Entrevista a Manuel Francisco Reina
por Adolfo Carrasco (@AdolfoCarrasco0)

 

A

Manuel Francisco Reina no le gusta lo fácil y así lo demuestra en El fiel de la balanza, un poemario en prosa, intimista y desgarrador, en el que reflexiona sobre una grave y profunda enfermedad: la perfidia, entendida como la ruptura de la confianza que depositamos en alguien. Es además un valiente ejemplo de cómo universalizar las experiencias.

El autor nos cuenta la influencia de la poesía andalusí y de algunos de sus maestros como Francisca Aguirre o Juan Ramón Jiménez, las relaciones internas entres sus obras y las razones por las que decidió escribir poesía en prosa.

«El fiel de la balanza es un libro incomparable porque está vivo: respira, siente y sangra como solo la verdad sabe hacerlo». (Raquel Lanseros. Premio Nacional de la Crítica de Poesía).

—¿Qué conecta El fiel de la balanza con tus anteriores poemarios? ¿Dónde dirías que confluyen tus obras?

—En toda mi obra hay un equilibrio o una tensión, si se quiere, entre lo hímnico (lo celebratorio), y lo elegíaco. Tal vez esta tensión produce un diálogo dentro de mi propia obra, de mis libros, bien por correlación o por oposición. El fiel de la balanza conecta con esa parte elegíaca de mi obra, por ese canto a lo perdido, aunque no sea solo eso. El punto de confluencia de mi obra tal vez sea la necesidad de creación de lenguaje, la palabra como artífice de la comprensión o al menos de equilibrio en un mundo cada vez más desquiciado. También la necesidad de ir, siempre lo he hecho pero cada vez más, a una desnudez, a un traslucir la verdad poética más honda.

—En Antología de la poesía andalusí vimos, en 2007, los frutos de tu extenso conocimiento del terreno. ¿Cómo ha calado la poesía andalusí en tu obra? ¿En qué elementos vemos esa huella a día de hoy?

—Creo que mi reivindicación de la poesía andalusí es la vindicación de lo andaluz, de lo que yo llamo «la escuela poética andaluza», o «la tradición literaria andaluza», denostada y menospreciada secularmente. Es una puesta en valor de la heterodoxia, de la importancia de síntesis entre opuestos y su hibridación, en culturas, pensamientos y posturas. Todos los grandes movimientos —y la cultura andalusí lo fue, fue un renacimiento antes del renacimiento—, son sostenidos por la base de una necesidad de convivencia en el que florece el pensamiento y la cultura. Eso pervive en mí y en mi obra. La musicalidad, el ritmo, la reivindicación de distintas tradiciones literarias y de voces maestras es parte del espíritu andalusí que pervive y reivindico en mi obra, hoy.

El fiel de la balanza es un verso de La lengua de los ángeles de 2006. Además del valor estético que aporta la eufonía, ¿qué te llevo a seleccionarlo como título del poemario que publicas ahora?

—Hay un todo orgánico en mi obra, es cierto. No fue algo premeditado, a priori. La circunstancia vital que dio origen a ese libro, luego trascendida, me llevó a la relectura de parte de mis propios textos y ese verso pulsó lo que latía en mí en el momento de iniciar la escritura del nuevo libro. Explicaba muy bien cómo, en el desequilibrio que produce la perfidia, la quiebra de la fe depositada en alguien, la palabra, la poesía, sigue siendo el fiel que debe marcar la recuperación de ese estado de equilibrio.

—Los elementos autorreferenciales, como es el caso del título, hacen que tu obra tenga un carácter orgánico que conecta con lo humano, con repensar lo que pasó o volver a tropezar. ¿Cómo trabajas estas conexiones?

—Luis Rosales escribió que vivir es ver volver. No siempre es así pero, algunas respuestas de nuestros pasos, tantos los acertados como los errados, están en las decisiones que tomamos en el pasado. La obra es un elemento orgánico, que crece y evoluciona, al menos para mí. También memoria insobornable de lo vivido. Regresar a ella, enfrentarnos a su imagen, nos hace reflexionar, madurar, crecer… Algunos de los poetas fundamentales para mí, como es el Nobel Juan Ramón Jiménez, se enfrentaron toda la vida al ejercicio de reencontrarse con sus textos. No de manera tan obsesiva, ni tan genial como él, pero creo que es un ejercicio enriquecedor

—Después de publicar dieciséis poemarios con estructura «tradicional», ¿qué te ha llevado a elegir la poesía en prosa? ¿Por qué El fiel de la balanza pedía poesía en prosa?

—La propia naturaleza del tema, el tono del libro me lo pedían. Creo que, aunque tenga mucha facilidad para las formas y metros tradicionales, un escritor no debe conformarse con sus espacios de confort. El ámbito de «poesía total» o «poesía totalizadora» en el que ando investigando los últimos años, me pedían también ese salto, ese reto. El hecho de utilizar en estos textos, estos poemas en prosa,  elementos que tienen que ver con ámbitos, no solo poéticos, sino también narrativos, cinematográficos, periodísticos, me daban pie a trabajar esta forma. Algunos de mis maestros referenciales, como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, después de escribir de forma profusa bajo las formas tradicionales, dieron el paso al poema en prosa, revolucionando muchos parámetros de la lírica contemporánea. Sentí que era el momento. El libro lo pedía y yo obedecí su pulso.

—Hablas de la perfidia como eje central y la obra resulta tremendamente intimista. ¿No son elementos más vertebradores el dolor, la rabia y el desequilibrio que la perfidia causa en quien la sufre?

—Creo que el dolor, la rabia, el desequilibrio, son síntomas de una enfermedad mucho más grave y profunda: la perfidia. La perfidia, que es un término muy preciso no siempre usado correctamente; es la quiebra de la fe depositada en el algo o en alguien. Es algo mucho más íntimo y profundo y, por tanto, demoledor. Quizá por eso el libro tiene ese tono intimista, casi susurrado, de interlocución con el otro, que no es sólo el pérfido, también es el lector. Quizá por esa razón la conexión con los lectores está siendo tan directa, tan visceral.

—¿Dirías que estos temas han incidido de forma significativa en la forma y la estructura del poemario? ¿De qué manera?

—Creo que tema y forma se relacionan y necesitan de una manera orgánica, también. El poema en prosa, que es una forma extremadamente exigente y difícil si lo es de verdad, y no un falso poema en prosa como sucesión de metros tradicionales en forma estrófica, te permite una respiración distinta, una intimidad distinta, un desarrollo distinto. También te exige no perder de vista la creación de lenguaje poético, de ritmos internos, de sugestiones.

—Imagino que escribir un texto tan desgarrador tuvo que ser complicado, además de doloroso y valiente por tu parte. ¿Cómo has trabajado lo íntimo sin caer en lo pornográfico o lo abyecto?

—No me gusta lo fácil. Para repetirse, que muchos autores lo hacen, sobre todo cuando creen que han encontrado una fórmula de éxito, es mejor no escribir. Al menos yo pienso y siento así. Escribir con exigencia y con verdad, apostándose entero, no es fácil nunca pero, esos son los autores que me interesan a mí y esa es mi forma de ser y escribir. Cada uno torea como es, que decía el maestro, y trajo a colación sobre mi poesía en una lectura de la Tertulia Hispanoamérica Rafael Montesinos la maestra y amiga, desafortunadamente desaparecida, Francisca Aguirre. Creo que la clave para no quedarse en la anécdota, y no convertir la experiencia propia en frivolidad, más o menos indiscreta o pornográfica, es trascender la propia vivencia. Universalizar las experiencias para que sirvan de catarsis a otros, no sólo a ti.

 

🔶 🔸

 

UN POEMA DE EL FIEL DE LA BALANZA

 

Los Falsos Amigos
(Séptimo juego de equilibrio)

 

Existir es traducir nuestras vivencias al mejor lenguaje; porque un idioma es una forma de interpretar el mundo, de asirlo con palabras, de atar la realidad a nuestro tiempo sobre la Tierra. Sin embargo podemos errar al descifrar el código. Trasladamos sobre el alma —el papiro más fino—, las grafías torcidas con el pigmento confuso de nuestros deseos; de nuestra necesidad de ver lo que queremos y no lo que sucede. El traductor es un traidor, siempre se ha dicho, pero también se traiciona a sí mismo en sus anhelos. De todas las ciencias tal vez la filológica sea la más extraña de las adivinaciones… Los traductores contemplan un concepto curioso: los falsos amigos. Lo usan cuando trasladan de una lengua a otra un término que se parece y, sin embargo, no significan lo mismo. Qué exacta definición también para las relaciones humanas… Yo que hice de tus sueños los míos, de tus adversarios los propios, de tus amigos, mi familia, hoy me encuentro con la tibia indiferencia de la mayoría salvo la leal pasión de tus enemigos. Qué curioso que, a menudo, solo correspondan los rivales.

 


 

Manuel Francisco Reina

Manuel Francisco Reina. Novelista, poeta, guionista, crítico literario y dramaturgo. Miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España. Ha publicado antologías y compilaciones, narrativa, dramaturgia y poesía.
Fue cronista y articulista del periódico ABC y crítico en el suplemento cultural “Babelia” del diario El País; así como en la Cadena SER con Pepa Bueno (en el programa “Hoy por hoy”). Actualmente es columnista del diario digital El Plural.
Ha publicado los poemarios El fiel de la balanza; Razón del Incendiario; Naufragio hacia la Dicha; Del Insumiso Amor; Consumación de Estío; Las Liturgias del Caos; La Paternidad de Darth Vader; El Jardín de la Tarde o Solo tu nombre es mi enemigo, entre otros.
Es autor de las novelas Los Santos Varones;, La Coartada de Antínoo; La Mirada de Sal; La Emperatriz Amarga; Los Amores oscuros o La Princesa Paca.
Su obra de teatro Olimpo busca chico nuevo, fue Premio de Teatro Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Además es autor de diversas antologías y compilatorios como Mujeres de Carne y Verso, La paz y La Palabra (Letras contra la Guerra) o Poesía Andalusí, y de los ensayos Un Siglo de Copla o El Plagio como una de las bellas Artes. También es guionista de documentales, como el presentado en el Festival de cine de Málaga, La España de la Copla: 1908.
En el año 2005 coordinó el disco No os olvidamos, en homenaje a las víctimas del 11M, en colaboración con el Nobel José Saramago.

 

El fiel de la balanza (tapa)

📖 El fiel de la balanza
Colección Anaquel de Poesía, n.º 105 (Cuadernos del Laberinto, 2021) • I.S.B.N.: 978-84-122808-1-4 • 76 págs. • Ilustración de cubierta por Luis Moro • Ilustraciones artículo: Portada del libro y fotografía, con autorización para su uso y publicación en esta reseña; © de sus autores.

🌐 Más información:
cuadernosdelaberinto.com/Poesia/el_fiel_de_la_balanza_manuel_francisco_reina.html

 

Índice reseñas Touché de Juan Ráez

Reseñas en Margen Cero

Revista Almiar · n.º 115 / marzo-abril de 2021 · 🛠 PmmC · MARGEN CERO™

Lecturas de esta página: 466

Siguiente publicación
El refugio nos sitúa en la ciudad de Bilbao a…