(poemario de Héctor Martínez Sanz)
por Jairo Compostela Paramio

 

L

o primero que sorprende al lector al tener entre sus manos y hojear por primera vez Lunalogía es la gran importancia que el poeta ha dado a la estética visual en este poemario, en contraste con sus trabajos anteriores, claramente más austeros en este aspecto. Detalles infrecuentes en el contexto literario que nos ocupa, que van desde la portada blanca y su pintoresco dibujo de grandes dimensiones hasta las imágenes que acompañan a cada texto del libro, a veces incluso actuando como fondo del propio poema, como sucede en Apolo y la Luna. No es menos sorprendente el uso que hace el poeta de diferentes tipos de alineación en sus versos, incluso dentro del mismo poema, como ocurre en Ariadna, y la combinación de otros juegos tipográficos como el acto de alternar versos en cursiva, etc. Sirva de ejemplo Hécate y Perséfone, texto que consta de dos «subpoemas» entrelazados que de manera magistral se complementan e incluso llegan a fundirse al llegar al cierre. Son estos actos valientes e inusuales dentro de la tradición lírica española, como valiente es sin duda la poesía de Héctor Martínez Sanz.

Ya descubrimos la íntima relación del autor con la noche y su atmósfera introspectiva en Nocturnal, su anterior poemario, por lo que no debe resultar extraña la elección de la luna como protagonista en su nueva obra. El mismo Héctor llama al libro «poemario fallido», por ser los poemas de éste textos excluidos de Nocturnal por motivos temáticos. El autor nos presenta, reflejando así la influencia que el modernismo sigue ejerciendo sobre él, una serie de episodios mitológicos asociados a las diferentes fases lunares, lo cual crea un orden verosímil y una visión de conjunto realmente original. La materia tan específica en la que Héctor se centra en Lunalogía no limita su creatividad lo más mínimo, más bien le abre puertas y lleva al lector en volandas a través de unas páginas que poetizan mitos cercanos a nuestra cultura, como el del Minotauro o el de Lilith, pero también exóticos y pertenecientes a tierras lejanas, como el de Ixchel (mitología maya) y el de Enlil y Ninlil (mitología sumeria).

En muchos casos, no sería justo intentar separar la forma del fondo en esta obra, pues resultan en alto grado dependientes entre sí. Utilicemos de ejemplo Arcano La Lune, poema que trata sobre la creación de una nueva realidad a través de la inversión de sus elementos, como en la carta del tarot a la que hace referencia el título. Intentemos, pues, por una aventurera y sana curiosidad, invertir el orden de los versos del propio poema, ponerlo patas arriba, que diría Galeano, y empezarlo por el final:

Porque invertida, Luna, tú te vuelves estanque

y es en ti donde contemplo el terrible rostro.

Yo soy tú, Luna Arcana, tú eres toda mi imagen,

es incluso el perro, incluso el lobo de las márgenes;

Ese niño es el cangrejo, es el agua, las torres,

pero soy el niño, y ese niño es todo el paisaje

desplegado por tus lucíferas claridades…

Voilà! Poco importa la intencionalidad o no del autor de hacer un modelo de poema reversible, pues, citando a Baudelaire, «más de una flor esparce a pesar suyo / su perfume dulce como un secreto»; lo importante es que esa reversibilidad existe, y el lector astuto y paciente podrá llegar a descifrar varios enigmas más de esta naturaleza a lo largo del libro. Asimismo destaca, junto a esa originalidad desbordante, el papel crucial que adquiere la estrofa final en todos los poemas de Héctor. Potentes colofones que pueden incluir giros inesperados con metamorfosis incluidas («Tus dos ojos con mis ojos se fusionan, / Tu pena con mi pena en la almohada, / y va tu soga… / …con mi garganta»), sugerentes anáforas y juegos pronominales con ecos posrománticos («Hoy, tú, mi eterna Luna sin nombre / Hoy, yo, tu eterno amante fantasma») e incluso moralejas veladas y pequeñas reflexiones («Donde vivieron juntas y felices, muy lejos del / Mundo que las quiso esclavas o las hizo tentempié»).

No es menos rica la variedad tonal de Lunalogía, por no hablar de la gran cata de métricas que nos hace degustar el poeta, que llega incluso a rozar la prosa poética en Isis y el Asno y en Historia de Enlil y Ninlil, sin renunciar en sus dilatados versos, eso sí, a una suave y discreta rima asonante. La pluralidad llega incluso a los roles que adquiere la luna, que llega a representar un refugio para enamorados, un confidente seguro para incomprendidos, el lucero lazarillo de las bestias nocturnas, la personificación del erotismo destructivo, etc. En relación a esos roles circula también el campo léxico del libro, que se extiende entre el sensualismo («carne trémula», «boca caliente») a veces sexual y explícito («semen», «vagina», «senos»), el misterio, la noche y sus connotaciones culturales («vampiresa», «demonio», «cueva», «muerte»), sin olvidar cierta terminología de corte abiertamente modernista («elixir», «bálsamo», «ambrosía»). Por todo lo dicho y todo lo que callo con el objetivo de no destripar demasiado el libro, me veo en la irremediable necesidad de corregir humildemente las palabras del poeta: no estamos ante un poemario fallido, estamos ante un poemario ganado, un poemario acertado y cuidado hasta el extremo, donde cada texto posee su autonomía y sus particularidades, su espacio de libertad creativa y su unicidad, sin suponer esto un impedimento para que a nivel colectivo sobresalga manifiestamente por una muy lograda innovación estructural en torno al viejo astro lunar, que mueve y da sentido a todo el engranaje poético.

 

Héctor Martínez SanzLunalogía  Createspace Independent Pub, 2017  62 págs.  ISBN: 978-1539726128

 


 

Jairo Compostela Paramio

Jairo Compostela Paramio. Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid, la actividad literaria de Jairo Compostela nació ligada a los círculos artísticos del famoso campus de Moncloa. Prueba de ello fue su participación en la gaceta literaria escrita por estudiantes y profesores Mephisto, así como su actual presencia en la plataforma Escritores Complutenses, junto a otros poetas como Beatriz Villacañas, Borja Menéndez Díaz-Jorge y Niall Binns, además de novelistas consagrados como Mario Vargas Llosa, Almudena Grandes y Arturo Pérez-Reverte. Nació en Madrid en 1989 y en 2013 emigró a Alemania, poco antes de publicar El nenúfar de las ninfas, su primer poemario (editorial Niram Art). Pese a su corta edad y obra, ha recibido varios reconocimientos tanto en España como en Sudamérica y Estados Unidos, entre los que destacan el Premio de Poesía ‘El Vuelo de la Palabra’ 2015 (ESP), ‘Mención de Honor’ 2017 del Instituto Cultural Latinoamericano (ARG) y el puesto de finalista en el I Certamen Mundial de Excelencia Literaria ‘M.P. Literary Edition’ (EE.UU). Sonetos de un emigrante (papeles de Colonia) es su nuevo libro, en el que aborda de un modo inclusivo, intimista y sin tapujos su periplo personal en tierras germanas.

Web: www.jairocompostela.com

 Ilustración artículo: Portada del poemario reseñado (detalle).

 

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