reseña del poemario de
Ana Herrera Barba
por
Fuensanta Martín Quero
P
oeta, narradora y ensayista, entre otras múltiples facetas, Ana Herrera Barba, nos ofrece con este libro una obra poética en la que la emoción es protagonista sin duda de todos sus versos, trasciende más allá de la estricta realidad, la acapara y la impregna de colores suaves, a veces grises, y de melodías vivaces, con las que el amor, el dolor, la plenitud de vivir o los anhelos y la angustia se subliman y se elevan más allá de lo tangible, tal como concebía Octavio Paz la poesía en un bello poema dedicado a la misma: Llegas, silenciosa, secreta, armada,/ (…) y despiertas los furores, los goces,/ y esta angustia sin fin/ que enciende lo que toca…
Estructurado en cuatro partes, la autora transforma esa realidad en la que está inmersa y la convierte en verso en un poemario que es la expresión del amor, de la vida y de la muerte, a semejanza de como lo hiciera Miguel Hernández en el poema “Llegó con tres heridas”: amor, vida y muerte. Los pilares básicos en los que se sustenta la literatura y, más concretamente, la poesía; y, como elemento vertebrador de estos tres conceptos: el tiempo, que todo lo recorre.
En la primera de ellas, “Del tiempo”, la autora muestra una doble faceta de este concepto: por un lado, lo temporal como marco en el que el yo poético percibe su propia existencia con una mirada abierta al exterior, donde cabe el amor, la belleza de cuanto le rodea que es a su vez belleza en la percepción de sus emociones, la plenitud de sentirse viva y la nostalgia de lo ya vivido; por otro lado, el tiempo concebido como contexto en el que existieron determinados personajes históricos o míticos (fundamentalmente femeninos) a los que la autora desea visibilizar y recuperar la memoria de sus vidas mediante la palabra poética: una mujer cuya historia es narrada en la Estela de Imhotep, Hipatia (primera mujer científica y filósofa de Occidente), la princesa omeya y poeta del siglo XI Walläda, y la princesa hindú Mumtaz Mahal.
El tema de la mujer es recurrente en el conjunto de la obra de Ana Herrera. Sus personajes femeninos (reales o ficticios) adquieren relieve en sus textos en un intento por devolverles el protagonismo que la historia y la literatura les han negado. Razón por la cual no solo le dedica cuatro poemas a esas mujeres concretas ya citadas, sino que también se dirige a la totalidad de las que han sido y son anónimas en todos los tiempos, y esto lo hace mediante un texto escrito en prosa poética en forma epistolar titulado “Carta escrita por una mujer”. En la tercera parte del poemario aparecerá otro texto con el mismo título, en el que se aborda desde la lírica el tema de la sumisión de la mujer y de la violencia de género, con el que la poeta se siente comprometida.
La segunda parte del libro está dedicada al cónyuge de la autora, y su tema primordial, su núcleo, es el amor, fundamentalmente concebido como un amor pasional, auténtico y profundo entre un hombre y una mujer, a excepción de los tres últimos poemas dedicados a su hijo, a su hija y a su abuelo, respectivamente, y en los que, obviamente, el sentimiento amoroso es el propio de una madre o, en el último caso, de una nieta. Casi en todas las composiciones que forman esta parte, el sujeto poético aparece en primera persona, en una declaración de amor constante y efusiva de la poeta a su amado. “Cuando estoy contigo”, “Te amo”, “Tu boca” son algunos de los títulos que dan buena muestra de ese amor pasional que se consuma o que es objeto del deseo, y que tiene como escenario paisajes idílicos o lugares cotidianos para ambos como es una habitación. El sentimiento amoroso es tan profundo que la poeta lo concibe trascendiendo lo meramente temporal. Así lo expresa en los versos del poema “Te amo”, con el que la autora hace un guiño poético al titulado “Te quiero” de Luis Cernuda, de su libro Los placeres prohibidos.
La sensualidad, que se desliza a menudo en los versos de este libro, adquiere un mayor protagonismo en esta segunda parte otorgando énfasis y sutileza en las maneras de decir las emociones amorosas, encontrando un cierto hermanamiento poético con la poesía amorosa de Gioconda Belli a través de escenarios íntimos que tienen lugar en espacios abiertos con elementos de la naturaleza o en la privacidad de una habitación, en la forma de concebir el cuerpo y sus sensaciones, y en el poder que la sensualidad otorga al momento amoroso culminado o deseado, unido todo ello a una claridad expresiva sin ambages ni máscaras que permite un acercamiento con el lector o lectora, quien recibe esa carga emotiva de forma directa como si de una música se tratara.
La tercera parte de este libro es un canto a la vida que se expresa como emoción plena, como satisfacción y como deseo o sueño en un intento por captar su esencia: Pero hoy quiero vivir lo no vivido/ y soñar lo no soñado, dirá en el poema “Desde el silencio”. Se produce aquí una identificación entre vida y sueño, conceptos ambos que la autora sitúa en idéntico plano de igualdad. Para Ana Herrera el sueño o ilusión es parte de la esencia vital y vehículo para captar lo que de la misma no es posible por sí sola, permitiendo de esta forma sentirla con plenitud. La vida, asimismo, se conceptúa como un todo. El concepto de universalidad aparece en distintos momentos del poemario.
Un rasgo que cabe destacar del espíritu de este poemario es una constante invitación a la vida y al gozo, y no importa si se hace mediante el amor, mediante la fantasía o mediante la entrega carnal con la persona amada. Pese a que las emociones predominantes en el poemario participan de la vida y se superponen a cualquier atisbo de abatimiento, en algunos poemas, sin embargo, surge el instante de debilidad, la contradicción propia del ser humano, ese no saber dónde se está ni hacia dónde se va. Como respuesta al mismo, la poeta recurre a menudo al sueño, al poder de la imaginación, en el que se sumerge pero sin renegar de su realidad, sino como complemento de la misma. Si hay un término que aparece con más frecuencia que ningún otro en este poemario, probablemente sea la palabra «sueño». Hasta tal punto resulta esencial para la autora la imaginación, la fantasía, que se produce una identificación plena entre vida y sueño. Por eso dirá en el poema “Sueños de azar”: la vida me invita a soñar (…) la vida me invita a vivir.
Por otro lado, el vínculo con sus raíces emerge en esta tercera parte con poemas como “Inés la loca”. Las raíces de la poeta definen su vida y así lo ha querido hacer constar en este libro. Aparece además un fragmento de su novela Hasta que los muertos lleguen al cielo (Ediciones Adhara, 2013), en la que cuenta historias reales acaecidas en su pueblo natal (Campillos) durante la Guerra Civil española.
La última parte del libro, como su título indica, trata de la muerte. Son abundantes las imágenes, la adjetivación y los recursos estilísticos con los que se expresan la melancolía, el silencio y la pesadumbre como emociones enraizadas con el final de la vida o con la incertidumbre. Hay un silencio que fluye/ del Universo/ que duerme”, dirá en el poema “Silencio”. Emerge un halo mortecino y apesadumbrado en buena parte de los versos en forma de enigma o de angustia vital, también de dolor. Aprovecha la autora este espacio lírico en el que la desolación aflora, para manifestar su contundente repulsa contra la guerra en un poema cuyo título ya es indicio de esperanza: “Bella libertad”. La esperanza pese a todo, la esperanza siempre.
La transparencia en la expresión de percepciones y sentimientos abiertos de par en par es una característica del libro; no exento, sin embargo, de la utilización de recursos estilísticos que otorgan musicalidad y sublimación a las emociones, como en toda buena poesía debe suceder. Abundan las anáforas y, en ocasiones, versos que se repiten a modo de estribillo buscando la sonoridad en la forma y la persistencia en cuanto a lo que se pretende transmitir; destacan igualmente paralelismos, personificaciones muy bien logradas, adjetivaciones de elementos percibidos por el sujeto poético que reflejan el estado anímico del mismo, hipérboles interesantes, metáforas, símiles, antítesis, enumeraciones y una cantidad ingente de imágenes que redundan en el lirismo de la palabra poética bien ejecutada.
Como ya señalé antes, este poemario abarca los pilares fundamentales de la literatura (vida, amor y muerte). Ana Herrera no ha focalizado su atención sobre un aspecto concreto de alguno de ellos, sino que su mirada es amplia y globalizadora, circular y con vocación de plenitud, definidora y definitiva. Una cosmovisión particular de su particular vida y de su entorno, que va ampliándose en círculos concéntricos desde lo ínfimo a lo universal, y desde lo tangible a lo imaginario.
Vida y sueño van de la mano, porque para Ana Herrera este es oxígeno de aquella, y ambos participan de idéntica esencia. Y en ese sueño tiene mucho que decir la poesía, tal como el mismo poema de Octavio Paz con el que inicié este exordio dice al referirse a ella:
Eres tan solo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Y este poemario, desde la sublimación y la lírica, desde la emoción convertida en palabra poética que trasciende la estricta realidad y la transforma en bella melodía, así lo cumple.
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Ana Herrera Barba. Poeta, narradora y ensayista. Licenciada en Filología Hispánica y Diplomada en Magisterio. Profesora de Lengua Castellana y Literatura.
Realiza actividades de poesía, teatro, prensa escuela y animación lectora. Participa en proyectos de innovación educativa. Imparte conferencias. Ha sido secretaria de la Federación Provincial de Asociaciones de Mujeres de Málaga.
Ha publicado con la Delegación Provincial de Educación y Ciencias de Málaga, con la Asociación de Estudios Históricos sobre la Mujer de la Universidad de Málaga, en diversos colectivos literarios (Firmana, Alas, Indocentes, Itimad) y en diarios y revistas culturales (El Librepensador, Almiar, Aldaba, Letras, Íttakus).
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Fuensanta Martín Quero. Poeta. Pertenece al Grupo ALAS (Autoras por la Literatura y las Artes de Málaga), a la Asociación Internacional Humanismo Solidario y a la Asociación Colegial de Escritores. En poesía ha publicado los libros de poemas: La esencia hallada (eBook, 2007), Interludio. Poesía escogida (Editorial Vértice, 2011), Casas de cal (Editorial Celya, 2014) y Las esquinas (Editorial Celya, 2014); y los poemarios breves: Parajes del silencio (Col. de poesía Wallada, 2002), Lugares y figuras (Col. de poesía Wallada, 2007) y Latidos (Col. de poesía Wallada, 2016). Además, sus poemas se han publicado en libros colectivos, destacando la obra Humanismo Solidario. Hoy es siempre todavía y la antología Dar Tika: Poesía y música solidarias (año 2015), promovidas ambas por la Asociación Internacional Humanismo Solidario. Colabora con poemas, artículos y reseñas críticas de libros en revistas especializadas. Sus versos han formado parte de diversas exposiciones de pintura y fotografía, destacando la exposición de pintura de la gran artista madrileña Soledad Fernández La ingravidez de la carne realizada en el año 2014 en Alhaurín de la Torre, promovida por la Asociación ALAS. Ha sido incluida en el Catálogo de Mujeres en el Arte, del Área de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Málaga, y en la Antología de Poesía Mundial elaborada por el poeta y pintor Fernando Sabido Sánchez.
🔗 Web de la autora:
http://lecturasdefuensantamartinquero.blogspot.com.es/ ▫ www.articulosfuensantamquero.blogspot.com/
Ilustración artículo: Portada del poemario (remitida por la autora de la reseña): Bajo un cielo añil (Ed. del Genal, 2016 – ISBN 8416626588). Adquirir este libro (en agapea.com): http://www.agapea.com/libros/BAJO-UN-CIELO-AnIL-9788416626588-i.htm
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