joya familiar, los ojos de una niña, unas sábanas blancas tendidas en un patio…

El resultado final del libro refleja todo el esfuerzo y el tiempo que le hemos dedicado durante años. Además, usar dos disciplinas artísticas, literatura y fotografía, para contar una historia aporta un valor especial y lo convierte en un formato particularmente interesante en esta era digital. Tener este libro supone más sensaciones que la propia experiencia lectora.

El mismo azul cabalga entre distintos géneros literarios: acción psicológica, thriller, erotismo… logrando que el lector pase por situaciones muy diferentes y trasversales. Además juega con la primera y la tercera persona. Está claro que nada es azaroso, que todo está pensado y atado en la obra. Explíquenos esta forma de trabajo y concepción literaria.

—Hay mucha intencionalidad en la novela. Todo está muy pensado y obedece a unas ideas o temas sobre los que yo quería hacer reflexionar a los lectores.

El proceso de trabajo estuvo marcado por las dos historias que se cuentan en la novela, con dos voces narrativas diferentes que yo quería diferenciar al máximo. Eso no es fácil, o a mí no me lo parece, y marcó todo el proceso de escritura.

Hay una historia situada en el pasado y otra en el presente. La historia del pasado, que transcurre en una finca familiar apartada, llena de secretos, se narra en tiempo pretérito y en tercera persona.

La historia del presente, en Lisboa, se narra en presente de indicativo, para dar velocidad a la acción y en primera persona. Esta primera persona con la voz de Poly, un personaje marcadamente indeciso e inseguro, fue una técnica para conseguir que los lectores reflexionen, hagan suyas las zozobras de Poly, sus obsesiones y sus miedos.

Para lograr diferenciar las dos voces narrativas, escribí las dos partes por separado en el tiempo, en cuadernos distintos, incluso escuchando dos tipos diferentes de músicas para lograr distintos ritmos de narración.

Debajo de la historia de misterios e intriga, subyacen muchas ideas o cuestiones que yo quería plantear. La primera es cómo de vulnerable puede ser la infancia, cuando aún no tenemos mecanismos para integrar sucesos dolorosos o disruptivos. Otra reflexión es cuánto de convencional tienen nuestras vidas. Quería plantear la duda de si, por ceñirnos a lo socialmente correcto, nos estaremos perdiendo demasiadas cosas. En la novela esto lo llevo al extremo con el personaje de Guiomar, que plantea una rebeldía e inmoralidad casi total. Pero yo quiero ir más allá de esas escenas transgresoras que están sorprendiendo a los lectores, quiero arrojar una idea de tolerancia. No tenemos por qué ser todos iguales ni hay por qué rechazar lo diferente.

—¿Cómo se planteó la creación de los personajes?

—Tenía que servirme de los personajes principales para representar esa idea de dos modos opuestos de vida. En base a eso construí la psicología de Poly y Guiomar.

La primera representa el orden social convencional; y la segunda, la libertad y ausencia de normas. Poly es indecisa e insegura y muy perfeccionista. Guiomar simboliza la tentación, lo fatal, es segura de sí misma y con un gran magnetismo.

Intento que mis personajes no se puedan dividir en malos o buenos. Busco la dualidad extrema. Por eso quise dotar a Guiomar de un rasgo noble: es su valentía para asumir las culpas, las consecuencias de sus actos. En la vida real muy pocas veces se escucha: «Me equivoqué, lo hice mal, perdón. Ha sido culpa mía». En general, se tiende a culpar a los demás, a no reconocer errores y escudarse en los otros o en las circunstancias. Me parece una actitud muy poco constructiva, de autoengaño y que no permite evolucionar.

He disfrutado mucho con la creación de todos los personajes: la torpe bondad de María, la ambigua firmeza de la abuela Hipólita y la cruel Javiera, cuya aparición resulta clave para el sorprendente desenlace final.

Como personaje principal masculino, construí a Marcelo, una especie de moderno alquimista, guapo y cautivador que hará perder la cabeza a Poly. Marcelo tiene mucho que ocultar y el lector tendrá que agudizar su ingenio para darse cuenta.

—Es patente la influencia de la poesía en su estilo narrativo. ¿Suele leer poesía, y escribirla?

—Leo y escribo ambas, pero fundamentalmente prosa. Lo que ocurre es que me gusta la prosa poética, que busca embellecer al lenguaje. Cuando era niña escribía un diario poético; desde entonces he creído en una literatura lírica que borre las fronteras entre géneros. Mis referentes e ideales son, entre otros muchos: Tolstoi, Victor Hugo, Virginia Woolf, Antonio Pascual, Clara Martín…

—¿Cuál es su disciplina a la hora de enfrentarse al folio en blanco, tiene manías a la hora de escribir?

—Mi mayor problema al escribir está en luchar contra la falta de tiempo. Por suerte o por desgracia es muy difícil vivir de la literatura, así que tengo otro trabajo que me da de comer. Además, estoy muy volcada en mis dos hijos con los que tengo una conexión muy fuerte. Esto me deja muy poco tiempo para escribir y por eso he tardado diez años en terminar esta obra. Para sacar adelante esta novela tuve que recurrir a toda mi fuerza de voluntad. Iba aprovechando cortos lapsos de tiempo gracias a que la historia tenía mucha fuerza en mi interior. Ha estado diez años rondando por mi cabeza, sobre todo cuando hago tareas rutinarias. Así se explica por qué nunca estoy segura de si he echado sal a la comida, que mezcle los colores en la lavadora o que no sepa dónde he puesto las cosas. Me enternece pensar en mi marido, que soporta como puede mi desbarajuste mental y hace esfuerzos titánicos por traerme a la realidad, empareja mis calcetines y me busca las llaves a diario.

En cuanto a manías, diré que escribo a mano y puede que eso, en pleno siglo XXI, pueda considerarse una rareza.

—¿Con qué personaje literario le gustaría irse de cañas?

—Sin duda con Lucila Camfora, la protagonista y narradora de la novela Varios disparates y un capricho, de Clara Martín. Es un personaje irreverente y lleno de contradicciones, rebelde pero a la vez sensible y sobre todo muy divertido. Lucila me ha ayudado a conectar con la parte irracional que hay en nosotros: las intuiciones, el instinto, la imaginación, el poder revelador de los sueños y la creatividad.

—¿Qué libro ajeno le hubiese gustado escribir?

—Es una pregunta difícil. Uno que perdurase en el tiempo y conectara con gentes de toda clase y condición. Se me vienen a la mente muchos títulos: El principito, Nuestra Señora de París, Cumbres borrascosas, La Señora Dalloway. Pero si solo puedo elegir uno diré Guerra y paz: ante esa maravilla, no se puede añadir nada más.

 


 

Noemí Valiente

Noemí Valiente. Nació en Ávila. Compagina su oficio de escritora con su profesión como ingeniera.

Anteriormente ha publicado la novela Encuentros con la casualidad (2013), y el cuento infantil María coletas (2019), ilustrado por Gemma Campos. Y es autora, junto al fotógrafo Manuel Mata, de la muestra itinerante de Imágenes y Palabras Un lugar llamado mundo, calificada como arte de vanguardia.

Además ha participado en diversas antologías literarias y colabora desde 2013 en la publicación cultural Revista Atticus, con la sección literaria «La cocina de los libros».

Escribir es su modo de descifrar la vida, de reinventarla. Su literatura se caracteriza por buscar la originalidad y la participación del lector y por un esfuerzo constante para borrar la frontera entre prosa y poesía.

 

Tapa de la novela El mismo azul

📖 El mismo azul
Colección Anaquel de Narrativa, n.º 27 (Cuadernos del Laberinto, 2021) • I.S.B.N.: 978-84-123537-2-3 • 274 págs. • Fotografías por Manuel Mata • Ilustraciones artículo: Portada del libro y fotografía, con autorización para su uso y publicación en esta reseña; © de sus autores.

🌐 Más información:
cuadernosdelaberinto.com/Narrativa/el_mismo_azul_noemi_valiente_manuel_mata.html

 

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Reseñas en Margen Cero

Revista Almiar · n.º 116 / mayo-junio de 2021 · 🛠 PmmC · MARGEN CERO™

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