LADY LAY, la heroína
Eres la que primero amanece cuando la noche se descuida
y el violador le abre las piernas.
Fotografiaron tu cara,
tu palidez extraña de negra,
el tono gris lápida en tu frente
y el grosor de tus tobillos de niña porteña.
Lady Lay, la primera estrofa de un Dylan accidentado te llama
Lady Lay, entregaste dientes blancos y tiernas venas a una flor
Lady Lay, torniquetes en forma de rosas
amarran tu pelo.
Tú que viste destellos en las últimas filas,
la gracia del sudor en los cuellos de los muchachos
cuando tus mejillas eran todavía frutas rojas
y tu credencial te dejaba abrir la boca
en limpios salones de blancos.
Lady Lay, la gratitud vino siempre de la mano de un extraño
Lady Lay, ¿acaso los aplausos no son golpes?
Lady Lay, cuando aflojaste el músculo adolorido
dejaste caer tu sonrisa.
TRES SEMANAS
Todavía
la cama tiene su olor,
y la pieza y la silla y la cocina,
esa mezcla de té con canela,
colonia inglesa y tomaticán,
ese olor dulce que tienen todas las viejas.
Me acuerdo
de cuando se lavaba el pelo con champú de quillay
y se lo desenredaba en el patio.
Se pasaba el peine por la cabeza húmeda
y las cascadas caían negras sobre sus pechos de luchadora social,
armados hasta los pezones,
envueltos en un sostén-faja blanco de broches interminables.
Cruzo
el pasillo todas las noches
y miro sus figuritas de loza
que se llenan
de polvo en tres semanas...
MANZANAS CONFITADAS
Algo te hizo nacer cuando el sueño había acabado,
en el tiempo de cadáveres en la ribera izquierda.
Algo te hizo crecer cuando los uniformes estaban en todas partes,
cuando el rostro de Pinochet colgaba enmarcado en la dirección del colegio,
cuando Poduje venía
a inaugurar poblaciones a la orilla del zanjón.
Calor infernal del año 87, la felicidad brillaba en forma de llave,
una calva siniestra cortaba la cinta de tres colores...
Barricadas en 5 de abril, jóvenes combatientes.
Uno se iba a acostar temprano después que tu abuela te llenaba
un guatero con agua.
Eran los tiempos de los cadenazos,
cuando las calles tenían ese aire de desolación
que sólo tienen los pueblos abandonados
a su suerte,
al terror de su suerte;
pero más de alguno dirá
que para ti todo era alegría de cabro chico,
helados de agua
y manzanas confitadas.
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Natalia Molina Alanoca. (Santiago
de Chile, 1979). Poeta y música chilena. Entre 1999 y 2002 participó de
los talleres de poesía de Balmaceda 1215 impartidos por José Ángel Cuevas,
Carmen Berenguer, Paz Molina
y Mauricio Redolés. En el 2000 crea el, hoy extinto, sitio web Maquinaria
de la Noche, espacio dedicado a la difusión del trabajo de jóvenes
poetas . En el año 2002 obtiene el 2.º lugar del IX Festival Víctor Jara
de todas las artes. El año 2003 recibe una mención honrosa en el concurso
de poesía 70 años de las JJ.CC. y es editada en la compilación del mismo
nombre; este mismo año autoedita artesanalmente su primer poemario
Veteranos del 79, que incluye ilustraciones de su autoría. Actualmente
se encuentra dedicada a componer y grabar canciones
como parte del proyecto Aullido: http://aullido.podomatic.com, además
de estar arreglando detalles para la publicación de su primer poemario
(Editorial La Calabaza del Diablo).
aullidobanda[at]yahoo.com
ILUSTRACIÓN POEMAS: Obra por Asunción Aparicio © (ver
muestra de esta autora en Margen Cero).
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