relato por
Óscar Armando Bidabehere
C
uando emigré del pueblo rumbo a mis sueños universitarios, a comienzos del ’68, iba envuelto en los aires patagónicos, llevaba en la alforja recomendaciones, alertas, incertidumbre y pasión por descubrir un nuevo mundo. Estaba solo con mis circunstancias, y a remarla se ha dicho. Tras larga travesía hice pie en Bahía Blanca. Durante ese primer año, tuve que enhebrar nuevos vínculos, y como una cuerda tendida a los afectos que dejaba atrás, una mujer me escribió, con cierta periodicidad, sin que mediara ningún pacto previo o promesa atesorada. Esas cartas me acompañaron muchos años, fueron una cajita de música que, al abrirla, la danza de la bailarina, hacía que amainara la zozobra. Luego de sucesivas mudanzas se perdieron en el olvido. Nunca antes me habían regalado, quizás sin proponérselo, tanta elocuencia y ternura. Preso de la ingenuidad de los diecisiete años pensé que aquellos ojos vivaces me habían mirado, había algo en ella capaz de cautivarme, una sonrisa de esas que derriban murallas, capaces de derretir las nieves eternas del Chaltén. Las misivas cesaron con el año, pero bastaron para abonar la ilusión mientras me sumergía en el devenir de los claustros, en medio de gritos, arengas, y pasos agitados se sentían los ruidos devastadores de la guerra de Vietnam, llegaban las resonancias del Mayo Francés, y las orugas de los tanques invadiendo Checoslovaquia, verdaderos cimbronazos que no me fueron ajenos, también vibré con otras emociones, noches de guitarreadas y atención dispersa en rostros femeninos que irradiaban su encanto, pero ninguno como el de aquella joven. No habíamos sido amigos de esos que comparten todo, salvo compañeros de algunas aventuras grupales. Al partir no nos habíamos despedido, sin que hubiera lugar, ni razones aparentes. Y nunca tuve la valentía de responder esas cartas, un enigma indescifrable en mi corazón, quizás porque me había impuesto abortar toda ilusión que naufragara en la distancia. Mas encontré en ellas un remanso donde recobrar el aliento y acometer los desafíos. Hace unos días ocurrió lo impensado, sorteando el confinamiento volvimos a encontrarnos, y en un viaje furtivo al pasado, venciendo las inhibiciones de tiempos juveniles, le confesé mis secretas ilusiones. Ya no éramos los mismos. El mundo era otro. Había muchos grises, dolores, e ilusiones rotas abandonadas al costado del camino. También, gotas de agua en el desierto, amaneceres felices donde abrevar. Y nuestra soledad que había vuelto al punto de inicio, con otros acordes, los de la nostalgia. En tanto ella, sin haber percibido la dimensión volcánica de aquellas cartas en mi espíritu, dijo sonriéndose con los destellos de antaño, casi sin anestesia, que nunca había registrado mi presencia de enamorado en ciernes. Es más, por si quedaban dudas, sometiéndose a la requisitoria, sentenció: —Nunca te hubiera elegido. Paradójicamente o no, esa noche dormimos juntos, enterrando los lastres de la culpa que llevábamos incrustada en nuestras vidas. Un canto a la libertad en el epílogo. La humedad había empastado la mecha, era tarde para los dos, el tiempo había dejado huellas, y no hubo lumbre que pudiera encender el amor, todo quedó en la fugacidad de un encuentro. Mas, ¡albricias!, estábamos vivos, y exorcizamos las acechanzas apelando a las luces de un tiempo que no volverá.
Óscar Armando Bidabehere (1950). Puerto Deseado. Pcia. de Santa Cruz, República Argentina. En el año 2005 fue premiado en el concurso narrativa organizada por la Asoc. Residentes Buenos Aires, siendo la titular del jurado la reconocida escritora Sylvia Iparraguirre. Título: De cómo la derecha devino en izquierda. En 2009 obtuvo el tercer premio concurso Editorial de los Cuatro Vientos con su relato “Vuelo Crepuscular”, publicado en la antología El decir Textual. En el año 2011, en el concurso por Memoria e identidad organizado por Cuentos y Más fue seleccionado para ser publicado en el diario Tiempo Argentino con el microrrelato Fue. También aparece en la Antología de Cuentos publicada por Editorial El Orden, y en Editorial Ayhesa. Su relato “La Vuelta al mundo en quince horas” está en el Proyecto Biblioteca Patagónica, edición digital y recientemente, enero 2012, en la Revista Archivos del sur, edición digital, aparece su relato No lo sabes. Hay otros relatos en los Cuadernos Culturales deseadenses, edición papel y digital y en el periódico El Orden, papel y digital. Su relato La vida en tres días apareció en la revista Almiar (España). En el colectivo www.elortiba.org: se publicó: La toma, sangre y arena, Epitafio Patagónico, y Aurora austral, entre otros relatos. En editorial de los Cuatro Vientos, Antología Bilingüe Letras sobre Papel, se publico el relato “Primavera Trunca”. En la actualidad reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
📩 Contactar con el autor: osbipd[at]gmail [dot] com
📷 Ilustración: Andrys, fotografía en Pixabay [public domain]
Revista Almiar (Margen Cero™) · n.º 120 · enero-febrero de 2022
Lecturas de esta página: 242
Comentarios recientes