I
Rabia que no llega,
como posos de sal inútiles.
Arena y más arena,
acumulándose por todos los rincones.
Y tú y yo. ¿Dónde estamos?
Intentos a base de lanzas quebradas,
arremetiendo en agujeros,
cosiendo nadas sobre nadas.
Imágenes en sepia.
Y tú y yo. ¿Dónde estamos?
Palabras llenas de corazas envenenadas,
puntos suspensivos, comas y piruetas.
Recuerdos que no quieren marchar,
y olvidos que asaltan a la memoria.
Pero tú y yo, ¿dónde estamos?
II
Hay rencor bajo la alfombra,
colándose por las juntas de las ventanas,
entrando por la puerta,
comiendo en la mesa.
Hay silencios llenos de errores,
que echan la culpa a diestro y siniestro,
y el hombre del saco acostado en la cama.
Hay retratos lejanos en todas las paredes,
manchas de humedad detrás del sofá,
y el suelo debe estar debajo de tanta arena,
no hay escoba que lo pueda barrer.
Toda la habitación es lluvia seca y barro,
y mis pies hastiados,
imposibilitados de movimiento,
son un frágil reloj de sol.
Inútil en esta niebla perpetua.
Hay días de cristales al rojo,
deformados,
amenazando ser algo.
III
Podíamos hacernos daño,
no sabia que debíamos hacerlo.
Inevitable.
Lluvia de verano.
Podíamos olvidarnos en cualquier momento,
dando una vuelta de más sobre la cama.
Inaprensible.
No hay forma de asirte, asirnos.
Hilo que se quiebra de tanto tirar.
Tirar, tirar, se va.