Rural

poemas por Diego Salas

La iglesia derrotada y su paisaje de piedra
que inunda los ojos de la novia que aguarda
paciente al novio que se quemó de rabia
y salió caminando bajo el portal,
como el más truhán de los truhanes.

El caballo de cal y raíz de encino que
mastica las penas del solitario obispo
que se ha embriagado del cáliz sagrado
para no tentar al diablo y querer besar
los labios de la virgen de ojos negros.

La tarde que deambula entre el cielo
violento que se mueve y golpea
a contra tiempo del reloj las paredes
huecas del vecindario abandonado.

Los silencios que nacen del lodo
matando borregos que escatiman acciones
al por mayor siguiendo el caminar
del pastor que se guía con sueño hasta el vacío.

El valle que se deslava para romper
la rutina de los siglos extinguiendo
golpe a golpe y metro a metro la
sonrisa forzada de la comunidad en ruinas.

La muerte que se marcha al salir
cuesta abajo para aventar por la borda
los cuerpos testigos del presidio
corrupto del olvido en esa tela
mustia de puertas y ventanas podridas.

El dios que anota todo como si fuera
él, el único testigo del genocidio
sin violencia, sin ventanas rotas,
sin machetes afilados, sin piedras
que se ensañen contra cabezas ajenas,
sin esperanza, que como virus,
se propague por pegarle de gritos al cielo.

El pueblo que se abandona tras la coa
oxidada y la caña que no finge ya ninguna
dulzura tras haber sido condenada a muerte
en la cabeza rota de la soledad.


Supongamos
linea gris poema supongamos

Supongamos que te veo
desde la ventana
y te trazo
como el destino que no falla.

Que especulo certeramente
sobre el resultado de tus caderas,
y hago retratos hablados
sobre el vaso que bebes a diario.

Que me aseguro de que pises
siempre con el pie izquierdo
cuando es febrero y el sol se duerme.

Que te figuro tras las paredes

y sobre el techo,
cuando ríes
o cuando piensas con tus labios quietos.

También podríamos suponer
que todos los días
voy a la tienda y compro
esbirros de sombras
para cuidarte
sin quitarte el sueño.

Que me guardo las manos
si estoy a punto de
quebrar tu espejo con un golpe.

Supongamos que te amo
y no me culpas.

Sólo supongamos.



Impersonal


Si se desvaneció
el ojo en el miedo.

Si sellamos ya nuestro
ex domicilio.

Si la llave la hemos perdido
los dos.

Por qué ruge entonces
la mañana con tanta
rabia que exhala sangre.

Si no entendemos
de que están hechas
estas lágrimas que mojan.

Si echamos a la ventana
la máxima del despecho.

Por qué entonces la voz
transmuta a un gemido melancólico.

Si me ahogo, te ahogas,
nos ahogamos... en un secreto
sobre virtudes y linajes.

Si somos dos o tres
o 4 o todo el ejército de Sade.

Por qué entonces
no pasamos por alto
este desaire del corazón.

Si estamos hechos
de arena o de castigo,
de adán o de eva.

Si somos la paradoja
de un silencio impersonal
y el bullicio de la familia entera.

Por qué entonces barajamos
la noche y la tarde
en un azar premeditado
donde los últimos
ganadores seríamos nosotros.

__________

@ Contactar con el autor:
asturiagiron[at]yahoo.com.mx

ILUSTRACIÓN POEMAS: Fotografía por Pedro M. Martínez ©


Mar de Poesías


Archivo histórico de Margen Cero. Poemas publicados en Revista Almiar, n.º 10 (27 abril / 28 junio de 2003); selección de poemas a cargo de Antonio Alfeca. Página reeditada en julio de 2021.

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