poemas por
Lara Moreno-Ventas Losada
Como Caín sin Abel
así me siento yo desterrada de tus brazos
exiliada del único paraíso que conozco
y condenada a vagar día y noche
en busca de ese ‘yo qué sé qué sé yo’
que tú tenías y que ya no encuentro
ni en brazos ajenos
ni en besos con prisa.
Así me quedé cuando te fuiste
buscando cien razones para olvidarte los viernes
y ciento una para amarte como loca los domingos
porque no creas que he olvidado aquella noche
de lluvia que me dijiste
«me gustas más mojada»
que hizo que yo dejara de utilizar paraguas
y tú te quitaras la ropa.
Pero es que amor
no conozco mejor religión que tu pecho
ni mayor cruz que la que levanta tu despertar
y qué quieres que te diga
yo de rodillas sólo me pongo si es para rezarte a ti
que ya sabes que ‘si la poesía se corre
me trago hasta la última palabra’.
Reconozco que tú y yo nunca nos entendimos del todo
lo supe desde aquel día en que discutimos
sobre si ‘ruina’ era diptongo o diéresis
y al final no me quedó claro
pero yo sigo poniéndole tilde
aunque tú te empeñes en llamarlo
licencia poética.
Pero ahora quiero decirte
que tu estúpida diéresis no nos salvó de perder la vergüenza
pero supongo que tampoco hubo acento
que nos salvara a nosotros
ya ves, ni el amor nos salvó de la vida
ni la poesía de la muerte.
Y ahora ya da igual ya no somos los de ayer
ya no nos quedan reproches que nos mantengan con vida
ni sé cómo decirte que sobrevivo amando errores
intentando ser la excepción del
‘si amas algo déjalo ir’
que sin querer te coronó como la equivocación de mi vida.
Sea como sea sigue lloviendo
y yo ya no creo en el (des)amor
(pero no dejes de hacérmelo)
por favor,
que no sabes lo bien
que le sientas al verso.
Para los acentos de mi vida tu licencia poética.
(No hace falta que leas los paréntesis)
Me han dicho que te han visto perdido, encerrado
en algún lugar sin posdatas donde por lo visto
ya no hacen corazones descosidos a medida
ni llueven cristales, ni rompemos ventanas, ni gritamos
(ya no tienes quién haga tus domingos astrománticos)
como queriendo escapar de la jaula que construyeron nuestras manos
después de haberte marchado para demostrar que irte es echarte de menos
y que el frío tiene algo que ver con eso de la distancia y las estaciones de tren
como si no supiera ya que la mayor distancia entre nosotros es una conjunción
y que el frío llega con la ortografía y los puntos
(o en ese acento en el que me maté yo)
aunque siempre te quedes a medias de amarme matarme
(perdona mi dislexia emocional)
corrigiéndome todas mis faltas para que cualquier día lo borre todo
y quizá con suerte puedas edificar tus pilares en mis comisuras
y volver a empezar
cualquier amanecer en una sala de espera sin esperanza
a la que diremos fuimos de querer
después de desangrarnos descubriendo que nos mintieron
cuando dijeron que la primera vez que haces el amor es la más dolorosa
(como si no doliese deshacerlo después)
y que desde entonces sólo yo sé hacerte el amor sin quitarte la ropa.
(¿Para qué sirven las otras veintiséis letras del abecedario?)
Lara Moreno-Ventas Losada, es de un pueblo de Toledo, tiene diecinueve años (a punto de cumplir la veintena) y es estudiante de 2.º año de psicología en la Universidad de Jaén.
🖲️ Web de la autora: Me llaman Octubre
(http://drogasyamoor.blogspot.com.es/)
Ilustración poemas: fotografía por Pedro M. Martínez ©
Revista Almiar – n.º 69 / mayo-junio de 2013 – MARGEN CERO™
Comentarios recientes