Bésame
Soy el tallo de tus rosas
en tus jilgueros blancos.
sobre la tierra No niegues
Hembra en que te descubres
Sepulcro que penetra mis adentros.
cada vez que el poema no termina de parirme
Sin embargo, yo seré la última página
que arranques de tu cuerpo
Niña, estrago del paisaje,
en el amanecer de tu casa
no la multitud que ha de apalear tu vientre,
sino el amor el hambre y la luciérnaga
y convoca el espanto con ternura
quiero ensartarte en mi cuerpo
que en tus labios se posen mis alas de niño
si ellas te miran con sus ojos nuevos
de un corazón que parió tu rostro sobre el mundo.
Me elevo colibrí en tus senos de ánfora
Naces entonces planeta surtidor de hechizos
Mientras te desnudo en un torpe andar de lunas
me desequilibran tus ojos brujos.