Densas voces se agolpan en el umbral.
Mi sangre, como un caballo frenético
hacia el cauce de tu cuerpo.
Aguas que reavivan la pasión
ardorosa luna de llama creciente.
Un estremecimiento. El ritual
de encontrarnos
para morir un poco menos.

Beberé de tu boca
el sortilegio de un poema
jamás escrito.
Encenderé la lámpara
mientras te despeñas por el fuego
de la noche
palmo a palmo
cara a cara.

Demasiado breve el amor
para ser cierto.
Demasiado urgente el amor
para darle nuestra espalda.
Necesario refugio el amor
para esta sed
que atraviesa.

De la ausencia

No instales una sombra
entre ambos
porque las sombras crecen
y devoran.

No dejes la puerta abierta
a la sombra
porque la sombra se desplaza
entra, avanza, hostiga.

No dialogues con la sombra
sobre tus estrategias con las sombras
porque la sombra es hábil
altiva y no descansa.

No tientes a la sombra
con la cadencia de tu voz
porque el lenguaje de la sombra
es artero a la hora de la emboscada.

No duermas con la sombra
en la noche de la desesperanza
porque la sombra acudirá
a tu sueño para luego
sacrificarlo con el veneno
de su boca.

No dejes que la sombra crezca
entre ambos
y un día nos cubra
y nos disuelva
con su espesa saliva de infortunio.