relato por
María J. Pérez Barrios
M
ax, tumbado sobre la vieja alfombra con el hocico apoyado entre sus reumáticas patas, se despertó sobresaltado.
Otra vez aquel dichoso sueño, suspiró.
Max soñaba a menudo con alguien muy semejante a él, pero mucho más joven. Ese animal corría libre y feliz —sin collar ni cadena— por entre bosques de frondosos aromas. De repente, una niña regordeta y con dos tiesas trenzas rubias, se abalanzaba sobre él y lo cogía en brazos. Luego lo aturdía con palabras pegajosas e incomprensibles, y lo besuqueaba, llenándolo de finas babas.
Después, así, apretujándolo contra su pecho, recorrían un buen trecho hasta que, por fin, la regordeta, sin dejar de estrujarlo, chillaba:
—¡Abuelita, abuelita, mira lo que te traigo!
A partir de ahí, todo se le hacía confuso y perdía la noción del tiempo. De esos espacios en blanco solo podía rescatar breves picotazos de luz. Castigos y órdenes mezclados con palabras dulces y golosinas.
Con el paso de los años, Max se había acostumbrado a aquel sueño repetitivo e inquietante, pero seguía sin saber por qué, cuando despertaba de él, le entraban aquellas ganas feroces de atacar cualquier caperuza roja que se cruzara en su camino.
María Jesús Pérez Barrios: «Nací en una ciudad junto al mar una madrugada de otoño. Aprendí a leer y a escribir casi al mismo tiempo. Años después, siguiendo la senda de los libros, estudié filología.
Escribo, respiro, leo… no siempre en este orden».
📧 Contactar con la autora: mj.pebar [at] gmail.com
ⓘ Leer otro relato de esta autora: Huida
🖼️ Ilustración relato: Fotografía por arthakanyildirim – Pixabay [public domain]
Revista Almiar (Margen Cero™) · n.º 108 · enero-febrero de 2020
Lecturas de esta página: 446
Comentarios recientes