La muerte tiene los días contados
La muerte pidió que la cremaran
y esparcieran sus cenizas
sobre todos los vivos
Tres kilos pesó la muerte
Cuando nació la muerte
nadie quiso tomarla en brazos
era tan fea como las gordas de Botero
No durará mucho
dijo la madre al salir del parto
tan resignada y ausente
como una piedra en medio del temporal
Pero la muerte traía en los ojos
una luz endiablada
un dulce escalofrío de eternidad
Se equivocaron los médicos
y la matrona
y aquél que pasó la noche
llamando a la funeraria
Ahora es un bebé robusto
comentan las enfermeras
y a veces hasta Dios le cambia de pañales
Criaturas
Tus muñecas tienen las manos heladas
parece que juegan con la muerte a la escondida
y no se cansan jamás
Quién peina a tus muñecas cuando te duermes
Tus muñecas se peinan solas
y cuentan hasta diez con los ojos cerrados
mientras la muerte envejece bajo tu cama
La muerte en el Calvario
Evangelios apócrifos*
Acuérdate de mí cuando estés en
tu reino
le dijo la muerte a Jesús
y al instante quitaré la lanza de tu costado
y esos clavos que desangran tus manos desaparecerán
y esa corona de espinas se hará polvo
y esas viejas que sollozan a contraluz
esos curiosos que nunca faltan
esos turistas japoneses con sus cámaras infernales
esos tipos que te daban de latigazos
el centurión con cara de gay que no deja de mirarte
la toalla de Pilatos, el fantasma de Barrabás
todos se irán al más allá sin boleto de vuelta
Si me llevas contigo, si te animas
te prometo otra noche con María Magdalena
que el beso de Judas lo recibirá tu padre
que Pedro te negará mil veces en el purgatorio
que haré un pastel con 34 velas
pedirás un deseo y soplarás con tanta fuerza
que arrasarás los jardines de Roma
te doy mi palabra que eso ocurrirá si te decides
Y Cristo vio a la muerte colgada junto a él
con el rostro perdido en la noche infinita
entonces pidió a su madre que le cerrara los ojos
*Escritos surgidos en los primeros
siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y que
no fueron aceptados por la ortodoxia católica por no anunciar la buena
nueva. Llamados también evangelios falsos o extra canónicos.
La muerte lloró a los pies de
Jesús
Evangelios apócrifos 2
Como era de suponer
la muerte lloró a los pies de Jesús
Fue un momento emotivo, sin duda
ver la muerte despojarse de su túnica
dejar su guadaña en custodia
y caminar desnuda hacia la cruz
hablando en arameo
Qué festín para esos paparazzi
qué regalo del cielo esas imágenes
multiplicadas en Sky o CNN
La muerte no paraba de llorar
estaba inconsolable aquel día
como cuando le dijeron que Moisés
ya no vería la tierra prometida
o cuando le avisaron que Picasso
no pintaría su retrato
o más aún, la vez que Ulises
regresó donde su amada
como esas telenovelas venezolanas
lloraba a mares de ceniza, de sangre
de colillas acumuladas
en los bolsillos de Dios
Qué pena con la pobre muerte
ahí desnuda en el Calvario
llorando a los pies de Jesús
su hijo crucificado
El día D
Evangelios apócrifos 6
1
Primeros informes
(Martes, 1.52 hrs.)
Dios andaba en bicicleta
cuando la muerte lo fue a buscar
Ha fallecido tu hijo, le reveló
lo acabo de oír en la radio
2
Instituto Médico Legal
(3.15 hrs.)
Llegaron a la morgue
a reconocer el cadáver
El cuerpo de Cristo mostraba
signos visibles de tortura
latigazos, patadas, contusiones
una herida con arma blanca
dos agujeros en las muñecas
cien piquetes en la frente
fracturas de toda índole
y su camisa bañada de sangre
3
Reporte del forense
(3.30 hrs.)
Murió de un lanzazo en el costado
luego de desvariar durante horas
llamando a un tal Dios
(no se consigna el apellido)
y prometiendo la vida eterna
a quien se lo pidiera
4
Al tercer día
(Viernes, 20.05 hrs.)
Y quién resucitó, entonces
preguntó la muerte, sorprendida
Y Dios no supo qué decir
La muerte robó los zapatos de Dios
La muerte robó los zapatos de Dios
Le quedaban grandes y los usaba de todas formas
los lustraba ceremoniosamente antes de salir
y había dejado escrito en su diario de vida
Quiero morir con los zapatos puestos
Ni siquiera se los quitaba cuando dormía
Cuando se daba un baño de tina
esos zapatos burbujeaban como si hablaran
como si Dios enviara recados del otro mundo
entonces la muerte los acercaba a su oído
y las cosas que escuchaba la hacían llorar
Con los dientes de Dios
Con los dientes de Dios
escarbo la tumba de la muerte
Con los dientes de la muerte
escarbo la tumba de Dios
Con mis propios dientes
no escarbo tumba alguna
porque Dios y la muerte
se acuestan en el mismo nicho
pero en horarios diferentes
El extraño caso de La Santa Muerte
Ésa que ven ahí desnuda
mirando las vitrinas de la noche
no es otra que La Santa Muerte
Perdió su túnica en una riña callejera
y la guadaña se le cayó en la final del campeonato
mientras gritaba como loca por su equipo preferido
y la sacaban en andas los fanáticos
para después olvidarla, perdida de borracha
en algún bar de la periferia
Ahora no tiene qué ponerse y está pálida de frío
tiritando en mitad de la calle
mostrando una escuálida armadura que da pena
ofreciéndose al primero que pase
y así tener dónde dormir, por lo menos
Mañana empeñará su ataúd, lo hará a primera hora
a ver si la suerte se equivoca y le vuelve a sonreír
Llegamos tarde al entierro de la muerte
Llegamos tarde al entierro de la muerte
por eso nos dejó de hablar
y ya no sabremos de ella por un tiempo
hasta que pase la rabia, seguro
o le soplen donde estábamos a esa hora
mientras todos la despedían con grandes discursos
y lloraban desconsolados y se abrazaban al ataúd
silbando la canción del adiós
entre pancartas que decían: good bye
que Dios te bendiga, no te mueras nunca
escribe y manda fruta, y otras tantas
que no pudimos ver ni escuchar
que nos contaron a medias
porque llegamos tarde al entierro de la muerte
y no hay excusa que valga, ninguna
por eso seguiremos pintando el cementerio
tumba por tumba
hasta que un día nos perdone
Autorretrato de la muerte
Qué puedo agregar de mí
que no se haya dicho o escrito
o publicado por esa manga de reporteros
parados noche y día en las afueras del cementerio
subidos en las cruces
escondidos en los nichos vacíos
atrincherados en la fosa común con sus cámaras hambrientas
para ver si me atrapan en algo poco digno
o consiguen una instantánea de mi esbelta anatomía
o se llevan la exclusiva de mi rostro al despertar
saliendo de ese féretro que parece congelador
o tomando el sol en traje de Eva
recostada sobre la tumba de mi madre
Qué puedo agregar de mí
que los gusanos no aclararan en su momento
que Chagall no tuviera en mente
mientras colgaba detrás de su tela
o esas moscas que acompañaban los restos
de Baudelaire no hayan hablado en la sobremesa
o el fantasma de Vallejo no haya previsto
en esa noche de aguacero
Qué puedo agregar de mí
salvo que he sido feliz en los campos de batalla
aconsejando a los suicidas
mientras se miran al espejo por última vez
visitando a los enfermos terminales
tomando la palabra en el entierro de Cervantes
cargando el ataúd de Miguel Ángel o John Lennon
probándome el pijama de Mandela
Qué puedo agregar de mí
si cada letra de mi loca biografía
la escribirán ustedes tarde o temprano.
* * * * *
Mario
Meléndez.
(Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre
sus libros figuran: Autocultura y juicio (con prólogo del Premio
Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa); Poesía desdoblada;
Apuntes para una leyenda; Vuelo subterráneo; El
circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993
obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares.
Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana
y en antologías nacionales y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos
encuentros literarios entre los que destacan el Primer y Segundo Encuentro
de Escritores Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores
de Chile (Sech), Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro Internacional
de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma, Italia, 2003, donde es
nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos
del 2005, es publicado en las prestigiosas revistas Other Voices Poetry
y Literati Magazine. Durante el mismo año obtiene el premio «Harvest
International» al mejor poema en español otorgado por la University of
California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra
traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano,
búlgaro, persa y catalán. Actualmente vive en Ciudad de México, donde
realiza talleres literarios y diversos proyectos culturales.
Contactar
con el autor: mariomelendez71[at]hotmail.com
Los poemas aquí publicados son una selección de los incluidos en el libro
La muerte tiene los días contados publicado en el número dos de
la colección de poetas latinoamericanos de Laberinto Ediciones (México).
Fotografía del autor: Marco
Ugarte ©
Ilustración del poema: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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