Poemas para instantes eternos
Me gusta verte… dormirme… despertarme…
y verte otra vez.
Te pensaré y me dormiré… mañana será otro día y
te pensaré.
Humano en búsqueda: cuidado con los espejismos.
Como un dolor de muelas cuando una mano tira de
ellas,
con los ojos inundados de arena dentro de un oasis,
decidí darle la vuelta a tu recuerdo y dejar de pensarte,
al hacerlo me encontré con mi rostro, con los ojos tristes
y la mirada ausente buscando desprenderse en una superficie resbalosa
y sin punto de apoyo… Soledad, lo llamé…
Fueron tantos momentos bonitos,
que parecía imposible olvidarlos.
Hoy solo transitan de manera armoniosa
en la vía láctea de mis recuerdos.
Se volvió a abrir la puerta que yo ya había cerrado
y ¡qué ventarrón, me llega directito al corazón!
Abro una puerta: aquí no… la siguiente: aquí tampoco… (bis).
Tengo una última carta y al pensarla el fracaso
por su luz destella. Puedo jugarla o vivir con ella.
Eres como un frapuccino de Starbucks: nunca quiero que se acabe.
Des-engaño, desde que me engaño desde que me engaño.
La miel en los labios me dejó las piernas cruzadas, las ideas enredadas.
La miel en los labios me dejó la lengua cuarteada sin alfabeto y a mí
sin nombre.
Para qué temer al destino si hay alguien que lo
conoce con anterioridad: el destino mismo.
No corras, que la vida es pera (o perra).
Yo en tu pintura quiero ser un pájaro.
Quisiera acariciar tus tricomas pectinados con mis sentimientos infundibuliformes.
¿Surco es la parte sur del corazón?
Quiero llorar hasta que se me caigan los ojos, hasta que mis conductos
lagrimales se sequen en desiertos de kilómetros de tristeza. Hacer de
cada grano de arena un recuerdo tuyo… extenderte.
Si te pienso, siento. Si te tengo, muerdo.
Cuando te beso se me eriza el tiempo.
Una mirada tuya bastaría para sanar mi alma.
El tiempo derrama eternidad cuando no estás.
Gracias por recordarme la vana simpleza que otorga
el placer de soñar. (Nunca olvido). Por un momento debí de haber olvidado
la inevitable miopía de la realidad.
Si pudiera le diría a tu recuerdo lo mucho que le deseo la muerte.
Una vez yo era barco y tú, mi vela.
Soñando despierta encuentro el sentido de la vida.
Le reclamo a la vida la distancia, como la gota
de lluvia reclama a la tierra su dolor al caer.
Recuerdo: esa extraña forma del pensamiento de existir sin estar.
Fragmento de ti: el minuto en el que puedo observar
tus manos incrustadas al revés
de mis párpados, en la evocación mental de tu recuerdo.
Me salí de mi pequeño mundo para entrar en uno minúsculo: el tuyo.
Tiempo: momentos de diferentes tamaños.
Trataré de no hacerme tan consciente del tiempo. Mi síntoma: inconsciencia
atemporal.
Corazón que siente no ve.
Hay cosas con las que uno da vueltas en el pensamiento, pequeñas cosas
que marean.
No sé si de tanto pensarte comencé a olvidarte.
Que llueva que mi corazón es desierto.
Un corazón
se columpiaba sobre la tela de una araña, como veía que no resistía fuimos
a llamar a otro integrante.
Dos corazones se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que
resistía
fuimos a llamar a un dibujante.
Tic
Tac
Un tic, tac inspira
al tiempo
Lo envuelve
Y él elige qué hacer
en secreto.
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Fernanda
Oyarvide Ibarrola.
Correctora ortotipográfica y escritora de poesía, cuento y literatura
infantil. Actualmente trabaja para la revista Rocket magazine que
se edita en la ciudad de Barcelona. También colabora y ha colaborado con
diversas publicaciones literarias en México y Barcelona como: Fuxyz
magazine, La tempestad, Complot internacional, El
Naufraguito y el suplemento Tentación del Diario El Informador.
Contactar
con la autora: petitepichicoca[at]gmail.com
Ilustración de los poemas: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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