poemas por
César Bisso
Ser
Devenir incesante
mudanza de la belleza
búsqueda temblorosa del vacío
sonido asible y oculto
espiral de luz
violencia de lejanas lluvias.
El río es un ojo que no olvida.
Borde de isla
No llego al río.
Permanezco en la antesala
del crepúsculo,
bajo el mismo aire
donde mis manos buscan
la inmanencia del quebranto.
Mis ojos, ausentes de luz,
bucean en turbio remanso
en busca de lo que ya no está.
Como araña enhebro el silencio
en los telares azules del dolor.
Bordeo una isla de cenizas.
En la orilla, párpados de agua
trasponen la frontera sacra.
Para no morir
Escribo con el agua
sobre la piedra violácea
del sueño.
El río se deja oír.
Otras voces muerden
la carne viva del ocaso.
Orilla de infierno.
Queda vacía la palabra
y fuga entre hojas
hacia la boca de la noche.
Crescendo
Voy hacia la luz más alta del río.
Transito el sendero de los pájaros.
La tierra se ha perdido. Nada
sublima este paisaje moribundo
sobre un cielo caído de repente.
Presiento el destino del vuelo.
Se esfuma el árbol. La mirada.
No arrojo corazón ni osamenta.
Isla
Mujer fluvial, desolada.
Invoca el último destello.
Aguarda su cadáver.
Galope
Las crines arden
entre viento y arcilla.
Bajo sudada pelambre
el músculo resiste
la terquedad.
De pronto,
relincho vertical
eriza el verde.
Caballo en soledad
toca el alba.
Dónde
Hay eternidad
donde un árbol
no alcance
su propia sombra.
Criaturas de la orilla
Quien se desliza por la orilla es el hombre, no el agua.
Ella está quieta, enlutada de invierno.
Abriga lívidas criaturas deseadas por el cazador.
El párpado no se cansa, intuye lo que vendrá.
Sombras montaraces ondulan el crepúsculo.
El disparo es silbo de viento perezoso.
Un ruido expira entre alas de siriríes que se alzan tras los juncos.
El paisaje transforma el gesto del hombre, no el canto enfurecido.
¿Adónde va la sangre, dónde cae el plumaje sin cuerpo?
El cazador alza la presa sobre el hombro y retorna a la guarida.
Los patos orbitan la orilla. La calma surca el barro.
Solo el silencio espera la muerte futura.
El agua es la última fortaleza.
Garza mora
Serpentea el alba.
Con plumaje de luz
busca la fina porcelana
en el fondo de la laguna.
Abandona su vuelo
quien desde la orilla ignora
la armonía del cosmos fluvial
y comienza a desandar
el quebrantado rumbo del día.
Entre dos cielos,
la vida descansa en una sola pata.
Soledades
Una isla desierta no altera el tiempo.
A puro sol y luna se nutren los árboles,
el agua, el barro que sujeta los juncos
y la energía bestial oculta en la maleza.
Inspira silencios de intenso verdor.
Se desnuda tras la bruma del oriente
y se cubre con las hojas del crepúsculo.
La isla baldía perdura en el aura del río
y en el hechizo de una selva sin orilla.
Cada criatura intuye su rumbo salvaje.
Solo la sombra del hombre anda perdida.
César Bisso nació en Coronda, República Argentina, en 1952. Escritor, sociólogo, periodista, docente universitario. Ha publicado catorce libros de poemas y ensayo. Del más reciente, editado por la Universidad Nacional del Litoral bajo el título De abajo mira el cielo, se han seleccionado los poemas aquí publicados. Otros, han sido incluidos en diversas antologías y traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, alemán, esloveno y turco.
✉ Contactar con el autor: poetafluvial[at]gmail [dot] com
Ilustración poemas: Fotografía por jplenio en Pixabay [public domain]
Revista Almiar (Margen Cero™) • n.º 117 • julio-agosto de 2021
Precioso…
Gracias Alicia por tu lectura. Que viva la poesía.
Te saludo desde mi cosmos fluvial.
Alto poeta, este santafesino, conocedor de ese cosmos de islas y río
Hola, Ari. Agradezco tus palabras.
Mi abrazo fluvial.