Me declaro amante de la Novia de América,
Orquídea de luz Negra/
por el misterio rutilante de su taciturna cabellera/
Y lo hago con la soberbia de un guerrero que está dispuesto a
morir por el honor de morir en su nombre/
¡Cuántos olvidos moran en el corazón de los hombres!/
¡Pero no en el mío, no en el mío, que cuaja
en recuerdos vibrantes!/
Estuvimos juntos ¡tantas veces!/
Ella me hablaba desde las siete dimensiones/
Me dijo adiós, para ir a escandalizar la barca de Caronte/
Me dijo adiós, para que no hubiera palabras/
y que hablaran sólo nuestras lenguas hechas de diamante/
evitar que el sonido desfigurara las miradas/
Yo soy el amante que en sus largas noches yace desolado/
pero en cuya almohada titila la llama de su dulzura infinita/
Yo soy el que la amo por ser ella mujer, que goza siendo mujer
y por querer nada ser, excepto mujer/
Y siendo lo que es, mujer, dejó en mí sus llamitas blancas
y las rojas y las azules temblorosas y todas, eternas/
Las cosas han cambiado: ahora yo soy el amante desolado/
que quiere atrapar a la muerte para que ella no muera./
La pequeña llama
(Juana de Ibarbourou)
Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge;
¿no será, cada lumbre, un cáliz que recoge
el calor de las almas que pasan en su viaje?
Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas,
lo mismo que las almas taciturnas y buenas.
Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Hay otras casi rojas: espíritus de rosas.
Yo respeto y adoro la luz como si fuera
una cosa que vive, que siente, que medita,
un ser que nos contempla transformado en hoguera.
Así, cuando yo muera, he de ser a tu lado
una pequeña llama de dulzura infinita
para tus largas noches de amante desolado.
Yo nací con el fuego que sacude los volcanes
mis venas, en llamas de incendio se fraguaron
Pero no temas, amada
No quiere mi fuego arder y devorar con sus serpientes voraces
Quiere proteger tus manos que fueron llama de mármol
Tus ojos, llama de luz, tu boca, llama de nardos
Quiere mi fuego mostrar el poder y el cariño salvajes
que tenemos los hombres con el alma de amianto
Yo soy, cariño mío, el amante desolado
Tu luz de dulzura infinita en mi almohada titila
Mi fuego se domestica, se arrodilla ante la llama
Blanca de rosa y rosa de violetas marchitas
Cuán grande es mi fuego cuando hace temblar de frío
cuando de calor trepida y vomita flamas de piedra
Como en las noches de tinieblas sincopadas
Cuando explota, Atila temible en su luz de cuarzo
para abrazarte en una sola bocanada más allá de la muerte
más allá de mi puño abierto de vándalo conquistado.
Rebelde
(Juana de Ibarbourou)
Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,
Yo iré como una alondra cantando por el río
y llevaré a tu barca mi perfume salvaje,
e irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros
que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.
Y extenuada de sombra, de valor y de frío,
cuando quieras dejarme a la orilla del río
me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo.
Cuando yo encuentre la barca no me entierren
No me entierren, no me entierren
¿qué haré yo en el cementerio?
¿qué haré yo solo en medio de tantos muertos?
Venceré a la muerte, antes de que ella me perciba
Así la venceré del único modo que puede ser vencida
Yo iré en busca de la barca
Cruzaré ríos y beberé la espuma feroz de los remolinos
Mi sombra azulará la sombra negra de los mares
Mi voz duetará con el trueno y el fragor de los volcanes
Carontillo, Carontillo, yo veré a la eterna Juana
y gozaré del escándalo que hará en tu barca
Cuando yo te encuentre
¿qué haré yo en el cementerio?
¿qué haré solo en medio de tantos muertos?
¿No he cumplido acaso ya mi pena?
¿No he estado, acaso, vivo, sin ella?
Carontillo, Carontillo
Juana y yo seremos tu pesadilla en la barca.
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Los presentes poemas de Mario Blacutt
Mendoza pertenecen al libro
La Orquídea Negra, de reciente aparición. En éste libro, estructurado
sobre 20 poemas de Juana de Ibarbourou, el
autor «contesta» a cada uno de ellos con uno de los suyos, tratando de
respetar la atmósfera poética en que «Juana de América» escribió sus hermosas
obras.
Contactar con el autor:
blacutt[at]quazarsys.com
ILUSTRACIÓN POEMAS: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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