por Elena Torres Zafín

 

E

l oficio literario de Pedro Tenorio (Madrid, 1953) viene precedido por títulos como Muertos para una exposición, Los cuerpos y las noches, Los castigos y las hostilidades, La luz se calla y A este lado del Evila; y por galardones tan importantes como el Premio «Poeta Juan Calderón Matador» (Madrid, 2014), el Premio «Gil de Biedma» de Nava de la Asunción (Segovia, 2010) o el Accésit al Premio Internacional de Poesía Rafael Morales (Talavera de la Reina, 1984), entre otros.

Ahora ha llegado el turno de La piel del agua (Cuadernos del Laberinto, Madrid, 2017) en donde el amor erótico se plasma no algo ajeno al amor cotidiano, sino como un apoyo en el devenir de la vida. El poeta nos sitúa ante una relación de pareja y los momentos clave de la misma, y mediante un espacio indefinido y un sentido abierto y lúcido contemplamos la pasión y estabilidad en torno a los amantes.

Poesía rítmica, con un trabajo exquisito que denota el oficio del escritor y un trasfondo que nunca pasa de moda y que el lector agradece.

 

EL ÁGUILA

 

De espalda eres el cerco de una aurora de invierno,

porque el alba es enorme entre los omóplatos.

 

Mas tu cuerpo me vence como el mar a las olas,

como el agua a la duda cuando desciende el día

y no amanezco entonces si no es entre las algas

que tus brazos dominan o que encienden tus ojos.

 

—La piel del agua, su nuevo poemario (editado por los madrileños Cuadernos del Laberinto), es un canto al amor carnal con la característica principal de que no se centra en un fogonazo sino que persigue a la pareja durante toda su vida. ¿Cómo ha afectado el registro de la voz amorosa en las diferentes etapas de la vida que ha plasmado?

—De las tres partes del libro, en la primera, “Clamores”, una pareja nocturna, unos Adán y Eva desterrados encuentran refugio en una sala de Jazz. En las tablas de este escenario urbano Eva canta y baila ante un Adán que acepta la manzana que se le ofrece.

La segunda de las partes, “La espalda del agua” es la más erótica, pero su carnalidad queda diluida, o eso pretendo, en la belleza de las imágenes que envuelven el poema, como, por poner un ejemplo, cuando digo: De las piernas más altas se abren los labios rosa/ que dicen cada nombre más alto que los otros,/ nombres siempre más altos, más altos todavía. / Hasta el centro más alto.

En la parte tercera, “Los aljibes y las rosas” el afán se sosiega. La pareja, retirada a un marco bucólico y rural, apacigua tan altos vuelos y discurre hacia esa sorpresa cotidiana que es vivir abrazados.

—Defina La piel del agua en cinco palabras.

—Dice un poeta japonés medieval  que esperar que su amada le quiera es tan inútil como escribir en la superficie del agua. Este libro demuestra que no es así. Pero hay que advertir, con Pessoa, que tanto lo que dice el poeta japonés como lo que digo yo es puro fingimiento. Y enseguida añadir: «aunque el amor o el dolor sean ciertos».

—¿Cómo surge la primera idea, el germen del que parte un poemario?

—No voy a decir que surge de la necesidad, pero sí de la apetencia de expresar con la belleza de la palabra algo que no estaba dicho o el deseo de nombrarlo de otra manera.  Aunque claro, eso es una obviedad. En La piel del agua hablo de las relaciones amorosas, con una mayor o menor intensidad, de una pareja, es decir de un tema manido por eterno. Por eso espero haber acertado al decirlo de un modo que no se haya oído antes.

—Todo el mundo comprende lo que es la poesía, pero casi nadie se atreve a definirla. ¿Cómo lo haría usted?

—Creo, con Ángel  Valente, que la poesía es una vía de conocimiento de la realidad, pero también creo paradójicamente, que es el goce de los sentidos que evoca la palabra dicha. Y en menor medida, la poesía vale por los sentimientos que despierta.

—La poesía puede definirse como el género literario más íntimo y revelador del autor. Sin embargo, como en todas las artes, debe tener en cuenta al receptor del mensaje (el lector). ¿Cómo afecta esto a su manera de escribir?

—Un buen poeta lo es en la medida en que trasciende su experiencia íntima y la traduce a un valor universal, a una situación poética reconocible por todos los lectores. En el caso de la poesía amorosa es fácil simpatizar con el receptor. Y aunque la voz poética que se oye sea la masculina, como ocurre en La piel del agua, se ha de establecer una complicidad con quien lo lee, incluso si se trata de una mujer quien se acerca a estos versos. Es más, hasta creo que se hace mayor esa afinidad si es mujer quien los  lee. Pero es que en cualquier otro supuesto temático, como pueda ser el dolor, un poeta debe trascender el suyo propio y hacerlo reconocible para todos los demás. Eso es lo que he pretendido con mi libro anterior: La luz se calla.

—¿Por qué en España hay tantos poetas, qué tiene nuestro país para que nos exalte tanto la pasión y la literatura?

—En España hay, afortunadamente,  mucho interés por la creación poética, por eso hay buena y mala literatura, como en cualquier otro país. Y es cierto que ha habido momentos,  en los que la poesía española ha brillado sobremanera. Por otro lado no sé si la pasión exaltada tiene algo que ver con una poesía que no sea la romántica. El amor no es necesariamente romántico ni pasional, aunque pueda serlo. En cualquier caso yo prefiero la pasión estética a la pasión cordial.

—Si fuese ministro de Cultura, ¿cuál sería su primera orden o cambio a realizar?

—Me haría el harakiri, es decir suprimiría el Ministerio de Cultura, que en vez de estimular, suele limitar la creación.

 


 

poeta Pedro Tenorio 📗 La piel del agua
(Cuadernos del Laberinto, 2017) • ISBN: 978-84-947595-7-4 •
82 páginas • Prólogo de Antonio del Camino • Ilustraciones: Portada de la novela y fotografía del autor remitidas para su publicación en esta entrevista (© de sus autores).

➕ información:
cuadernosdelaberinto.com/Poesia/pedro_tenorio.html

 

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Reseñas en Margen Cero

 Revista Almiarn.º 97 / marzo-abril de 2018 · 🛠 PmmC · MARGEN CERO™

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