relato por
Lucía Oliván

 

S

us dedos desnudos rechinan cuando se mueven. Su rigidez se clava en todo lo que toca. Trozos fláccidos de piel cuelgan de ella. Les cuesta sostenerse. Es puro hueso blanco y pálido. Un día fue hermosa, joven, amada. Hace ya tiempo que no.

La mano trepa por la cama de Cecilia. Su estructura ósea rechina mientras tira de las sábanas, las enrolla y las revuelve, hasta despertar a la muchacha. Entonces se esconde apresuradamente, caminando sobre sus propios dedos como una araña asustada: el aliento contenido y el tintineo de sus movimientos todavía marcados en el aire. Lágrimas de un sudor frío resbalan por todos sus lados.

La bella joven se levanta y su mirada astuta examina su alrededor, pero no encuentra nada que la alarme. Se dispone a dormir otra vez. Parece despreocupada. E inocente. No ve que la mano se asoma temblorosa por un lateral del colchón y se acerca a su cuerpo. Que contempla el hoyuelo que tiene bajo la comisura de los labios. Que se estremece cuando oye su pausada respiración. Que comienza a acariciar delicadamente su rostro con la punta de su índice, deteniéndose por cada uno de sus rincones, sintiendo la superficie suave de su piel, deleitándose con el fino olor de su pelo…

La mano de hueso se detiene. Sí. Lo sabe. Lo volvería a hacer.

La cortejaría de nuevo, le ofrecería esa alianza de diamantes que ahora descansa en la mesilla, celebraría otra vez la boda con la mayor pomposidad y honores que ella siempre se mereció.

Sí, lo sabe. Lo volvería a hacer.

Ignoraría la avanzada edad de él. La juventud de ella, su sospechosa inocencia, su sospechada ambición bajo su apariencia de ángel. Olvidaría su propio cadáver lleno de collares: ¡el del conde! Viejo y decrépito en un ataúd. El cuerpo amoratado. Las extremidades mutiladas, tiempo después. Sin joyas.

Sí. Lo admite. Lo volvería a hacer.

Si puede visitar a Cecilia cada noche; respirar su aroma, y enternecerse al mirarla; sentir, como lo está haciendo ahora, le es indiferente lo que ella haya sido capaz de hacer: valió la pena.

 


 

Lucía Oliván Santaliestra. Autora española. Se licenció en los estudios de Filosofía en la Universidad de Barcelona y en Traducción e Interpretación en la Universidad de Pau, Francia. Desde hace ocho años reside en Alemania, donde actualmente es docente en las materias de Filosofía, Plástica, Música, Francés y Español en una escuela de secundaria de reciente creación, de allí que imparta asignaturas tan variadas.
Como escritora, ha recibido los siguientes reconocimientos:
– Ganadora del VI Concurso de Relatos «Antonia Ruiz Bujalante» con el relato El otro lado.
– Finalista en el XXIV Concurso de Relatos «Juan Martín Sauras» con el relato Las visitas al cuarto de Mauricio.
– Finalista en el Concurso de Relatos Julio de 2020 «El Muro» con el microrrelato El muro.
– Mención especial en el Concurso de Relatos Agosto de 2020 «El muro» con el microrrelato Hasta que la muerte os separe.
Sus relatos Volando, Beberse la vida, Baile de máscaras, Misericordiam y El arlequín han sido publicados en revistas literarias como Extrañas noches, Letralia, Almiar, El Narratorio y The Barcelona Review.

📩 Contactar con la autora: luciaolivan [at] yahoo [dot] es

 

Ilustración relato: Fotografía (detalle) por Enrique Meseguer/Pixabay [public domain]

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Relatos en Margen Cero

Revista Almiar (Margen Cero™) · n.º 115 · marzo-abril de 2021

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