Análisis y traducción de los poemas por:
Yuleisy Cruz Lezcano
E
n esta época de incertidumbre existencial generalizada, me encontré con La despedida del viaje ceremonioso y otras obras poéticas de Giorgio Caproni (Livorno 1912- Roma 1990), que me han ayudado a reconstruir la alegoría de la muerte.
La muerte: tenemos que hablar de ella. Pero, como siempre, no tenemos muchas palabras. Y así recurrimos a la poesía y a un poeta:
Giorgio Caproni fue uno de los poetas italianos, después de Montale, más grandes y originales. Este poeta se dedicó paralelamente también a la prosa y a la traducción, pero detrás de toda su obra siempre está presente la sombra del poeta. Su producción poética, que abarca desde el neorrealismo hasta el simbolismo, se caracteriza por una profunda reflexión sobre la condición humana y la naturaleza del lenguaje.
El poema siguiente fue el primer motivo de mi búsqueda para tratar de entender el viaje vida, para entender la dinámica de las relaciones humanas y de los límites impuestos de la cortesía forzada. En la lírica «La despedida del viaje ceremonioso», una de las más famosas de Caproni, el viaje es metáfora de la vida y el final de este viaje corresponde con la muerte. En dicho viaje el «poeta-viajero», viene llamado ceremonioso porque es amable y educado. Se puede leer que, desde el principio, el «Yo poético» piensa en el final de su viaje y se va despidiendo de sus compañeros, hasta llegar al final de su existencia, es decir, al momento del adiós definitivo. La maleta constituye un símbolo de la riqueza de experiencias de vida.
El estilo, como se puede observar, es simple y fluido y al mismo tiempo está sostenido por una gracia rítmica original, casi melódica y cantabile, que interactúa de manera irónica y al mismo tiempo dramática con el tema de la muerte. La métrica está caracterizada por el verso libre, con predominio de septenarios y octonarios en estrofas de diferente extensión y cláusula final de un solo verso; se puede notar varias rimas y asonancias sin particular esquema.
La despedida del viaje ceremonioso
Amigos, creo que sea
mejor para mí empezar
a bajar la maleta.
aunque si no estoy seguro de la hora
de llegada, y ni siquiera
conozco cuáles estaciones
preceden la mía,
señales seguras me dicen,
por lo que he escuchado
de esos lugares, que yo
os tendré que dejar pronto.
Por favor, perdónenme
esta pequeña molestia que causo.
Con vosotros me he sentido bien
desde el principio del viaje, y mucho
les agradezco, créanme,
por la excelente compañía.
Me gustaría todavía
por mucho tiempo
poder conversar con ustedes. Así sea.
El lugar donde estaré
lo ignoro. Pero siento
que, a menudo, tendré
que acordarme de ustedes
en la nueva sede,
mientras mi ojo ya ve
por la ventana, más allá del humo
húmedo de la neblina
que nos envuelve, rojo
el disco de mi estación.
Les pido licencia
sin poderles esconder,
leve, una consternación.
Fue muy agradable poder hablar
juntos, sentados uno frente al otro:
fue tan bello mezclar
los rostros (fumar,
intercambiándonos cigarrillos),
y todo eso que nos contábamos
de nosotros (ese modo de inventar
fácil, cuando se cuenta a los demás),
hasta confesar
cuánto, incluso acorralados,
nunca nos hubiéramos atrevido
ni por un instante
(accidentalmente) confiar.
(Disculpen. Esta maleta pesada
aunque si no contiene casi nada:
tanto es así, que me pregunto por qué
la llevo, y cuál
ayuda podrá ofrecerme
mientras la arrastro conmigo.
Pero a pesar de eso tengo que llevarla,
aunque tal vez sea solo para seguir usándola.
Por favor déjenme pasar.
Ahora que la maleta está
en el pasillo, me siento
más ligero. Por favor, discúlpenme).
Estaba diciendo que era agradable estar
juntos. Charlar.
Tuvimos algún
desacuerdo —es natural.
Aquí estamos —y es normal
también— nos hemos odiado
más de una vez, y nos hemos frenado
solo por cortesía.
Pero qué importa. Sea
lo que sea, vuelvo
a decir, desde el fondo de mi corazón,
gracias
por la excelente compañía.
Adiós doctor,
y su elocuente doctrina.
Adiós muchachita
delgada, y a tu ligero olor
a recreo y a pradera
en tu rostro, cuyo tono
suave es estímulo ligero.
Adiós, oh soldado
(¡o marinero! En tierra
como en el cielo y en el mar)
a la paz y a la guerra.
Y a usted también, sacerdote,
adiós, que me preguntó si yo
(¡bromeabas!) tuve como dote
creer en el Dios verdadero.
Adiós a la sabiduría
y adiós al amor.
Pido licencia también a la religión.
Ya llegué a mi destinación.
Ahora que siento más fuerte
chirriar los frenos, los dejo
de verdad, amigos. Adiós.
De esto estoy seguro: yo
he llegado a la desesperación
calma, sin desconcierto.
Bajo del tren. Buena continuación.
Congedo del viaggiatore cerimonioso, di Giorgio Caproni
Amici, credo che sia
meglio per me cominciare
a tirar giù la valigia.
Anche se non so bene l’ora
d’arrivo, e neppure
conosca quali stazioni
precedano la mia,
sicuri segni mi dicono,
da quanto m’è giunto all’orecchio
di questi luoghi, ch’io
vi dovrò presto lasciare.
Vogliatemi perdonare
quel po’ di disturbo che reco.
Con voi sono stato lieto
dalla partenza, e molto
vi sono grato, credetemi,
per l’ottima compagnia.
Ancora vorrei conversare
a lungo con voi. Ma sia.
Il luogo del trasferimento
lo ignoro. Sento
però che vi dovrò ricordare
spesso, nella nuova sede,
mentre il mio occhio già vede
dal finestrino, oltre il fumo
umido del nebbione
che ci avvolge, rosso
il disco della mia stazione.
Chiedo congedo a voi
senza potervi nascondere,
lieve, una costernazione.
Era così bello parlare
insieme, seduti di fronte:
così bello confondere
i volti (fumare,
scambiandoci le sigarette),
e tutto quel raccontare
di noi (quell’inventare
facile, nel dire agli altri),
fino a poter confessare
quanto, anche messi alle strette,
mai avremmo osato un istante
(per sbaglio) confidare.
(Scusate. È una valigia pesante
anche se non contiene gran che:
tanto ch’io mi domando perché
l’ho recata, e quale
aiuto mi potrà dare
poi, quando l’avrò con me.
Ma pur la debbo portare,
non fosse che per seguire l’uso.
Lasciatemi, vi prego, passare.
Ecco. Ora ch’essa è
nel corridoio, mi sento
più sciolto. Vogliate scusare.)
Dicevo, ch’era bello stare
insieme. Chiacchierare.
Abbiamo avuto qualche
diverbio, è naturale.
Ci siamo – ed è normale
anche questo – odiati
su più d’un punto, e frenati
soltanto per cortesia.
Ma, cos’importa. Sia
come sia, torno
a dirvi, e di cuore, grazie
per l’ottima compagnia.
Congedo a lei, dottore,
e alla sua faconda dottrina.
Congedo a te, ragazzina
smilza, e al tuo lieve afrore
di ricreatorio e di prato
sul volto, la cui tinta
mite è sì lieve spinta.
Congedo, o militare
(o marinaio! In terra
come in cielo ed in mare)
alla pace e alla guerra.
Ed anche a lei, sacerdote,
congedo, che m’ha chiesto se io
(scherzava!) ho avuto in dote
di credere al vero Dio.
Congedo alla sapienza
e congedo all’amore.
Congedo anche alla religione.
Ormai sono a destinazione.
Ora che più forte sento
stridere il freno, vi lascio
davvero, amici. Addio.
Di questo, sono certo: io
son giunto alla disperazione
calma, senza sgomento.
Scendo. Buon proseguimento.
Con la alegoría de la muerte, vista a través de los ojos del poeta, morir se convierte en el final de un viaje. Un hombre se despide de sus compañeros en el tren porque sabe que pronto bajará y abandonará el «viaje» ese viaje que es «la vida». Pero siento/ que, a menudo, tendré/ que acordarme de ustedes. Las emociones que afectan al protagonista son consternación y abatimiento espiritual. En el primer caso se lee cómo el deber lo separa de la «compañía», en el segundo el protagonista impone un retorno con la mente para recordar a sus compañeros de viaje. No es un recuerdo involuntario, una feliz recuperación de un pasado espontáneo, sino un laborioso regreso de la mente a una «compañía» que agradece, aunque a veces no ha sido fácil y lo contrasta con el odio y la discordia, uniéndose a la palabra «cortesía».
En este caso, la cortesía, según lo que se puede comprender, no es como sucede en la liberalidad de las letras del siglo XIII, que se refiere al ser noble de alma, sino un deber. La misma ambigüedad semántica ocurre cuando el «yo» lírico se disculpa por haber puesto la maleta en el pasillo del tren: Ahora que la maleta está/ en el pasillo, me siento/ más ligero. Por favor, discúlpenme… Se puede notar una repetición de disculpas, ¿quizás pueda ser el paradigma de una personalidad tímida? La maleta pesa, frena, obstaculiza (¿acaso los trenes de equipajes no se llamaban impedimenta en latín?). El equipaje es un freno en el viaje, especialmente cuando se ve la estación de llegada cerca. Si se piensa en los versos del poeta, la mente imaginaria conduce hacia un viaje estrecho, donde todos los hombres «se odian» y se restringen unos a otros, solo por cortesía. El odio es natural y está como una expresión de una veta sincera del alma, que la cortesía reprime. La cortesía se vuelve un peso, un freno, es algo que se lleva en la maleta, por lo que se vuelve inútil y vacía. Por eso dejarlo en un rincón sería mejor, igual que dejar el peso de la maleta, pero… el protagonista no puede.
El «yo» lírico ve el disco rojo de su estación a través de la neblina: la neblina de apariencias, que envuelve relaciones formales y cortesías que frenan el odio. Ahora se escucha claramente el ruido del «tren» – «freno», y existe la certeza de que el viajero está a punto de bajarse.
Leyendo y leyendo, me pregunto: ¿y si, cartesianamente, los sentidos engañaran como las palabras? Este poema de Caproni no tiene las apariencias de una alegoría testamentaria, es, al contrario, una forma de declinar la cortesía como deber, como una forma educada que encierra un final anunciado, como en una jaula, donde no hay escapatoria. El texto se presenta como una narración en primera persona del protagonista quien, durante un viaje en el tren, se dirige a amigos y conocidos, recuerda los momentos pasados juntos y se prepara para despedirse de ellos cuando llegue a la última parada y tenga que dejarlos para siempre. El tono es elegante y ligeramente melancólico y el ceremonioso narrador nos deja entrever el dramatismo de la situación: la inminencia de la muerte, que finalmente llegará en las palabras del último verso, conmovedoras pese a la aparente serenidad del viajero: he llegado a la desesperación/ calma, sin desconcierto. Se puede observar como un pasaje extremadamente significativo el oxímoron «calma desesperación», replicado por la frase «sin desconcierto», que rima con la última línea, separada de todas las demás: Bajo del tren. Buena continuación. Una fórmula de despedida muy formal (en el sentido de normas de comportamiento social), pero también, en el contexto temático de poesía, igualmente conmovedora.
Esta alegoría de la muerte nos deja una sensación de vacío y el peso recae sobre todo en el significado, donde la estructura se hace circular, debido a las varias formas de cortesías, que son como pesos y maletas inútiles, bajo las cuales se esconde el odio social. En los versos de este autor, la idea de muerte se conecta inmediatamente con cuestiones que van más allá de ella: la consternación, por supuesto, el terror, sin duda, pero también el esfuerzo por racionalizar este pánico, la concreción de los espacios que hay que llenar, que cruzar, en los cuales está solo y atrapado, pero también espacios en los que conversar; llenarlos con la nada, de reflexión metafísica sobre el vacío.
La poética de Caproni invita a reflexionar, a preguntarse si ser ceremonioso y honesto vale la pena. Uno puede preguntarse si decir demasiadas veces «gracias» o «pedir disculpas» sean la clave para la salvación. Y sobre todo nos invita a preguntarnos cómo podemos llenar nuestra maleta de significados que nos aligeren.
Giorgio Caproni fue un poeta enamorado de la palabra y de la música, de la ligereza y la ironía, que mientras tocaba la realidad, daba la sensación de conocerla a fondo: como un Ulises o un Eneas más interesado en el viaje que en el destino. No faltan en sus versos palabras de amor hacia el hombre y su poesía —tan llena de gracia, de música, de ciudadanía ética— encierra, casi siempre, un mensaje educativo.
No mates al mar,
la libélula, el viento.
No reprimas el lamento
(¡el canto!) del manatí.
El gálago, el pino:
esto es también de lo que está hecho
el hombre. Y quien para obtener ganancias viles
fulmina un pez, un río,
no lo hagas caballero
de trabajo. El amor termina donde termina la hierba
y el agua muere. Donde
el bosque desapareciendo
y el aire verde, quien queda
suspira en el cada vez más amplio
país muerto: cómo
podría volver a ser bella
la tierra,
desapareciendo el hombre.
Non uccidete il mare,
la libellula, il vento.
Non soffocate il lamento
(il canto!) del lamantino.
Il galagone, il pino:
anche di questo è fatto
l’uomo. E chi per profitto vile
fulmina un pesce, un fiume,
non fatelo cavaliere
del lavoro. L’amore finisce dove finisce l’erba
e l’acqua muore. Dove
sparendo la foresta
e l’aria verde, chi resta
sospira nel sempre più vasto
paese guasto: Come
potrebbe tornare a essere bella,
scomparso l’uomo, la terra.
Este poema, «Quasi-ecological Versicoli», pertenece a la colección Res Amissa y trata sobre la relación entre el hombre y la naturaleza. En particular, en la primera parte, Caproni advierte al hombre, invitándolo a no devastar el medio ambiente y a no glorificar a quienes no respetan la flora y la fauna con fines de lucro. De hecho, también a nosotros nos llegará lo peor: si no hubiera más plantas, el hombre ya no podría vivir, y en el caso que el hombre se extinguiera, el mundo sería mejor. Podemos pues dividir el poema en dos partes: la primera es una advertencia, mientras que la segunda es una comparación entre el mundo con o sin el hombre. El contenido de la letra se puede vincular al título de la colección, ya que la naturaleza está casi perdida y el hombre se muestra indiferente a ello. Las crueles acciones del hombre quedan subrayadas por verbos como matar, reprimir y fulminar, casi como si los elementos naturales estuvieran personificados. ¿Pero por qué esta crueldad? Sencillo: únicamente con fines de lucro, independientemente de las consecuencias, lo que solo conducirá a un «país muerto cada vez más amplio».
Segundo tema de estudio: Los disfraces
¿Quién sabe si algún día tiraremos los disfraces?
Quién sabe si algún día nos quitaremos las máscaras que llevamos en la cara sin saberlo. Tal vez Caproni intentó identificar a las personas que quizás conoció entre muchos, entre ellos encontró a esa persona cuyo rostro y máscara coincidían. Puede ser que de esa persona haya obtenido las respuestas y las palabras, que siempre había estado esperando. El tema de la máscara fue tratado por Pirandello, por Eugenio Montale, por Caproni, por Antonia Pozzi… hay muchos ejemplos. Se trata de un tema siempre actual.
Al estudiar a Giorgio Caproni, mi último tema de estudio fue el de las máscaras, que en el pasado he encontrado en la poética del humor de Luigi Pirandello, para quien, a diferencia de lo que sucedió antes que él, con maestros del humor europeo como Miguel de Cervantes y Sterne, el humor fue una característica perenne del arte y del hombre, con carácter también histórico, derivado de condiciones particulares que pusieron en crisis las certezas antiguas.
El siguiente poema de Giorgio Caproni me hizo recordar la oscilación de Pirandello que describe un límite inherente al hombre que siempre ha vivido en un mundo carente de sentido y que, sin embargo, crea una serie de autoengaños e ilusiones, a través de las cuales busca dar sentido a la existencia. En esta perspectiva, el humor sería la eterna tendencia del arte a revelar esta contradicción. También se puede detectar el malestar, típico de la modernidad, que conduce al desencanto, a la confusión, en la que ciertos parámetros de la verdad ya no existen.
La máscara nos hace pensar en los engaños individuales y sociales que constituyen una forma de existencia. La máscara da la forma y la forma bloquea el empuje anárquico de las pulsiones vitales. La máscara representa un contraste entre vida y forma y es uno de los temas constitutivos del arte de Pirandello. Para este autor la máscara no es un objeto, se vuelve el sujeto, que, obligado a vivir en la forma, ya no es una persona íntegra, coherente, compacta, fundada en la correspondencia armoniosa entre deseos y realización, pasiones y razón; por tanto, se reduce a una máscara (o a un personaje) que desempeña el papel que la sociedad le exige. Este aspecto también se puede detectar en la poética de Caproni, que afirma, como Pirandello, que todos los hombres son máscaras, pero abre la posibilidad de que alguien rompa ese rol, una diversidad que marca la diferencia. Esta perspectiva abre un nuevo parámetro de confianza, de quien deja el personaje para ser persona, recuperando la integridad del individuo y su unidad intelectual, moral y psicológica, fuera de la máscara. Así, como una gota de esperanza, Caproni se refiere a alguien que sale de la ficción.
El mar quema las máscaras,
el fuego de la sal las quema.
Hombres llenos de máscaras
centellan en el litoral.
Sólo tú puedes resistir
en la hoguera del Carnaval.
Tú sola sin mascaras
escondes el arte de existir.
(De Cronistoria, Vallecchi editore, 1943)
Il mare brucia le maschere,
le incendia il fuoco del sale.
Uomini pieni di maschere
avvampano sul litorale.
Tu sola potrai resistere
nel rogo del Carnevale.
Tu sola che senza maschere
nascondi l’arte d’esistere.
Este poema, a primera vista sobrio y sencillo, capta la vida y la franqueza en el vivir, sin elementos retóricos y sin buscar la abstracción de la realidad. La sintaxis se reduce a lo esencial, mientras el mensaje resalta.
Fuentes
· Giorgio Caproni, Congedo del viaggiatore cerimonioso; Garzanti; 1965.
· Giorgio Caproni, Tutte le poesie; Garzanti, 1999.
· Giorgio Caproni, Cronistorie, Vallecchi editore, 1943.
Yuleisy Cruz Lezcano. Nació en la isla de Cuba el 13 marzo del 1973, vive en Marzabotto (Bolonia; Italia). La poeta emigró a Italia a la edad de 18 años, estudió en la Universidad de Bolonia y consiguió el título en Ciencias Enfermerísticas y Obstetricia, consiguió, además, un segundo título en Ciencias Biológicas. Trabaja en la salud pública. En su tiempo libre ama dedicarse a la escritura. Numerosos son los premios literarios donde ha obtenido reconocimientos importantes. Es jurado de dos importantes premio literarios italianos: Premio Literario de Narrativa, Ensayo y Poesía «Nabokov» y el Premio Literario Internacional «Napoli Cultural Classic». Su última obra publicada es: L’infanzia dell’erba, 2021.
🖥️ Web de la autora: http://www.yuleisycruz.com/
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Ilustraciones artículo: (portada) Fotografía por Pedro M. Martínez © ▪ (en el texto) Giorgio Caproni, by Dino Ignani, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons
Revista Almiar • n.º 132 • enero-febrero de 2024 • MARGEN CERO™
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