poemas por
Cecilia Padilla Iglesias
Me enamoré de un poeta sordo.
De un filósofo con abono de gimnasio.
De la insurrección
en la cola de un Burger King.
Me enamoré de unos rizos pegajosos
rodeando unos océanos
verdes infinitos,
deseándolos absorber.
De un incomprendido
con don de gentes
convencidas de haberle
llegado a conocer.
Y él
dejándose querer,
por cada uno un poco
y por nadie demasiado.
Me enamoré de la avidez por descubrir
el camino en sentido contrario.
De contradecir por deporte.
De estirar el café del desayuno
a la digestión de la comida.
Me enamoré de querer hablar –
y siempre hacerlo contigo.
Me enamoré, sí,
mientras tú
no lo hacías
por más que te mostrase
recovecos por conocer –
por más que dirigiera
mis caricias hacia tu pelo,
tú, con la sutileza con que
miras a los pájaros,
las despedías
enterrando la esperanza
más profundo bajo mis tripas.
Me enamoré
hasta de la sensación
de mirarte,
sabiendo que tus dedos hoscos
nunca buscarían mi piel.
De la nostalgia de una realidad onírica
que se cuela en el balcón,
aún abierto,
en las noches de fin de verano.
Noches, en las que tú trazas
en algún lugar remoto
siluetas de animales africanos –
elefantes,
y en las que yo,
escribo sobre ti,
adivino tu postura,
mientras la brisa,
aún cálida, me hace cosquillas
entre las piernas.
Cuando llegues aquí
Cuando llegues aquí,
pequeño, te sorprenderás bañado
en un mar de dientes
y de lágrimas. Salado,
como estoy segura de que lo serás tú.
Cuando llegues aquí.
Con nosotros, soplarás,
como el viento en el
cuento de los tres cerditos,
el mantón oscuro que
nos cubrió la espalda. Serás
la vasija para todas las flores.
Cuando llegues, Tomás,
lo harás a un mundo viejo,
creativo, y cargado de
experiencia. Donde todo
lo vivible desde un simple
cuerpo humano, ya se
dejó por escrito, ya formó
parte de una canción.
No permitas que ese sentimiento
te agobie, no te
desesperes por deslumbrar
en el camino –
no vale nada ser único
sin el calor de una tribu.
Sin el peso de las palabras
que otros regalarán a tu
aún minúsculo corazón.
Cuando llegues aquí,
allá, mis brazos estarán
bien lejos, pero estoy segura
de que te sentirás
acunado en mi regazo – aunque
nada sobre mí todavía comprendas.
No te preocupes, la vida
es lenta, tenemos años
para encontrar nuestra
canción. Para descubrir
nuestro cuento en las
mañanas de lluvia.
Mecánica
Me gustan tus pies descalzos,
barriendo el suelo de la cocina.
Imaginarme la otra mitad de tu cuerpo
entregándose a la tarea de hoy.
Tus dedos tersos se mueven,
lentos,
mientras tu cuerpo se estira.
Tus manos aprietan tuercas
hipnotizando a mis ojos
con tu rutina.
Tus pies. Sigo fijada en tus pies.
Reproduzco su trazo con los míos.
Cecilia Padilla Iglesias es una antropóloga almeriense, nacida en 1996, que trabaja con sociedades nómadas de cazadores recolectores intentando entender el rol de la movilidad en la evolución humana. Escribe artículos de divulgación científica para la revista Sapiens y se dedica, en sus ratos libres a la escalada. También ha publicado algunos de sus poemas en la revista Acumen (en inglés).
Los poemas adjuntos a este email, son parte de los escritos que Cecilia realizó durante su trabajo de campo en la selva de la República del Congo el pasado año 2022. Allí permaneció varios meses, acampando bajo los árboles, imaginando y anhelando sensaciones de su vida anterior.
🖱️ Web de la autora: https://sites.google.com/view/ceciliapadillaiglesias/home
🖼️️ Ilustración poemas: Imagen por 愚木混株 Cdd20 (en Pixabay)
Revista Almiar – n.º 134 | mayo-junio de 2024 – PmmC – MARGEN CERO™
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