artículo por
Gustavo Catalán

 

L

as mentiras acaban envenenando el espíritu de quien las practica, escribió Kolakowski. Pero no ocurre igual con los receptores de las mismas, y los frecuentes spam que recibimos por correo electrónico, si les ocurre lo que a mí, es buen ejemplo de esa diferencia. Suelo leer el título (abrir el mensaje es asunto distinto y entraña cierto peligro, así que, ante la duda, papelera) a medio camino entre curiosidad y prevención, pero más de una vez asoma una sonrisa al imaginar el contenido y, muchas veces, frente a la evidente torpeza del remitente al elegir tema, vocabulario o intentar deducir en qué fundará unas expectativas que las más de las veces resultarán frustradas. En ocasiones dudo si debería hacer el clic por aquello de que los límites entre verdad y falsedad pueden ser difusos, y empleo algún minuto en ese análisis de tema y tono que a veces procura, como digo, nutritivo alimento para la imaginación.

Correo basura para perder el tiempo, pero ¿acaso muchos de los que recibimos y leemos no deberían ser también etiquetados como tales? Y encima, por lo general, sin segunda intención, lo que les resta el punto de divertimento que algunos spam llevan aparejado sin que su autor, con toda seguridad, lo pretendiese. Puede tratarse de una multa no pagada que te remite un supuesto Ministerio del Interior con dudoso logotipo, o la cuenta pendiente y que se delata por la redacción con tintes argentinos: «Para pagá tu factura, hacé clic acá…». Alguien suplanta a Movistar instándome a ingresar, «Gane miles negociando Bitcoin»… O Amazon, del que nunca he sido cliente, me anuncia un espléndido regalo de última hora.

Y los anteriores, junto a otros en idiomas distintos al que suelo utilizar, algunos para mí ininteligibles en su mismo alfabeto, ruso o chino. También los hay en inglés: Business opportunity o, ya traducidos, «Acabamos de añadir 20.985,32 $ a su cuenta», «Encuentra aquí las mejores chicas rusas»… De ser adecuado aplicarles el adagio latino, «Todos hieren, el último mata», tal vez aumentaría mi intranquilidad, máxime si se trata de una traicionera y obvia estocada a la cuenta corriente, lo que me induciría a poner mayor empeño en intentar adivinar quién y cuándo; sin embargo, y con las precauciones de rigor, tiendo, ya digo, a sacarles cuanto jugo puedo. Aunque a buen seguro no sea la intención del pirata y ello aumenta, si cabe, su atractivo. ¿Les sucede a veces algo parecido?

 


 

J. Gustavo Catalán Fernández. Es Licenciado en Medicina por la Universidad de Barcelona, y Doctor en Medicina (1990) con la calificación de Apto Cum Laude. Médico Residente y después Adjunto en el Servicio de Oncología del Hospital de San Pablo de Barcelona. Es también especialista en Medicina Interna y Endocrinología (Univ. de Barcelona), diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad, 1982).

🔗 Web del autor: Contar es vivir (te)
(https://gustavocatalanblog.com/)

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 Este artículo fue publicado originalmente el 29.03.2021
en el blog Contar es vivir (te).
🖼 Ilustración artículo por AbsolutVision / Pixabay [dominio público]

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