Los Diez Centavos
artículo por
Beatriz Celina Gutiérrez
U
na vez a la semana salía con mi tía madrina de recorrido por las tiendas habaneras. Ella era modista y propietaria de Cuca Modas e íbamos a hacer las compras de telas y accesorios para su negocio. Tengo tantas anécdotas de esa época que sería interminable este relato. Le agradezco a mi tía haberme sumergido en ese mundo y créanlo o no, leyendo las revistas Vanidades y Vogue aprendí a leer.
Recuerdo que las compras importantes las hacíamos en la calle Muralla, allí existían infinidad de tiendas de los llamados polacos, que vendían cosas de calidad y baratas, también comprábamos en tiendas de Monte y el recorrido final era por las grandes y modernas tiendas de Galiano. Entrábamos a todas, comenzando por El Encanto y al concluir nuestras compras siempre merendábamos en el Ten Cents de Galiano y San Rafael. Un comercio donde podías adquirir artículos desde cinco a diez centavos. De ahí viene su nombre en inglés: Ten Cents. En La Habana edificaron cinco y en el interior del país otras cinco tiendas. Siempre me pregunté si fue casualidad o lo hicieron a intención, ya que la suma de las tiendas daban diez. Nunca pude despejar esa incógnita. En ellas trabajaban alrededor de mil empleados la mayoría mujeres. Me llamaba poderosamente la atención lo hermosas que eran sus empleadas, muy maquilladas y perfumadas; en verano, vestían de blanco, y en invierno, de negro. Llevaban una flor en su blusa o un fino pañuelo colorido. Las muchachitas del Ten Cents, que así las llamaba yo, eran muy atentas en el trato hacia los clientes, y le decía a mi tía: «¡Cuando sea grande seré como ellas y trabajaré aquí…!».
El Ten Cent de Galiano tenía variedad de servicios: cafetería, dulcería, peluquería y atracciones infantiles, además de ser la última novedad en tiendas por departamentos y sus asequibles precios a la población. Mi tía realizaba algunas compras allí y siempre me complacía con pastillas de altea, las había de diferentes colores. Me encantaban. Después pasábamos a merendar a la cafetería, Aún recuerdo el sabor de las deliciosas manzanas acarameladas, los sundaes, frozzen, el pai de limón, el cake con helado y el blue plate, este último con bocaditos de pasta de huevo, pollo o jamón, lechuga americana y chicharrones de viento. Toda una delicia…
Los Ten Cents, eran una filial de la casa matriz F.W. Woolworth Company y en su fachada principal acuñaban ese nombre; Wilbur C. Andrew era el superintendente y Ernest A. Steward el administrador general. Se establecieron en Cuba en el año 1924 en San Rafael y Amistad, trasladándose a partir del 29 de enero de 1937 a su principal sede en San Rafael y Galiano, donde con anterioridad se encontraba La Casa Grande, que fuera una gran tienda propiedad de Faustino Angones, fundada el 3 de marzo de 1887.
El Ten Cents de Galiano y San Rafael, ofrecía mercancías importadas a módicos precios. Vendían todo lo que se puedan imaginar en sus plantas con mostradores de vidrio y madera. Woolworth, explicaba con orgullo, en sus folletos, la filosofía de comercio que aplicaban a gran escala y les permitían bajar costos de venta. Al llegar la época de Navidad adornaban su tienda con alegorías de esas fiestas, vendían grandes y rojas manzanas acarameladas, un Santa Claus le daba la bienvenida a los clientes y los niños hablaban con Santa por un teléfono. En ese Ten Cents pasé momentos de mi niñez inolvidables…
En ocasiones íbamos al Ten Cents de Obispo y en su cafetería comprábamos el frozzen con pastel de manzana o limón. Los sábados la tía me llevaba al Ten Cent de 23 y 10 en el Vedado, estaba muy surtido y en su cafetería merendábamos los clubs sándwiches con sundaes de chocolate. En todos los Ten Cents vendían hamburguesas o chisvergue, esas llevaban queso gruyer. El servicio que prestaban esas tiendas era de primerísima calidad y los clientes salían complacidos.
El último Ten Cents que inauguraron en La Habana se encontraba en Miramar, cerca del barrio donde nací, acudía con frecuencia al salir del colegio al negocio de mi padre, la American Mead Market, especializada en cortes internacionales de carnes, se encontraba en La Copa, muy cerca del Ten Cents. Allí acudían a realizar sus compras norteamericanos residentes en la isla. Como dato curioso, y que pocos conocen, les comento, que Woolworth, compraba en la American Mead Market productos para surtir sus Ten Cents en La Habana. Mi madre, que hablaba perfectamente el inglés, era la cajera de esa compañía y al terminar su trabajo me llevaba a merendar al Ten Cents de La Copa, como le llamábamos todos. En él había un precioso mural con estampas de la campiña cubana con sus frutas más autóctonas, que se extendía a lo largo de la pared de la cafetería. De ese mural ya no queda ni rastro. Todos los Ten Cents de La Habana han sido destruidos y convertidos en nuevos métodos comerciales. Nada que ver para lo que fueron creados en sus buenos tiempos de esplendor. Me entristece recordarlos…
Al abordar estas remembranzas lo hago con la nostalgia de una época que viví y que, al igual que yo, muchos otros la recuerdan ya que forma parte de la historia de los cubanos.
Beatriz Celina Gutiérrez Gómez. Escritora y compositora. Tiene diferentes libros publicados en España y otros países. Actualmente vive en Sonseca, Toledo, Castilla la Mancha.
🖥️ Contactar con la autora: beatrizcgg1951 [at] gmail [dot] com
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🖼️ Ilustraciones del artículo: Captura de dos pantallas del vídeo Descubre la historia del Ten Cent, en YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=qPKAY_weo_k&ab_channel=PepeForte).
Revista Almiar (Margen Cero™ · 👨💻 PmmC) · n.º 136 · septiembre-octubre de 2024
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