poemas por
Luys D’Ariel

Carverianas

Pasábamos el día juntos. Decíamos en voz alta
las cosas que queríamos tener.
Por ejemplo, una casa con jardín,
dos perros y una caravana
para recorrer Europa.
Eso deseábamos. Niños, no. Ni locos.
Éramos jóvenes todavía.
Algunas noches íbamos al cine
y nos besábamos acaloradamente
en las butacas del fondo.
Como si fuera la primera vez, lo hacíamos
sin importarnos nada. No nos pregunten luego
de qué iban las películas,
quién era el bueno o el malo.
Un buen polvo —no tengo dudas—
es mucho más interesante
que las escenas de Hollywood.
En la vida real no están pautadas
ni están hechas por dobles.
Pasábamos el día juntos…
Algunas tardes nos quedábamos en casa
haciendo striptease, borrachos,
mientras tus manos gemían
You can leave your hat on.

Bukowskiana

Pam era la más joven y la más guapa
de mis cinco amantes. La más astuta, por cierto.
Mitad china, mitad galesa.
Hablaba a trompicones y hacía
el amor como una laucha.
Era mi favorita, por muchas cosas.
Su cuerpo bien modelado, su fogosidad,
las ganas que tenía de vivir…
A veces me quedaba horas
escuchando el ronroneo de su vientre.
Jugaba con sus pezones negros
que se ponían duros como un guijarro.
Hasta que en cierto punto se cansaba
y se subía sobre mí. Era muy buena en eso.
Bailaba, pintaba y enseñaba cantonés.
Hacía objetos de arcilla, que vendía en ferias.
No le importaba dejarme su estúpido dinero
cada vez que le lloraba un poco.
Más que generosidad, lo suyo era erótica del poder.
Yo le lamía los zapatos si ella me lo pedía.
Por suerte, sus gustos eran normales
y me hacía pasar la lengua
tan solo por sus heridas.

Tan solo ellas

A los 25 años cualquiera puede ser Nacho Vidal.
Y el cielo es un gran coño, el mayor de todos.
Todo es posible y nada impenetrable, ni jóvenes ni viejas,
ni solteras ni casadas. No sé por qué
me atraían tanto las viudas. Soy bueno
para dar consuelo, siempre que las palabras
desemboquen en el catre.                   Así era yo
en mi juventud, sin escrúpulos, vigoroso. 
Tan seguro de mí mismo.
Pero a los setenta… Todo cuesta un Perú.
Levantarse por la mañana, trabajar, escribir bobadas
en revistas que nadie lee. Mi vida se desmorona. 
Lo único firme y erecto en mis manos
son las botellas de whisky. A falta de amigos y de amantes,
ellas cuidan de mí… Y yo de ellas.

Toda historia de amor es la de un crimen

El amor me ha matado muchas veces.
Con saña y con dulzura. Me ha matado.
Mira qué retorcido, que aquella tarde
me estranguló con el cordón de una vereda.
Y con el brillo de sus ojos.
Y con la flor de la canela.

También, para más inri, envenenó mi alma
con músicas románticas y horteras.
Y aquella noche de verano en Palma
cegó mis ojos y me llevó a su abismo.
Mi cadáver aún flota en la impaciencia.

El amor me ha elevado muchas veces
para ver cómo se estrella
un pájaro con alas rotas.
Y me erigió en su dios con pies de barro.
Duré en el pedestal lo que unas medias.

Con besos, con abrazos, con caricias
me ha matado el amor y yo me he muerto
pensando que algún día
bajarían por mí hasta este infierno.

Me mató, me saqueó, me dio muy fuerte
y todo sin piedad, a sangre fría.

Mis muertes me enseñaron muchas cosas.
La crueldad, el dolor, el egoísmo.
Los nervios, la ansiedad, las mariposas
y que uno está tan solo en su vacío.

El amor me ha matado muchas veces.
Y, aun así, me gustó que me matase.
Es lo que tiene amar al asesino,
ver el mar proceloso y embarcarse.

Ahora viene y me dice que respire,
que me levante y ande como Lázaro,
que mi cuerpo está frío y ya no hay nieve.
Yo esta vez me hago el muerto, por si acaso.

 

Luys D’Ariel (Buenos Aires, 1966). Becado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, llegó a España en 1993 para hacer su doctorado en Lengua Española y Lingüística General. Alterna la docencia y la investigación lingüística con la escritura y la composición. Ha recibido varias distinciones: mención de honor en el Ulises Petit de Murat (1985); accésit en el Premio de Crítica Ópera Prima (1996); Certamen Literario «Peña Lisa» de Becerril de la Sierra (2005) y en el VI Certamen Literario de Manzanares el Real (2006); finalista en el Certamen de Humor Jara Carrillo (2020) y en el III Premio Internacional de Poesía «El mejor poema del mundo» (2021). Es autor de la aventura poética Calipso abandonada (Dunken, 2017), La máquina de afilar cuclillos (Círculo Rojo, 2022), Conocerás la noche (Aliar, 2023) y Poemas de Country Club (Averso, 2023). Contactar con el autor: joselu3105[en]hotmail[.]com.

🖼️ Ilustración poemas: Montaje fotográfico, con soporte IA, de dos imágenes: Taberna Bukowski (raketentim, CC BY-SA 2.0) y Raymond Carver (Marion Ettlinger, Public domain), ambas en Wikimedia Commons

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