Pobre Hank
Arnaldo
Sejas
Cuando
estoy triste y devastado y desértico leo a Bukowsky.
Es una inyección de violencia etílica, es toda
la humedad de las calles de la ciudad y los rincones de los bares.
Siempre está tan jodido y en pensiones de mierda.
En un tiempo yo estuve en algunos de estos lugares,
divagando y perdiendo.
Ahora no es tan distinto pero lo es.
Miro a mí alrededor, con un cigarrillo colgando
de mi boca y el calefactor al mango, la tele encendida diciendo algo
que no me importa creando un efecto de ronroneo y me siento mucho
mejor.
Y pienso, pobre Hank, tan necesitado de algo
que nunca pudo explicar del todo.
En la mañana despierto con los labios resecos,
el calor es asfixiante y estoy todo transpirado.
Toso todos y cada uno de los cigarrillos que
fume y veo puntitos blancos por todos lados.
Salgo a la calle y el sol me deja ciego, los
anteojos se me caen y se hacen polvo.
Subo al coche y conduzco con un ojo cerrado y
el otro a media rendija.
Esquivo a una vieja sólo para que un gordo en
un camión gordo me mande a la mierda.
Cuando llego al trabajo tengo que estacionar
a una cuadra de distancia.
Esto le da la una nueva oportunidad a la dueña
del local de interceptarme.
«¿Cuál es la nueva queja?» —le digo.
Suelta su veneno y pus y destellos.
Pienso: «Pobre mujer es vegetariana».
Le digo que necesita un buen trozo de carne,
no sé si lo entiende.
Por las dudas me regala unos insultos y se va.
Camino rápido, es tarde, siempre es tarde, nunca
conseguí un reloj que me fuera fiel.
Es tan temprano, que me deshago en odio.
La mañana (pienso) debería empezar a las 12:30.
Prendo el primer cigarrillo al llegar a la puerta
del negocio.
Es como un cuchillo en la garganta, toso y tropiezo
con mis cordones desatados.
Estoy desparramado y tengo la ropa empapada (de
sudor y de barro y de mala suerte).
Comienza a llover con todo el desagrado que tiene
Dios por mí hoy.
Puteo por lo bajo y me levanto.
Miro la cerradura.
Miro mi ropa.
Toco mi cara.
Palpo mis bolsillos.
Tuerzo la boca..., y acepto que no es mi día,
que estoy mojado, que me insultaron, que el sol es a veces tedioso,
que los cigarrillos se han amotinado contra mis pulmones y finalmente
que olvidé las llaves.
Y pienso:
Pobre Hank, pobres todos los Hank del mundo como
yo y..., ¿como vos?
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ellarvarecords(a)hotmail.com
ILUSTRACIÓN RELATO: Fotografía por Nancy Caridad ©, perteneciente
a su
muestra de imágenes en Margen Cero.
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