Donde confluyen las palabras y la vida
entrevista al autor por María Luz Arroyo Viz
L
os asiduos a las librerías, y concretamente a la sección de poesía, nos encontramos estos días con una llamativa novedad: un nuevo poemario de Juanma Ruiz. Materiales de derribo (editorial Cuadernos del Laberinto. Madrid, 2019) se encuentra encabezado por una bella cubierta que representa una colección de viejos cómics. Una idea tan arriesgada como acertada que logra que inmediatamente queramos abrir el libro, y una vez que un aficionado a la poesía realice este gesto se adentrará en esa condición de libertad y placer que provocan las cosas bien hechas.
De entrada Juanma Ruiz nos anticipa que nació para escapar. Y de esta forma tan clara comprobamos en todo el libro que la poesía forma parte de su cotidianidad, que la trabaja y desarrolla a conciencia. Poesía que es como la sangre, necesaria y difícil de olvidar.
Meta-poesía, introspección, amor y fluidez de pensamiento se desenvuelven en Materiales de derribo y como broche, una oración.
Juanma Ruiz ha llegado para quedarse a la lista de mis poetas favoritos.
In the End
Historias. Al final y sobre todo.
Un porqué y un entretanto.
Luz y escuela. Afuera llueve.
Dentro
siempre
todo poema.
Cabeza, tronco y benzodiacepinas.
Asir la miel dorada del olvido
y beber de sus seis fuentes. Vida en vela
renegando del silencio (y de los gritos).
La poesía es (¿qué si no?) fuera de campo,
un mutis, breve aparte en el proscenio,
mi falta de respeto y tu cábala dormida,
aferrarse a lo que da el interlineado
cuando sangran el folio en blanco y la mañana.
La poesía, y tú, y yo, y esa lluvia y mi dolor de espalda,
son solo historias.
Al final.
Y sobre todo.
—Tras sus anteriores poemarios, Tratado de egoísmo y Paseos o derivas llega Materiales de derribo. ¿Cómo definiría su propia obra?
—Siempre resulta difícil definirse desde dentro… creo que en mi poesía hay mucho de búsqueda, de indagación a dos niveles. Por un lado, indagación en la realidad, tanto externa como interna; tratar de encontrar la combinación justa de palabras, tonos y ritmos que exprese con la mayor precisión mi manera de sentir y de ver el mundo. Y por otro lado, una exploración de los mecanismos de la propia poesía, de sus límites, sus reglas… es algo que a menudo no voy buscando, pero que siempre acaba surgiendo, principalmente porque me gusta entender la poesía como un juego, y por eso no puedo evitar preguntarme en voz alta por sus normas.
—¿Está de acuerdo en eso que decía Pessoa de que el poeta es un fingidor?
Usted mismo declara en sus poemas: Soy solo un boceto de todo lo que sueño./ Receta inacabada, especia y condimento/ de otro que no soy yo, que me rechaza.
—Sí, absolutamente de acuerdo con Pessoa. Pero hay que tener en cuenta que en el poema de donde surge esa frase, él no solo hablaba de la ficción de la poesía, sino del modo en que esa ficción sirve para llegar a una honda verdad. Me gusta aquella otra frase que dice que si los políticos mienten para ocultar la verdad, los artistas mienten para revelarla. Por eso Pessoa concluye que el poeta «finge que es dolor / el dolor que en verdad siente». El poeta se dedica a fabular; puede inventar personajes e historias, igual que el novelista, pero el sentimiento que hay al fondo siempre es verdadero.
—El libro viene precedido por un prólogo muy ilustrativo de Ana Montojo, en donde indica que no es usted un saco de risas y alegrías. ¿Por qué la poesía tiende a ahondar en las heridas y la lágrima?
—Quizá por lo que tiene de catarsis. El lado terapéutico de escribir hace que, al menos en mi caso, sea más dado a sentarme delante de la hoja en blanco cuando hay alguna herida que sanar. Pero en los últimos tiempos he intentado aprender una cierta disciplina de escribir también en los momentos de paz y de alegría, y creo que eso se refleja en varios poemas del libro («La siesta», por ejemplo).
—Nos ha interesado mucho su métrica y rima. Da gusto encontrar poemas en donde exista ritmo interior y se sienta que la poesía sigue viva. ¿A qué debe este poco uso de las normas poéticas en la actualidad, quizá por ignorancia?
—Tengo la sensación de que en la actualidad se ha impuesto una cierta idea sobre que la poesía es el sentimiento desnudo, sin filtros y por tanto sin reglas. Quizá tiene que ver con la influencia de las redes sociales, que imprimen una inmediatez y una especie de «todo vale». Y claro que no todo vale, ¡es que ni siquiera en el verso libre vale todo! Pero lo que se ha puesto de moda en ciertos ámbitos no es tanto un verso libre como un verso descuidado, donde no importan el ritmo, la cadencia o la sonoridad. Y es una lástima, porque hay otros poetas que manejan de forma magnífica el verso libre, y la tendencia homogeneizadora de Internet hace que pasen desapercibidos.
—Repite editorial y vuelve a sorprendernos con cubiertas maravillosas. En este caso una colección de cómics es el centro de la misma. ¿Tiene clara la cubierta cuando llega a la editorial o cómo es este proceso de diseño tan acertado?
—La elección de la cubierta es un proceso colaborativo con la editorial, pero quien lleva la iniciativa y propone las ideas es en todo momento la editora, Alicia Arés, que tiene un ojo magnífico para ello. Una vez maquetado el interior del libro, ella me propone opciones diversas, y por un proceso de descarte y búsqueda acabamos llegando a la adecuada. Pero, insisto, ella ha sido la máxima responsable de dar con las magníficas portadas de los dos libros que he publicado en Cuadernos del Laberinto.
—En Materiales de derribo encontramos mucha meta-poesía, análisis de la propia escritura. Es realmente un tema apasionante sumergirse en las esquinas de la creación. ¿Cómo es su método, cómo se forma el poema en su mente y acaba naciendo?
—No sé si puedo describir un método concreto. Cada poema surge de manera distinta. A veces solo sé cuál es el sentimiento del que parto y que quiero plasmar, y encuentro la forma en el proceso de escritura. O quizá tengo clara una idea, que me sirve como «destino» (en ocasiones, incluso un verso final). Y otras veces es solo el impulso de escribir, que me hace sentarme frente al ordenador sin saber qué es lo que surgirá. En lo único en que coinciden todas esas posibilidades es en el proceso de reescritura posterior: una vez terminado el primer borrador de un poema, lo someto a revisión una y otra vez hasta que alcanza su forma casi definitiva. Y digo «casi» porque después, al ubicar el poema dentro de un libro, a menudo vuelve a mutar, y reescribo cosas en función del lugar que ocupa en el manuscrito, de cómo dialoga y se relaciona con los poemas que lo rodean… El componente de metapoesía, como decía más arriba, suele surgirme de manera natural en mitad del proceso, no suele ser el punto de partida.
—¿Con quién le gustaría irse de cena?
—Con Lorca, pero lo mataron los fascistas.
—¿Qué poeta nos recomienda descubrir?
—A mí me descubrieron hace un tiempo a Charles Simic, a quien desconocía por completo y me deslumbró; pero creo que su obra ya está más que «descubierta» por el mundo, por más que yo la ignorase. Y desde hace tiempo me dejan huella los ritmos, los endecasílabos y la mirada cotidiana y noctámbula de Rodolfo Serrano. Pensando en poetas jóvenes, sin duda recomendaría los últimos libros de Sara R. Gallardo y Bibiana Candia, dos voces tan distintas como poderosas cuyos versos me producen una profunda admiración.
—Y para finalizar, aprovechemos que es usted un afamado crítico de cine y recomiéndenos una película.
—Por no apartarme mucho del tema, elegiré Paterson, de Jim Jarmusch: una historia que bucea en esa cualidad poética que tiene a veces la rutina, o que se esconde en los objetos aparentemente más prosaicos… Una película que toma como excusa al poeta William Carlos Williams para construir su propia mirada poética.
Juanma Ruiz. Licenciado en Comunicación Audiovisual. Desde 2010 ejerce como redactor y crítico cinematográfico en la revista Caimán Cuadernos de Cine. Actualmente es profesor de narración audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, y de crítica de cine en el Máster de Crítica de Caimán Cuadernos de Cine en la ECAM.
Ha escrito para numerosos libros colectivos sobre cine, y ha impartido clases en distintos cursos sobre crítica y lenguaje audiovisual. Entre sus trabajos cinematográficos destaca el cortometraje en 35mm. La duodécima hora (como codirector y coguionista), protagonizado por nombres como Paul Naschy o Ismael Serrano.
Materiales de derribo es su tercer libro de poesía, tras Tratado de egoísmo y Paseos o derivas.
Materiales de derribo
Colección Anaquel de narrativa, n.º 96 (Cuadernos del Laberinto, 2019) • I.S.B.N.: 978-84-120563-6-5 • 78 págs. • Prólogo de Ana Montojo • Ilustraciones artículo: Portada del libro y fotografía, con autorización para su uso y publicación en esta reseña; © de sus autores.
Más información:
http://www.cuadernosdelaberinto.com/
Poesia/materiales_de_derribo_juanma_ruiz.html
Revista Almiar · n.º 107 / noviembre-diciembre de 2019 · PmmC · MARGEN CERO™
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