Muestra de fotografías
por
Juan Peláez Gómez
«Cada semilla contiene en sí misma
un árbol completo o un fruto completo.
Cada ser humano, cada elemento,
contienen en sí mismo cuanto en el mundo
aparece esperado».
Didáctica Magna
Comenius
L
os mundos del mundo. Los universos del aparente y único cosmos. En cada forma sólida, en cada imagen, existen infinitas «interpretaciones», sentires, vidas… Conviven todos ellos en idénticos espacio y tiempo.
Cuando miro, ¿qué veo? Sólo alcanzo lo que mi conciencia me permite. Si ésta aumenta su amplitud, la riqueza de lo que comprendo se multiplica. Como en el efecto abismo de un espejo, donde las imágenes se fugan repitiéndose iguales y diversas. Así, para comprender el infinito tendría que ser infinito. Sería necesario una conciencia sin límites. ¿Qué veo cuando miro? Sólo una parte chica de lo que existe. La realidad es multivariable. Extraigo una o varias de sus posibilidades para interpretarla. Por eso lo real es sólo una construcción subjetiva de la infinitud de luz, de la vibración inmensa del universo. Dependerá de mi luminosidad como observador, de mi capacidad de vibrar, para entender una parte. Eso implica que otras infinitas quedarán más allá de mi comprender. Si mañana de nuevo miro el mismo hecho, la misma persona, la misma imagen ¿sería idéntica a la que ahora observo?, quizá por eso leo «la realidad no existe», «es sólo la interpretación de mi nivel de conciencia».
Entonces, «ahora», «aquí», son simples palabras que tratan de expresar parte de conceptos tan amplios y tan esenciales que se vuelven incomprensibles. Definir es reducir. Dejar dentro algo con la conciencia de que infinito se queda fuera.
El científico Isaac Asimov decía que una vez le preguntaron ¿qué hay más allá del universo?, la respuesta fue: no universo. Qué acertado. Sólo puedo describir lo que está en mi plano de conciencia. Lo que está más allá ¿tiene palabras? No, porque ellas sólo definen mi horizonte de experiencia. Entonces, ¿más allá nada existe? ¿Vacío? El vacío es aquello en lo que se puede manifestar la infinidad de lo posible. De ahí las metáforas, el cuento, las leyendas, los símbolos, la poesía, la fotografía… Sugieren, sólo sugieren, la grandeza de todo lo que no puede expresarse en este lado de la realidad, la historia más allá de lo que miro y veo. El mundo de la magia. Lo sagrado que expresan los maestros espirituales de todos los tiempos. Los universos del universo, fractales que hablan de repeticiones del todo en todos, del círculo infinito del ES, de lo divino, inabarcable, innombrable, primigenio, sin nacimiento.
Así soy consciente de que cada fotografía, cada palabra, es sólo una parte. Cuando cualquier obra de creación se procesa, un abismo de imágenes, de sensaciones de dispara. Cuando voy más allá… Me quedo sin palabras, sensaciones, sin imágenes, ¿será entonces el ESO que al hombre suena en el fondo del corazón?, me gustaría tanto que así fuera y sirviese para los más altos fines.
Juan Peláez Gómez. Nació en Madrid en el seno de una familia relacionada con el mundo de la escritura y el periodismo. Periodista, es titulado en la Escuela Diplomática de Madrid; realizó varios máster en Políticas de Cooperación con América Latina y en Periodismo y Educación.
· Web del autor: https://juanpelaezescritor.wordpress.com/
⭐ Otras obras del autor (en Revista Almiar):
· La fuerza de todos los nombres (relato)
· Montañas de la montaña (fotografías)
· Sinfonía de pájaros (fotografías)
· Reflejos en San Francisco (fotografías)
Ilustraciones: Fotografías por Juan Peláez ©
Revista Almiar – n.º 96 / enero-febrero de 2018 – MARGEN CERO™
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