relato

U

n día gris de lluvia de verano, un labrador iba caminando hacia su campo. Caminaba por un camino de tierra. Triste y desconsolado, el hombre pensaba en su mediocre vida. La tierra de su campo no le daba buenas hortalizas y las cosechas apenas llegaban para alimentar a su pobre familia. Cuando ya había llegado hasta su campo, de pronto, se detuvo ante un charco y no dio un paso más. En el charco estaba un gusano de lluvia moribundo, su cuerpo se retorcía de sufrimiento. El hombre, al verlo, retiró el pie sin querer pisarlo. Le miró fijamente. El cuerpo del gusano se parecía al de una serpiente herida, daba vueltas y se contorsionaba. El labrador tuvo pena y cogió al gusano en la mano, lo sacó del charco y lo tiró a la tierra de su campo del que estaba al lado. Después volvió a su profundo pensar y melancolía, y prosiguió con las labores y duro trabajo de campo. El gusano, sin embargo, se metió dentro de la tierra profundamente. Allí en breve hizo sus pasadizos subterráneos para habilitar un hogar donde vivir. También se encontró con una hembra gusano. Pronto tendrían a los gusanos hijos y estos crecieron y tuvieron a su vez a otros gusanos crías. Muy pronto debajo de la tierra había una multitud de gusanos que escarbaban la tierra, construyendo túneles y sus escondites subterráneos, labrando así la tierra, haciéndola esponjosa, haciendo que la tierra respirara y que se hiciera más fértil.

El hombre que encontró aquel día al gusano no por casualidad se convirtió en un agricultor próspero. Tenía inmensas cosechas de hortalizas y frutas. Esto era más que suficiente para alimentar a su mujer e hijos, y también le sobraba una buena cantidad que podía vender en el mercadito del pueblo. El pobre hombre que antes apenas tenía suficiente para alimentarse, ahora tenía de todo en abundancia y no le faltaba de nada ni a él, ni a sus hijos. Mucho tiempo transcurrió desde aquel día de lluvia en el que salvó al gusano. El hombre ya no recordaba ni el día, ni al gusano, ni lo que hizo por él. Hasta que un día trabajando, como siempre, en sus tierras, volvió a encontrar a un gusano parecido al que encontró aquel día y, mirando al gusano, con sonrisa reflexionó: «En cada acto de bondad que hagas para alguien hoy, puede que se oculte un bien mayor para ti mañana».

 

 

separador texto Gusano de lluvia

Evgenia Timofeeva

Evgenia Timofeeva, nacida el 2 de agosto de 1987, en una pequeña ciudad de Rusia, Sarov, provincia Nizhegorodskaya. En su país natal estudia magisterio de lengua inglesa durante dos años, después de lo cual se da cuenta de que necesita probar su suerte en España. A los 19 años de edad abandona su hogar familiar y su país. Al llegar a España estudió nutrición y dietética y se graduó en la Universidad de Valencia en fisioterapia. Actualmente, vive en Valencia capital. Su afán y entusiasmo por escribir la acompañaba a lo largo de su vida. De pequeña escribía cuentos infantiles, de los que disfrutaban sus compañeros de clase y profesores. De adolescente escribía poemas, que, desgraciadamente, no fueron compartidos con gran número de personas. Posteriormente tuvo un período de estancamiento en escritura y progreso en otras áreas de su vida. Pasaron años sin que su inspiración y vocación por escribir estuvieran despiertas. Hasta el año 2014, en el que con la edad de 26 años, vuelve a llenarse de enorme entusiasmo y pasión por la escritura. Este mismo año escribe y publica su primera novela Maldito poder del deseo, tras la cual la sigue el libro de superación personal Las cenicientas existen. Posteriormente trabajó sobre una obra de recopilación de relatos Relatos sobre algo que nos importa. Esta obra no se llegó a publicar. También ha vuelto su inspiración por la poesía. Algunos de sus poemas forman parte de las antologías Versos en el aire III y Deshojando sentimientos.

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Ilustración: Abstract photography, Dawid Skalec, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

 

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Revista Almiarn.º 83 | noviembre-diciembre de 2015 |
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