I
Habrá de vivirse esta ausencia de dulzura
El caminar lívido de las horas
Los blancos copos sepultando mástiles
Ya nada es lo que era
Mi razón es el sometimiento al orgullo
A la paz duradera que la indiferencia ofrece.
II
Aún escucho la llamada del naufragio.
Mis oídos se cierran hasta hacerse sangrar
Mas tu saliva los sana con pétalos de lascivia
¿quién detendrá a la maga herida?
Entorno los ojos y el suspiro es hiel.
III
Del amor sólo sé de recuerdos
He convertido la indiferencia en Ley
Tan sólo conozco los frutos letales
Los soles azules atravesando la piel
Líquenes arrasados tras la desaparición.
IV
Huyes dentro de la niebla que enjuga tus ojos
No existe deleite más feroz que observar
Cómo brilla la desesperación en tu rostro.
Nadie está a salvo de la abrasión de su sangre.
Nadie podrá apaciguar a la sombra y su sed.
V
Tan sólo dormir. Dormir bajo la luz plateada de la memoria.
Mi Dios es un Dios ebrio y en su aliento se desvanece la esperanza.
VI
Todo es pérdida y manos que asen rudamente fragmentos de un espejo.
En esa sangre se diluye la respiración.
Gota a gota sobreviene el silencio.
VII
Plenitud del desierto:
labios agrietados murmuran
cadáveres de sonidos.
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Sergio García Clemente
nació hace treinta
y tres años en Tenerife, lugar en el que reside y donde ejerce la abogacía.
He publicado algunos poemas en revistas digitales (El Grito,
El rincón del Haiku) así como en otras publicaciones impresas.
Contactar con el autor:
sergiogar60 [at] hotmail.com
ILUSTRACIÓN POEMAS: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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