reseña por
Juan Carlos Vásquez
C
aminos, ingeniosas manifestaciones. La poesía desde sus pequeños espacios cubre al mundo que aún se resiste a develar cualquier vulnerabilidad propia. Pero qué sucede si esta se desata y sacude el espacio interno de la mente. Si en su imaginación surge desde el más allá destemporizando el tiempo e, inevitablemente, te engancha sin piedad para llevarte en su vuelo por lugares inimaginados donde el concepto toma otro valor para reflejarte en su espejo.
Y no pudiste ver Doctor Isla (Fragmento)
Eduardo Espósito hace un homenaje a la Ciencia Ficción. Dividido en dos puertas y dedicado a muchos autores que de una u otra forma trastocaron su impresión trasladando episodios a hechos cotidianos y particulares de su vida diaria y hasta de la familia. Autores como: Robert F. Young, Gene Wolfe, Aldous Huxley, Isaac Asimov entre otros… Una introducción a mundos conjugados, otra plataforma de estancia que en un opus bidimensional nos traslada letra a letra por mitos que se vuelven realidades cuando se encarnan con total intencionalidad en pro de una respuesta.
Como Ícaro ante las inclemencias de la elevación y el descenso, como Tannhäuser entre el bien y el mal Eduardo Espósito devela la creación particular de un tiempo que ha transcurrido más de lo debido, porque las formas solo se encuentran manipulando dimensiones que puedan trasladarnos al origen o al desenlace de los hechos. En esta obra, la poesía se deslinda de los artilugios, crece, se hunde hasta lo más profundo para retornar perdiéndose de vista… Las Puertas de Tannhäuser es el quinto libro de Eduardo Espósito, donde se arraigan las búsquedas a tal punto que los sentidos se vuelcan inmersos en todo tipo de rastros. Ya la vida no es la valoración imberbe de hurgar entre las mismas fronteras, la nueva figuración empieza a formarse, a dar sus primeros y engrandecidos pasos.
Paseo espacial
Un hombre camina solo al borde del planeta Necesita una piedra para explicar la luna El drama de su soledad duerme de espaldas a un sol áspero y agresivo Engorda una sonrisa cómplice cuando la ve pasar redonda como una dádiva banal casi un fantasma Pasa su aliento despuntando estrellas Pasa su drama como un mensaje en una botella Pasa Y se lleva la sospecha de haber existido.
«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas en el hombro de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». El soldado Todd Q-POS 3465. Blade Runner (1982).
Puzzle
Un poeta pretende reconstruir el rompecabezas del mundo desgarrado por sus abuelos
No recuerda las coordenadas (su propio lugar dentro del juego)
Prueba una vez Otra vez Desiste
El rompecabezas se insinúa completo.
Amarcord
A Isaac Asimov
Tu corpiño es una máquina cinética Una estaca en el cuore Por él se asciende a una escalera que te conduce al cielo
A un prieto cielo de acceso denegado Me gusta suponer que en él puedo fichar con mi tarjeta -mi chata identidad enamorada- Tu corpiño junta las sangres más dispares Las reconcilia en sus abismos Las hace leches de beber Con rastrojos de un dios anterior a su viudez inflama todo el orbe conocido y me induce a disfrutar de lo que asfixia.
Perfil del escritor:
Las Puertas de Tannhäuser |
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Ilustraciones en el artículo: (Cabecera) Megacity, fotografía por Pedro M. Martínez © | Fotografía de Eduardo Espósito, publicada en su perfil público de Facebook.
Revista Almiar – n.º 68 / marzo-abril de 2013 – MARGEN CERO™ – Aviso legal
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