TAL ESCARCHA CAVANDO EN LA APARIENCIA

TAL ESCARCHA CAVANDO
EN LA APARIENCIA
por
Manuel Lozano

 

Q

ueridos amigos: No sospechaba siquiera que, en mi último viaje a Perú, reencontraría a un Naylamp esperándome con la persuasión de un antiguo esplendor. Entre Lima y Cusco, Pisac, Ollantaytambo y los templos de adobe ancestral de Pachacámac —tan semejantes, desde cierta mirada, a los zigurats de Babilonia—, escribí sobre éste y otros dioses del temblor llegados desde el primer océano:

 

NAYLAMP

 

Cierzos, cenizas arrojadas a la arena.
Como inhóspita es la boca, así el brillo del día
te abandona a la pobreza de los hombres.
¿De dónde vienes, padre del temblor,
a pedir la certidumbre como reina de esta tierra,
a velar por la memoria, mi memoria,
la vasta fuente de la casa en que descubriste
los telares de espuma sobre el fuego,
el golpe de tambor que no doliera,
tu nombre hecho piedra, tan alto y tan hermoso?
Vienes por el viento
a sumergirme en la sangre de la divina máscara.

Quisieras haber amado una palabra de este mundo,
recordar el agua lúgubre brotando de los ojos
con la austera altivez de brújula, engendrándome.
Así no te alcanza la historia de los hombres.
El pregonero se desnuda en su rostro, en su saliva.
La fiebre ha de buscar ventanas con penumbras de incendio.
Mientras corría sangre en el granizo,
¿Cómo era el retorno con manos de lava -padre del temblor-,
de qué enguantado aluminio me nacaró tu lastimadura?
Alrededor, entronizan a un guardián de dilecta astrología.
La irremediable madama estruja desechos
para un catre que gira hacia la muerte.
¡Telarañas desatinándose bajo la luna, frenéticas,
almohadas para cabezas de lobos,
dientes de lobo dispersos
en un zaguán oblicuo de Odilon Redon!
Que descienda de un salto la memoria abisal
desde la tentación del océano donde no ve tu iris.
(Aves de cetrería cuelgan de la alcándara,
y son siglos en el muro
los que labran redes feroces,
la máquina blasfema sobre el hueco del llanto.)
Que la pérdida fuera arrancada de los sótanos:
¿has reconocido lo que hiela sin fin en las persianas?)

Pido transparencia para hablar,
la pido con un soplo en la garganta
mientras el vacío anterior a mí
se hiela como seco antifaz entre los muelles.
¡Triunfante, triunfante, triunfante!
Eras llegado de agua a la isla que aún tiembla.
¿Cuándo? ¿Pero hasta cuándo?
Por aquí el prodigio del diluvio, por aquí el paso peregrino,
la turbia sed que se inclina ante los cuerpos.
¡La orilla, la orilla, el otro lado!
Se ignoran para siempre tu amor y tus vestigios
en la elegancia brutal de las chozas.

Manuel Lozano
Cusco-Lima, abril de 2004©


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NACIMIENTO

… Pachacámac, año 54 D.C.

Púdreme la tierra
sus texturas de luz
para la herida.
Así me pierdo.
Silbas la traición de las palabras:
(Son sus paredes,
su máscara fúnebre.)
Las estrías de arena
queman los huesos del largo escalofrío.
¿Oyes los golpes de oráculo
flotando en cada esfinge?
Se multiplican
por amor al relámpago.
Adorada esta lluvia
contra el espejo que vuelve.
Así me abro
no sé a qué bocas de lobo.

Manuel Lozano
Pachacámac, Templo
de las Vírgenes del Sol, 20 de abril de 2004©

 


EL ORANTE

 

Hiciste un cuenco con el cráneo rojo de tu soledad.
Cuando palpan, las manos multiplican
chacales devoradores
inmolando la única ceniza
engañosa y perfecta.

Manuel Lozano
Ruinas de Ollantaytambo, 19-IV-2004©

 

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Manuel Lozano Puente de culturas

Manuel Lozano recibiendo una reciente distinción en Lima

 

ÍDOLO QUE PROFETIZA
a Leo Zelada

¿Pero de qué sol oscurecido vendrá la cara como un
presentimiento? Traerás los atavíos desdeñados, el tacto
de un crimen que abandona.
La plegaria abre sus pórticos con cenizas de una vieja
celebración. Noche veloz de los dioses, ¿cuándo mata el
desierto el fulgor de las genealogías? Aciago este pasaje,
delirantes los frutos.
Ya has sido borrado del infierno y sin embargo nace el
alba.

Manuel Lozano
Machu Picchu, abril de 2004
©

 

TAL ESCARCHA CAVANDO EN LA APARIENCIA

Hacia atrás, en el viento,
no atesoras tu estatua de sal.
¿Por qué lamer los bordes de la jaula,
si el milagro te abandona?
Enguantado cazador atraviesa los pórticos.

Tal ladrido, tal hambre, tal escarcha.

Manuel Lozano.
 Ruinas de Ollantaytambo, abril de 2004©

 

Tal escarcha cavando

Dos momentos en la ceremonia de doctorado de Manuel Lozano

 

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Camina por el puente

 

Puente de Culturas TAL ESCARCHA CAVANDO

Editado por PmmC – Artículo publicado en Revista Almiar – Margen Cero™ (2004-2005) – Aviso legal

 

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