relato por
Héctor M. Magaña

 

S

iempre resulta complicado escribir un prólogo para ediciones de tipo «obras reunidas» u «obras completas». No obstante quiero agradecer a los expertos en estudios cinquettistas el haberme invitado a redactar el presente prólogo, las notas y anexos con el apoyo de los académicos de la Universidad K, quienes me prestaron una mano para la presente redacción.

Desde la fundación de la Sociedad de Estudios de G. Cinquetti se ha tratado de establecer un cuidadoso estudio histórico que en nuestra época es fundamental para comprender a una de las figuras religiosas más importantes de nuestra sociedad actual: Gigliola Cinquetti (3894-4094 d. G. E.). Esta obra no sería posible sin contar con la especial colaboración del profesor R. quien es sumo pontífice del Gran Templo Cinquettista en tierra santa de Verona y nos proporcionó los apolonios con la voz de Cinquetti para su transcripción. El profesor T. por su parte, quien es profesor de lenguas muertas de la Universidad K, se encargó de las traducciones del veronés antiguo a la lengua oficial, y por supuesto a la profesora W. quien me ayudó con el contexto histórico, pues es experta en las sociedades antiguas anteriores al Gran Evento.

Los primeros apolonios fueron descubiertos en algunas ruinas perdidas por el norte de la zona que antiguamente se conocía como Canadá. Gracias a que se encontraba un Transcriptor de Datos Vocales (TDV) a la mano se pudieron escuchar y estudiar. Los primeros expertos que estudiaron las obras cinquettistas, quienes aún conservaban vestigios del antiguo veronés en su idioma, dedujeron que estaban ante obras de fuerte carácter religioso. Los hablantes del veronés antiguo realizaban rituales dancísticos y cantos sacros basados en las piezas grabadas en los apolonios. Estamos frente a sociedades orales cuyos métodos eran todavía bastante primitivos, en cuanto a rituales se refiere. Se sabe que muchas de las creencias consistían en un amor divino que era considerado como amante al cual el creyente pretendía unirse: «Buscaba caminos quizá equivocados/ no supe que a ti me llegaba por claros senderos/ ahora presiento que tu amor es sincero/ y en aras del viento tú me vas a llevar” (A las puertas del Cielo, 3946 d. G. E.: I, IIV).

La creencia en un mundo paralelo denominado «Cielo» hace pensar que los veroneses creían firmemente en una ciudad o un reino que era dominado por el amor. Podemos tener una idea de cómo serían estas ciudades del «Cielo»: «De pronto me dices que poco te cuesta/ buscar una casa muy linda que ha de ser nuestra/ Que tiene jardines colgados del cielo/ con miles de niños con tanta ternura en sus juegos./ Entonces mis sueños se harán realidades/ ahora sí que es cierto que yo volaré junto a ti» (A las puertas del Cielo, 3946 d. G. E.: I, II v). Como bien ha señalado la profesora W en su estudio Cinquetti: esperanza ante un mundo desolado:

En las sociedades anteriores al Gran Evento había una gran mortalidad infantil debido a enfermedades que afectaban su crecimiento y desarrollo, según estudios arqueológicos, los niños sufrían malformaciones y morían antes de llegar a la madurez, así pues no resulta extraño que «el Cielo» les prometiera «miles de niños con tanta ternura en sus juegos». Muchas «ciudades» quedaron abandonadas por la escasez de alimentos, lo mismo con las áreas boscosas, por lo que la existencia de «casas» y «jardines» era un bien que pocos podían disfrutar.

Los apolonios hallados en la antigua España dan muestra de que había una creencia en el fin del mundo tal como se conocía: «E tutto va, e tutto va/ finché la terra non scoppierà. / E tutto va, e tutto va/ finché la terra non scoppierà» (A rosa nera, 3934 d. G. E.: I, II v). La falta de formas de vida vegetal representó un punto de inflexión para los veroneses. Se han hallado antiguos folios donde designan el evento como «Calentamiento Global», aunque se desconoce si fue la extinción de formas de vida vegetal lo que llevo al «Calentamiento Global» o el «Calentamiento Global» exterminó las formas de vida vegetales.

El profesor R., sumo pontífice del Templo, sugiere que el evento solo fue un ingrediente más que motivó el deseo de Cinquetti de salvar a la humanidad a través de su amor llevándola a la eternidad: «No tengo edad./ No tengo edad para amarte/ Y no está bien que salgamos, solos los dos/ Tal vez querrás/ Tal vez querrás esperarte que sea mayor/ Y pueda darte mi amor» (No Tengo Edad ‘Non ho l’età’, 3928 d. G. E.: II, I v). Debido a la pobre esperanza de vida de los veroneses, se esperaba que el amor cinquettista devolviera a la humanidad la eternidad que tanto anhelaba y establecer en «el Cielo» el reino del Amor.

Podría comentar muchas más cosas acerca del desarrollo de la obra cinquettista y su recepción del pensamiento místico y religioso de nuestra época, pero eso podría ser contraproducente a la hora de que posibles lectores dejen volar su imaginación y emoción ante estas obras que han marcado a nuestra civilización. El propósito de este prólogo no solo es mostrar una posible guía para futuros lectores que se interesen en la obra de Gigiola Cinquetti, si no también interesar a investigadores a buscar otras vías de interpretación de estos textos que permitan diversas vías de estudio.

 


 

Héctor M. Magaña (Xalapa, Veracruz, 1998). Autor de relatos publicados en revistas (Los no letrados, Monolito, Noctunario, Revista Almiar, Elipsis, Diablo Negro, Tintero Blanco, Periodico Poético, Prosa Nostra Mx, Les Escribadores), reseñas literarias en revistas como Criticismo. Tradujo a autores como el emperador Akihito, la emperatriz Michiko Shoda y a la poetisa Cora Coralina. Ha participado en el taller de creación literaria de Fernanda Melchor.

Contactar con el autor: hmm271527 [en] gmail [punto.] com

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🖼️ Ilustración artículo: Montaje fotográfico a partir de: Sanremo 1964 Gigliola Cinquetti, por Rizzoli – Corriere della Sera, Public domain, via Wikimedia Commons

 

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Revista Almiar (Margen Cero· 👨‍💻 PmmC) · n.º 135 · julio-agosto de 2024

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