Fotografías y textos por Víctor López
Entre
Chile y Argentina
24.03.1978
No arranca el coche, me levanto con dolor de riñones, de espalda, como enfriamiento. Tenemos que empujarlo, pero no arranca; probamos con el arranque manual y lo único que pasa es que se rompen los pernios del cabrestante. Pienso que nos vamos a quedar todo el día; mientras empujamos, pasa cercano el tren que va hacia Chile, hacia Antofagasta y que atraviesa los Andes desde los que venimos. Llega un camión y nos empuja, arrancamos. Vamos llegando hacia San Antonio de los Cobres, el camino se hace pesadísimo, bajamos inclinaciones muy fuertes, son los Andes, me animo con Triana.
Llegamos al pueblo, es pequeño, se nos enrolla un sargento muy amable, no encontramos cambio y estamos muertos de hambre. Por fin, nos cambian en la aduana y el tío nos quita 200 pesos por la cara, this is América. Echamos gasoil con lo poco que nos queda después de pagar la comida y continuamos. El camino va siendo más diverso, vemos vicuñas, entra la noche y una zona increíble de torres rocosas rodeada de cactus, se recortan contra las últimas luces. Llegamos por fin a un pueblo con césped, árboles, en fin, la civilización; nos va el rollo cantidad, la luna está roja, inmensa, estamos a pocos kilómetros de Salta. Antes de entrar en la ciudad hay un control, te van dando indicaciones desde cierta distancia: «No efectúe movimientos sospechosos», «Encienda las luces internas...». Nos confunden con unos franceses que han pasado hace días y nos dan información de camping. Vamos al municipal, al lado del casino y es de lo mejor que he visto, intentamos cambiar moneda pero es imposible. Menos mal que nos fían la cena en un boliche cercano de un chaval joven.
25.03.1978
Me despierta una voz que dice: «Somos la policía»; «nos tienen que acompañar e identificarse». Bajo de la tienda de techo sobre nuestro Land-Rover, hay tres policías en posición de abanico. Nos dejan ir al lavabo, allí la señora de la limpieza se preocupa bastante: «hijos míos tener cuidado», y localiza el teléfono del consulado por si tiene que llamar. Discutimos con ellos para ir primero al consulado, nos muestran sus pistolas y no nos dejan, dicen que estamos detenidos, nos llevan en una camioneta sin placa de matrícula y la gente por la calle parece que nos mira; no hablamos pero todos entendemos lo preocupante de la situación.
Cuando llegamos al centro policial está vigiladísimo, atravesamos una especie de paredón interior y nos conducen hasta un despacho, está todo ruinoso. Bin coge un periódico y se lo quitan de un manotazo, se nos hace interminable el tiempo que pasamos allí. El rollo es una cuestión de dólares falsos, después de comprobar todo nos sueltan, diciendo que estamos libres, intentamos encontrar el Consulado y como no aparece nos vamos al camping; allí se alegran mucho de que no nos pasara nada, habían estado realmente preocupados. Hemos visto los primeros gauchos en el camino de vuelta.
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Fotografías: Víctor López Pérez-Fajardo © Derechos
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MARGEN CERO™ (2002) -
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