artículo por
Antonio García Francisco
A
lo largo de la Historia podemos ver que los mitos, los credos, los dogmas, las creencias religiosas, en un proceso sociológico de aceptación porque los hombres creen que son buenas o útiles, saltan de una cultura a otra, se «generalizan» de manera que parece que sean propios de la religión que los exhibe.
Pongamos un ejemplo: la sicostasia o psicostasis.
Dentro del conjunto de creencias de la mitología egipcia, destacaba una muy importante: la retribución del comportamiento humano en el más allá. La vida no acababa con la muerte, sino que la muerte era un portal para iniciar una vida eterna en compañía de los dioses. Una creencia que, con variaciones, pasó a otras religiones por ser buena o por ser útil a los fines que perseguían.
El caso es que no podía pasar todo el mundo a esa segunda vida porque estaba reservada única y exclusivamente a quienes se habían hecho merecedores de ella: los que no habían cometido pecados. ¿Cómo determinar este extremo? Para ello se instituyó la sicostasia, aunque psicostasis es el término más usado en nuestros días.
Psicostasis no es otra cosa sino la pesada de almas, un juicio simbólico del alma después de la muerte.
La definición es sencilla; el libro de los muertos describe esta ceremonia.
Sería tan fácil como decir que el difunto era introducido por los psicopompos (conductores de almas) Anubis y Maat a presencia de Osiris, quien presidía un tribunal en el que Thot actuaba de secretario judicial, valga la comparación.
Con unas normas procesales muy bien definidas, una vez ante el Juez Supremo, el muerto recitaba la Confesión Negativa, en la que negaba haber cometido pecados.
No he cometido iniquidad respecto de los hombres; no he matado a ninguno de mis parientes; no he mentido en lugar de decir la verdad; no tengo conciencia de ninguna traición; no he hecho mal alguno; a nadie he causado sufrimiento; no he sustraído las ofrendas a los dioses…
A continuación, Anubis extraía el corazón (el Ib), representación de la conciencia y la moralidad de las personas, y lo colocaba sobre uno de los dos platillos de una balanza. En el otro platillo era colocada la pluma de Maat, símbolo de la Verdad y de la Justicia Universal. Comenzaba la pesada tras pronunciar Osiris la frase: «El corazón no debe ser más pesado que la pluma».
Mientras esto tenía lugar, el difunto respondía a unas preguntas acerca de su vida anterior ante un jurado formado por otros dioses. En función de las respuestas que diera, el corazón aumentaba o disminuía, equilibrando la balanza hacia un platillo o hacia otro, como sopesando atenuantes, agravantes y eximentes.
Al final del juicio, Osiris dictaba sentencia: si esta era afirmativa, el espíritu podía ir a encontrarse con la momia, conformar una fuerza espiritual y vivir eternamente.
Pero si el veredicto era negativo, su corazón era arrojado a Ammit, la devoradora de los muertos (un ser con cabeza de cocodrilo, melena, torso y brazos de león y piernas de hipopótamo), que acababa con él. Esto se denominaba la segunda muerte y suponía para el difunto el final de su condición de inmortal.
Olé. Acabamos de llegar al punto que queríamos y que no voy a explicar porque creo que cualquiera lo ha entendido. Alusiones a ceremonias semejantes se dan también en otras religiones: mazdeísmo, islam, cristianismo, las cuales agrupan por un lado los vicios y por otro las virtudes del difunto en los platillos de una balanza cuyo fiel determinará la sentencia.
Por la orientación que se quiere dar a este artículo, la versión que nos interesa es la que fue asumida por el cristianismo.
Dijimos que las creencias saltan de un sistema religioso a otro cuando se considera que son buenas o que son útiles. En el cristianismo nos encontramos con que una de sus bases es la creencia de una vida eterna más allá de la muerte terrenal. El credo lo dice:
Creo en el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida futura.
Probablemente, aunque veremos que no tiene por qué ser así, se deba a esta frase del credo que el pesaje de las almas cobrara protagonismo a lo largo del siglo XII y fuera una de las expresiones plásticas más representadas, llegando incluso a la portada de algún templo, generalmente reservadas a las grandes lecciones catequéticas, y esta de la Resurrección y vida eterna no era tontería en una sociedad cuya máxima aspiración era disfrutar de la eternidad junto a Jesucristo Nuestro Señor.
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. (1Cor 15,14).
Como para los egipcios, para el cristiano es fundamental la creencia en una segunda vida interminable, y a ella solo se accede después de la Resurrección y del Juicio Final, en el que Cristo
…de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
La cosa es un poco más compleja, diría un teólogo y no le faltaría razón, pero nosotros tenemos que ir por niveles más sencillos y asimilar por analogía. Está escrito que, en ese Juicio Final, Cristo pondrá a los justos a su derecha y dirá:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo,
y a los pecadores a su izquierda les dirá:
Id, malditos de mi Padre, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… (Mt 25,31-45).
¿No es una variante de psicostasis?
No obstante, las referencias a la sicostasia/psicostasis en la Biblia son pocas.
Dentro de su escasez, son más claras en el Antiguo Testamento, posiblemente por la influencia egipcia en la cultura hebrea antigua:
Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño, péseme Dios en su balanza de justicia, y conocerá mi integridad. (Job 31, 5-6);
Pesado has sido en la balanza, y fuiste hallado falto. (Daniel 5, 27).
Llegados a este punto no podemos seguir enrollándonos más. Hay que ir al grano.
La cuestión que nos ocupa es que los griegos consideraron buena o útil esta idea y la tomaron para ellos, pero sustituyeron a Toth por Hermes. Posteriormente, los cristianos coptos la adoptaron también, pero cambiaron a Hermes por San Miguel y desde aquí pasó a otras Iglesias. Misma función, pero con diferentes órganos. Va a ser cierto que la función crea al órgano y no al contrario.
Tenemos representaciones escultóricas del pesaje de almas en iglesias cristianas erigidas durante la Edad Media, y en ningún texto del Nuevo Testamento se hace referencia a él, creo que solamente en los casos citados del Antiguo Testamento. La presencia de esta institución de Derecho Divino es una muestra más del amplio conocimiento de la cultura arcaica de los constructores medievales más que de la inspiración que pudiera ofrecerles en ese momento el credo.
Si la Alta Edad Media conoció la psicostasis, el tema no alcanzó difusión hasta la época románica, y lo hace como metáfora del Juicio Final, de un modo genérico, narrando el destino del alma después de la muerte, y de una manera directamente relacionada con el culto a San Miguel, quien ha sustituido a los dioses Anubis, Toth y Hermes. No quiero dejar pasar la ocasión de hacer notar la cantidad de iglesias dedicados a la advocación de San Miguel que aparecen mencionadas en las fotografías.
En las escenas cristianas medievales, aparece por primera vez el arcángel en pintura y en escultura como psicopompo, y se encarga de pesar las acciones en una balanza con dos platillos, en los cuales a veces hay unas cabecitas que las representan o que también pudieran representar a las almas, o dos pequeñas figuras desnudas, una de ellas cándida, la que representa las buenas obras, y otra grotesca, la que representa a los pecados.
También aparece el diablo y casi siempre lo hace intentando hacer trampas inclinando el platillo de las malas acciones.
La secuencia suele completarse, en ciclos iconográficos donde se desarrollan distintos momentos del Juicio Final, con la espera de las almas que van a ser juzgadas a un lado, y al otro las de los justos dirigiéndose al cielo y las de los condenados que van camino al infierno, donde son engullidas por la gran boca del Leviatán.
Hay una variante en la que el arcángel sujeta la balanza y a su vez con una lanza ataca al diablo, de manera que se representan dos ideas: el pesaje de almas y la lucha del Bien contra el Mal.
En definitivas cuentas, parece ser que vamos a acabar igual que empezamos. No ha sido mucho lo que ha cambiado en el concepto, el mito, el credo, el dogma, la creencia religiosa en los milenios que han transcurrido desde el Antiguo Egipto hasta nuestros días, cuando para el creyente cristiano esta vida es, al igual que fue para los egipcios, un simple paréntesis hacia la vida eterna, un peregrinaje por un valle de lágrimas al final del cual será juzgado y obtendrá una sentencia que le premie o le castigue y, en virtud de ella, un destino muy similar a lo que ocurría en Egipto.
Volviendo a aplicar la analogía, si el alma pasa el juicio y la sentencia es favorable, se reunirá con el cuerpo en la Resurrección de la Carne, tal y como se reunía la del egipcio con la momia, y el difunto resucitado gozará de vida eterna. Por el contrario, si no lo supera, sabemos que en Egipto era destruida por la diosa Maati, y sabemos que, en el cristianismo, es arrojada a los infiernos donde permanecerá eternamente atormentada y castigada por los demonios. La otra diferencia está en que los egipcios son juzgados el día de su muerte, mientras que, en la fe cristiana, el Juicio será después de la resurrección de los muertos.
Así lo vemos en el Breviari d’amor conservado en la Biblioteca Nacional. Tras la resurrección, y una vez acabado el Juicio, Cristo-Juez entrega las sentencias.
Los justos son recogidos en un paño para ser llevados al Paraíso (la elevatio animae, de la que tal vez hablemos otro día). Los pecadores que han sido condenados están siendo apilados por los demonios en la boca del Gran Leviatán que les conducirá directamente a las calderas de Pedro Botero.
Como dijimos al principio, las creencias perduran si son buenas o si son útiles, y al cristianismo le pareció buena cosa y de utilidad conservar la tradición egipcia. Es bonito tener un final igual al principio. Como decían los egipcios, cambiarlo todo para que todo siga igual.
Podríamos continuar, pero esto es básicamente la esencia de lo que puedo contar y así os lo he contado. Meditando en ello cada uno podrá sacar sus propias conclusiones de lo que representó la psicostasis en la sociedad civil y religiosa de la Edad Media, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que tiene el Juicio Final hoy en día para los creyentes cristianos.
Solo queda decir que, como de costumbre, algunas fotografías son propias, otras son de Pedro Lozano Huerta y otros amigos que me las han cedido de sus publicaciones, y otras las fui tomando poco a poco de Internet…
🌟 Este artículo se publicó originalmente en la web Radio Cangas Reconquista (http://radiocangas.blogspot.com/), el 22 de junio de 2021, con el título ¿Qué sabemos de la psicostasis? El número de imágenes aquí publicadas se ha reducido con relación al original por cuestiones de formato editorial.
Antonio García Francisco fue el responsable de la sección de Humor de la Revista Almiar; las publicaciones de aquella época puedes verlas pulsando en este enlace.
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Las ilustraciones en el artículo son de Antonio García Francisco, Pedro Lozano Huerta y/o otros autores, salvo las dos que citamos a continuación: (portada) Master of Soriguerola, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Public domain, via Wikimedia Commons ▫ (en el texto, detalle de la cruz) Monasterboice South Cross East Face, Andreas F. Borchert, CC BY-SA 3.0 DE, via Wikimedia Commons. Queda hecha la reserva sobre los derechos de autor que correspondan a estas imágenes.
Revista Almiar • n.º 117 • julio-agosto de 2021 • MARGEN CERO™
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