¿Paisajes?
I
Me han dicho que lloramos,
serán inundaciones del alma que padezco
alguna que otra vez,
océanos profundos que llaman la atención
de avispanegociantes potentados
en búsqueda de riego, fertilizada agua,
para sus plantas de cemento.
Alineadas torres, como falos erectos
buscando receptivos anos, engarzan rimas
barrocas para auparlas hasta nuestros oídos
tapando los clamores de los asesinados.
Almacaritativas, que lucen brazaletes
negros, clavan la vista sobre nombradas tierras
mientras encadenados monosílabos llenan
lenguas que se perfilan para las letanías:
la noche vistiendo árboles
y los blancos badajos golpeando campanas,
la sangre que recorre atardeceres
—el infarto a la vuelta de la esquina—,
la curvada hierba que acaricia el viento
—ahora hablo de miradas—,
la pupila que busca la lágrima dormida,
el último estallido que abrió la primavera
—el aire con un brillo rojizo—,
el viento que se tiñe de mentiras,
los besos que resuenan a vacíos,
unos blancos gladiolos que se alunan,
el pelo que retoza en la mejilla,
la botella de licor que acompaña la noche,
la rosa que navega hacia la luna,
esas bolas de billar cómplices del silencio.
Los hombres nos fundimos
con los árboles hacia la nostalgia:
queda la tierra abierta oliendo a húmedo.
II
Se torció la mirada buscando la ventana
cuando el ojo melancólico del mediodía
con su luz decoraba los árboles de piedra.
En opacos espejos, rojos reflejos,
desliaban los rocíos en mi encía.
Ciudades de innombrables
muertos, recogidos en ruidosos cementerios,
mis pupilas teñían.
Se torció la mirada buscando la ventana
y dio luz a los campos desolados,
torres de hormigón,
altos y resistentes edificios
rodeados de vallas protectoras,
donde se atan los cuerpos y se liberan átomos.
Ciego corrí por túneles,
por mis ojos entraron chimeneas, asfalto,
fábricas que llenaron mis pulmones.
Se torció la mirada buscando la ventana
y mi boca quedó muda.
De mis labios no brotaron palabras de ofensa,
ni mis labios rozaron la ironía,
tan solo el estómago supo de la tristeza.
Dijeron:
aprende a ser feliz.
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ILUSTRACIÓN: Fotografía por
Pedro M. Martínez
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