relato por
Mack Varas

 

L

a primera vez que se conocen, Lucas demuestra lo que Marcel más tarde, con desprecio, tildará de «encanto masculino». Estudiado y metódico, en ese entonces, aún lo que él sentía natural a sí mismo. Sonrisa ladeada, altanería, un tono encantador que no traiciona emoción, esas cosas que Simonetta especificó como masculinas, esenciales, deliciosas. El rechazo de Marcel es como una muralla de blanco sucio, deslavada, la pintura carcomida. Podría haber sido masculino también, pero Lucas no podía recordar si la indiferencia era parte esencial de lo masculino, no podía recordar acordarse qué era lo que tenía que ser natural a él y a todos los otros hombres, qué era lo que había dicho Simonetta sobre eso. Rechazado ese día, la primera vez que se conocen, voltea su rumbo con una sonrisa en la cara (bravata falsa, eso es masculino, quizás), y se va sin decir palabra.

La primera vez Lucas dice hola a instancias de otra persona (Lilou, Lilou, repetía su nombre aunque nunca logró que fueran más que amigues, quizás, quizás porque ella entendía que Lucas estaba casado y no sentía amor que no fuera mediado por la educación que le dio Simonetta). Y dice hola porque Marcel tiene ya entonces una reputación, y Lucas, que está en camino de una, de dos, de muchas, busca siempre la compañía de aquelles que serán él cuando él ya no sea.

Marcel no dijo una sola palabra al saludo de Lucas ese día. Ofreció solamente su rechazo como un muro de pintura carcomida que le llevó años construir y no estaba por tirar abajo.

Días más tarde, en un sendero en los bosques de Fontainebleau, donde vio a un gato lamerse las patas (Movimiento estudiado? Natural? Masculino? Dónde entran les gates?) Lucas pensó en sus propias palabras (“Sólo te busqué porque somos los hombres más apuestos de este desdichado lugar, un húmedo edificio en ruinas en d’Austerlitz”), y decidió (mientras el gato seguía lamiéndose el pelo, flojo y lento) que debía significar algo (siempre con la idea de encontrar algo bajo las máscaras). Que debía significar algo el que, a instancias de Lilou, se haya acercado a Marcel y a nadie más, le haya buscado a elle (él, entonces) y a nadie más. Y escribió el significado en un pedazo de papel que le pasó Cahya, y se apoyó en sus muslos para hacerlo (eso era masculino, también, coquetearle, ofrecerle una sonrisa y caricias, y apretar sus muslos más de una vez, y nunca pedirle que hablara de Indonesia, de su pasado, o mostrarle algún grado de vulnerabilidad como ofrecer el suyo propio sino solo en la madrugada y a oscuras y pretendiendo que era por el alcohol que había consumido).

La palabra masculino dicha con desprecio no había evocado los labios arrugados de Simonetta trazando piel fresca hasta que Marcel le dijo, años y años después, en la terraza de un café en Gràcia, cuando hablaron del pasado (una tentación prohibida a la que Lucas se rendía con demasiada facilidad si no la encontraban las miradas cuidadosamente desaprobadoras de Marcel). Masculino era el mundo que Simonetta imaginó para su joven marido llegado de Sudamérica, la piel suave y adolescente de Lucas encajaba ahí perfectamente: su enojo, su mal carácter, sus máscaras, su encanto masculino de adulto en potencia, una mentira fabricada y practicada siempre con cuidado y que Lucas pensaba que le venía fácilmente, naturalmente, esencialmente (ahora Lucas misma posee desprecio para con las palabras y los sentidos y las esencias).

En el verano después de conocer a Marcel después de darse cuenta de que lo que le dijo a Marcel (“Sólo te busqué porque somos los hombres más apuestos de este maldito lugar”) no era un acto, de que era un intento de ser honesto, soñó con su madre Hablaba inglés en sus sueños su madre lo llamaba—

my baby

my baby

—e incluso en sus sueños Lucas lo encontraba raro Nunca aprendió inglés ella no sabía hablarlo entonces por qué lo hablaba en sus recuerdos y en sus sueños Ni siquiera italiano que tendría un poco más sentido No Era siempre inglés Llamándolo desde en medio del sueño detrás de puertas cerradas en grandes corredores de casas que nunca recorrió cuando niño Y si pudiera ella escuchar su castellano ahora sin ni gota de algo local a su tierra Solo cautelosa imitación barata de un idioma que viene como voces en medio de la nada en la montaña donde según su madre a las ovejas las llevan a pastar y el eco del viento susurra

susurra

bajito

                   como millones de brujes que no son ni hombre ni mujer ni nada

 

Un idioma todo forzado una máscara de lenguaje y afectación que se pone sobre las otras

En donde sea que esté —la cárcel si el mundo no fuera cruel— Luciano también debe hablar inglés o lo hablaría si es que Lucas se dignara alguna vez a pensar en su padre a soñar con él Cuando el nombre aparece en sus pensamientos siempre es en italiano

 

                   luciano luciano acaba lucha no acaba la lucha nunca se acaba.

 

No es hasta Nueva York, en un departamento de una sola pieza cerca del puente a Brooklyn con el metro murmurando en algún lugar inubicable (algunos días por encima otros a la derecha otros en todas partes), que piensa Lucas que algo debió significar el que ambos fueran los hombres más apuestos de ese lugar. Ella y Marcel. No el que se lo haya dicho, eso ya lo habían discutido, sino el que lo fueran, el que existieran ahí. Ambos. Ambes con su entonación impecable de un inglés que no ha sido herido por la localidad, sin las cicatrices de la pertenencia, lo mismo que todos los otros idiomas que hablaban,

 

simple sin matices sin llagas sin pretensiones extraño extranjero imposible de localizar de asignarle geografia o nombre o espacio o gramatica ortografia o genero o nada nada nada solo elles

Esa era la lección que pensó que Marcel le estaba tratando de enseñar sin decir nada, porque Lucas quería con tanta ansia que hubiera algo por debajo de las cosas, un sentido, una lección, siquiera alguien que tomara el lugar de la nada

O por lo menos Marcel diciéndole con certeza que no había significado

Esa primera vez Lucas puso su mano en el hombro de Marcel y Marcel se encogió para librarse del contacto y se marchó a otro rincón del departamento otro rincón de la tarde a fumar con su cigarrillo entre índice y pulgar y su chaqueta impecable que Lucas vería colgada en ese departamento tres años después todas las noches de invierno antes de irse a dormir

No era, piensa Marcel, lo que creía, pero ahora no está seguro.

No está seguro con todo su estudiado natural heredado cuidadosamente practicado encanto masculino y metido en las botas del niño que fue Lucas en la esquina de un día nublado caminando calle abajo para ir a encontrarse con Luciano Ahora que Lucas ya no está ahora que el cáncer se la comió desde adentro y no dejó ni las máscaras

Ahora que sus botas las lleva Marcel

Lucas buscó a Marcel porque, verdaderamente, ese día en Paris pensó con toda la masculinidad que Simonetta le había inculcado (Venus fue hermafrodita alguna vez también) que la belleza sólo busca más belleza.

No se encuentran nunca en América No es lo suficientemente neutral África y el Medio Oriente e India, les parecen por separado cuando viven ahí por casualidad por quién sabe cuánto tiempo nada neutral en absoluto

Marcel ni siquiera le escribe, y quema sus cartas en cuanto llegan al lobby del hotel donde se encerró a pensar sobre arte para ese libro por el cual ya le pagaron en las afueras de Tangiers

Y cuando el correo electrónico se vuelve lo suficientemente común para que incluso Marcel entienda la complicada e intencionalmente mal escrita jerga adolescente de Lucas sin puntuación ni mayúsculas ni nada Marcel piensa en lo afortunade que fue que los emails no estuvieran disponibles cuando vivía en Marruecos y ella en Tailandia y no había terreno neutro entre elles

 

Lucas le escribe un día que es posible que internet—cyberspace pone y Marcel frunce el ceño—is neutral enough tho like the most neutral mayb y señala sus faltas de ortografía la falta de puntuación como un entendimiento un algo que es sólo de ella solo suyo Una parodia de la educación carente en lengua inglesa que nunca recibió porque sus tutores fueron jugadores de polo británicos amigos de Simonetta O performance intencional de la inocencia infantil previa a las reglas de la gramática del sexo las reglas corporales de lo masculino y lo femenino y aquello que tras años de adoctrinamiento se volvió natural y esencial y cuidadosamente practicado Despojada al fin al fin al fin de todo aquello —cuerpo y lenguaje y nombre y existencia— escribiendo con gramática ausente Ausente como el acento de sus lenguas el genero de las ropas sobre sus espaldas y sus cuerpos y el sexo y la forma en que hablaban de si mismes el y ella y elle y nosotres

y nadie

 

Ojalá, pensaba Marcel, se pudieran quemar los emails como se queman las cartas en el basurero de metal de una habitación de hotel de la cual nunca salió.

 

nunca hablan en su primera lengua entre ellos nunca hablamos nuestres propios lenguajes en nuestra presencia

 

una revelación

 

Marcel la tuvo años después de que noticias de la muerte de Lucas llegaran a su puerta en un sobre sin abrir que descansa sobre el recibidor en un departamento que supuestamente miraba hacia el Amazonas pero en realidad ofrece la vista de un edificio de oficinas perpetuamente en arriendo

No llegó email ni antes ni después y Marcel se pensó afortunade de poder en cualquier momento quemar esa carta abrirla o no pero quemarla siempre

Lucas le prohibió cualquier visita. Déjame morir en paz, le dijo al teléfono cuando Marcel la llamó desde su departamento junto al Amazonas queriendo ir a verla queriendo participar de la despedida Ya no estaban lejos entonces Lucas fue a Buenos Aires porque había encontrado a Luciano por fin supuestamente vivo todavía en algún rincón de Capital Federal Pero ahora solo estaba ahí para morir le explicó a Marcel sola en una cama de hospital pensando en un desayuno que nunca iba a tomar y el muy mierda de Luciano que se iba a quedar sin pagarla

Fue como una revelación que ninguno de nosotres de elle de ella de él de elx usara su lengua materna con o cerca o sobre elx otrx y Marcel quiere que haya sido porque esa lengua era como un ancla que habían dejado ir hace mucho El acento de Lucas que venía decía ella desde la brisa entrando en el puerto de Punta Arenas tenía tanto significado como el de Marcel que se aparecía en las calles principales de Beirut y se colaba por los acantilados en el borde de la ciudad

 

nada

 

Jerga local de territorios tan frágiles que les volvía extrañxs Tanto tiempo fuera y ya no sonaban como se supone que tenían que sonar y eso les volvía extranjerxs Tanto tiempo fuera y ya no había ni él ni ella ni elles ni ellxs ni Lucas ni K*** ni modo de nombrarse a sí mismes ni un pronombre que estuviera a la altura y que se hubiera deshecho como se deshicieron las hilachas de sus camisas y el cosido del pasaporte

La última vez que se encuentran (ella quiso alguna vez a toda costa que fuera cerca del Karluv most porque era invierno y abajo los cafés ofrecerían mantas de piel para abrigarse y Marcel dijo No por email) se maravilló pero no lo dijo de lo fácil que era para alguien tan enamorada del pasado como estaba Lucas el poder cambiar de pieles y de máscaras (pero nunca lo suficientemente rápido)

Marcel la había visto hablar de lo que fue repetidas veces con todo el mundo Algunas noches también cuando pensaba que Marcel no podía oír contaba historias de un pasado incierto de un Lucas que amaba a su madre y le tenia pena un Lucas que odiaba a Luciano y planeaba una venganza vaga e infantil nacida de esconderse bajo la cama cuando las cosas se ponían feas y su madre le sonreia detras de los moretones en su cara y le decia no pasa nada no pasa nada nunca pasa nada un Lucas que odiaba a los ingleses que nunca decia el nombre de su esposa que miraba para otro lado con la sola mencion de Simonetta su cara sus manos su edad y su muerte como si los labios viejos y arrugados no hubieran dejado cicatrices en toda la superficie de su piel de la piel de la que fue la Lucas que había sido Como si no guardara recuerdos de una cama donde esa respiracion esforzada destrozó sus manos y llago todos sus organos

Marcel había visto a Lucas regresar al ático de Lilou, tres años después de conocerse ahí y allí vivieron existieron vivieron juntos por seis meses de invierno mientras Marcel se escondía de su pasado y su reputación y Lucas se escondía de la enfermedad de Simonetta

Marcel había visto a Lucas llegando borrachx de ira y miseria porque había conocido a unes chilenes en un loft en Le Marais y quería explicar qué era lo que tanto odiaba de elles elles que pensaban que Paris era a la vez mejor y peor que Santiago y no podía porque no le salían las palabras y seguía emborrachándose de odio y lágrima amarga y Marcel sentade en el suelo se limaba las uñas

Y la había visto a Lucas llorando de rabia incapaz de explicarse o de hablar un día soleado antes o después de una partida —Marcel recuerda sólo estar mirando al niño (Lucas nunca dijo que odiaba que le dijeran niño) sentado en el pasto aferrándose a sus botas haciendo como que esas no eran lágrimas eso no era tristeza (es rabia es rabia decía porque la rabia y el enojo son masculinos dignos y nada le toca nunca nada le afecta y no me importa no me importa déjame) y riéndose demasiado fuerte y diciendo el nombre de Luciano y de Marcel como si fueran parientes Como si la venganza viniera por ese lado también Marcel se fue y dejó al niño ahí sentado en el pasto mientras Lucas se reía más fuerte y más fuerte diciendo cosas de las que más tarde pretendería no arrepentirse (llamar “mujer” a Marcel como si la cosa misma fuera un insulto como si de verdad creyese en las prácticas que había adoptado de la educación de Simonetta) alejándose con rodeos de ese día lleno de miedo en el futuro cuando no lo sacara a colación pero estuviera a punto de comérselo Aunque era ella no Marcel la que recordaba lo que había sucedido la forma en que había pronunciado la palabra “mujer” como si ella misma tuviera miedo de serlo Como si la cosa misma existiera como si le hubiera creído todo lo que dijo a Simonetta

Lucas siempre recordaba (alejándose con rodeos de escribir qué fue lo que realmente sucedió, qué era lo que estaba tras las lágrimas, incluso ahora en estos diarios) alejándose de preguntarle a Marcel sobre su pasado (el de K***) pretendiendo de nuevo que no tenía importancia que no le incumbía y después hablando de su propio pasado como si fuera el cimiento de lo que había creado para ella misma

Como si fuera esencial

Quería saber que no lo era necesitaba algo de que aferrarse porque no habia nadie ahi detras de las mascaras

La última vez que se encuentran se ve decepcionada.

Le pide a Marcel que no fume que no la llame Lucrecia que no mire por la ventana hacia la calle Dice que las arrugas sobre su boca se podrían haber prevenido si hubiera puesto el cigarrillo en las esquinas de sus labios y no en el frente y le prohibe a Marcel que llore usando su encanto “masculino” dicho con desprecio de nuevo como si las máscaras fueran tan naturales a ella como sacárselas (Arrogancia indiferencia, altanería, carisma ruidoso, confianza agresiva, todo lo que te enseñaron las manos arrugadas y manchadas de Simonetta su respiracion trabajosa y cansada la forma en que te trataba a veces como si fueras un hijo y querias matarla porque queria hacer de ti un hombre y tu madre estaba muerta y luego otra gente te miraria con esos ojos y creeria a pies juntos que la habías matado para quedarte con su plata su plata que era la unica razon por la que alguien como tu la habría mirado a alguien como ella y les odiarias a todes porque nunca te atreviste a cerrar tus manos sobre su cuello de vieja y se murio sola ella misma diciendote Mira ni eso lograste hacer ni siquiera lograste ser el hombre que ella quiso hacer de ti con todos sus esfuerzos y fue y se murio para recordarte que ni siquiera matarla pudiste y entonces tampoco a Luciano lo ibas a poder matar o ver nuevamente para que pagara por lo que hizo) Lucas se pone de nuevo esas máscaras que le inculcó la educación de las manos arrugadas y manchadas de Simonetta las trae de vuelta para hacer reír a Marcel cuando le muestra su pasaporte egipcio (uno más para la colección) y le dice que no llore que la muerte les toca a todxs

 

Años después, la carta aún sin abrir descansa en el recibidor de un departamento en Buenos Aires. Marcel viaja a buscar las cosas embaladas en cajitas a un depósito antiguo que Lucas encargó antes de la muerte de Simonetta en terreno que tampoco era neutral pero no olía a río contenido que habían delimitado en dos orillas como hicieron con América Un depósito cerca del ascensor Santa Justa el Elevador do Carmo y encuentra un cuaderno que habla de ambes y todes les gentes que fueron Uno que Lucas empezó a escribir en Nápoles un año después de la segunda vez que se vieron como si incluso entonces hubiera sabido los años que vendrían después de ese día y hubiera intentado ficcionarlo todo antes de cuenta

 

Un cuaderno donde estaba escrita la primera vez que se conocen cuando Lucas demostró lo que Marcel más tarde con desprecio tildaría de “encanto masculino” en un húmedo edificio en ruinas en Rue d’Austerlitz en Paris donde más tarde vivirían un invierno con la chaqueta colgada mientras Simonetta se moría de vieja en la casa que pasaría a ser de Lucas en Val d’Orcia Y un cuaderno donde estaba escrito el último encuentro puesto en la hoja en lápiz pasta (como decía Lucas cuando intentaba soñar con que era más chilena como la máscara que se ponía cuando decía que sus pestañas las había heredado de la madre cuando ni siquiera recordaba sus facciones) lápiz pasta con tinta verde que había escrito sobre el cuaderno un día napolitano imposiblemente soleado Ese último encuentro habría de tener lugar en invierno (siempre soñaba con el invierno cuando era verano en Italia) cerca de Karluv most donde se refugiarían en abrigos de piel y Marcel ya habría dejado atrás sus máscaras y ella logrado su cometido

Luciano y Simonetta estarían muertes y no habría ninguna pretensión que la mantuviera viva o le diera nombre o le

 

(Las máscaras de Marcel siguen en su lugar y fue Lucas misma con un movimiento de su mano la que le impidio mostrarlas enseñarle lo que habia sido porque Lucas resentía ese silencio extendido durante años mucho mas de lo que le parecia importante conocer el pasado de una persona que fue alguna vez hombre que fue alguna vez monja que fue alguna vez niña torpe y mimada nacida en una importante familia cuyo nombre quedo enterrado en algun lugar de la historia de Beirut y que ahora se habia despojado quiza de todas esas cosas como de su lengua y su cara y su gramatica)

 

Ya no existes le dijo Lucas ese día que Marcel estaba a punto de abrir su boca y dejar caer las canicas de cristal opaco que guardaba en su interior

cada una con

una cara diferente

y una historia diferente

y gente que fue y no fue

No existes

y no me sirve de nada saber el nombre o la historia o nada sobre aquellxs que no existen Por eso nunca escribo ficción Con tanta confianza le dijo que Marcel casi le creyó

 

Pero claro después de todo (sabían sabíamos lxs dos) era ella la escritora y era Marcel quien era él ahora ahora que Lucas ya no es en Buenos Aires escribiendo los días antes de encontrarse con Luciano antes de caminar Corrientes abajo en la esquina de un día nublado y

 

 

por fin la venganza

y la primera vez que se conocen

 


 

Mack Varas es el seudónimo utilizado por un joven autor chileno. Las faltas de acentuación y puntuación así como la estructura (quiebre de líneas, etc.) son intencionales para acompañar la temática del cuento (la pérdida de la «identidad» nacional, linguistica, de género…).

Ilustración: Fotografía en Gratisography [gratisography.com/photo/ leaning-on-graffiti-wall/], dominio público.

 

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Relatos en Margen Cero

Revista Almiar (Margen Cero™) · n.º 102 · enero-febrero de 2019

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