artículo por
Javier Claure C.
E
l fútbol, además de ser un deporte, se ha convertido en un fenómeno social que captura a millones de personas en todo el mundo. Desde las calles polvorientas de un barrio hasta los estadios monumentales que vibran bajo la presión de miles de aficionados, el balompié encarna una pasión que va mucho más lejos de los noventa minutos de juego.
Vivimos en una sociedad de consumo en donde la gente parece estar más preocupada en juntar cosas materiales. Las guerras, los conflictos sociales, la falta de empleo y de educación, las desigualdades sociales, la corrupción, etc., están a la orden del día. Entonces la pregunta del millón es: ¿Cómo aliviar las tensiones sociales para desviar la atención de los problemas más urgentes de una sociedad? Y la respuesta es, entre otras cosas, mediante el fútbol.
En la antigua Roma se empleaba el concepto de panem et circenses (pan y circo). Es decir, se ofrecían alimentos baratos al pueblo, y, al mismo tiempo, los emperadores utilizaban los juegos del circo, y las luchas de gladiadores como una forma de apaciguar a las masas. Así desviaban la atención de los problemas estructurales del imperio. Hoy, el fútbol parece cumplir un rol similar. En palabras del filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard (1929-2007): «el espectáculo es la droga de la sociedad contemporánea». Sin duda, el fútbol es su dosis que sube dependiendo de los resultados. Esta dosis alcanzó su punto más alto cuando se llevó a cabo el partido entre Bolivia y Chile, el 10 de septiembre por las eliminatorias rumbo al Mundial 2026. El partido se jugó en el Estadio Nacional de Santiago. Y la selección boliviana, que no ganaba como visitante durante 31 años, derrotó por 2-1 a la selección chilena. Esta derrota ha causado un tremendo terremoto en Chile. Muchas personas del país Mapocho reconocen que su selección, como tantas otras, está pasando por momentos difíciles. Sin embargo, otras personas no aceptan la derrota, y han mostrado su descontento con videos en YouTube y en TikTok. Los titulares de la prensa chilena fueron escandalosos hablando de «papelón histórico», «Chile, roja de vergüenza», «Chile, en caída libre»; etc. El histórico jugador de la Roja, Arturo Vidal, conocido por sus ácidos comentarios no pudo evitar su frustración. Criticó severamente a Ricardo Gareca de nacionalidad argentina y director técnico de la selección chilena. Y sentenció: «qué terrible, ¿cómo nos va a hacer un gol Bolivia?». En el 2016, Vidal hizo una interpretación curiosa, y dijo: «Bolivia no juega a nada y solo se cuelga del arco». Y antes de llegar a La Paz, manifestó: «Bolivia ve el Mundial por televisión».
En septiembre de 2017, Chile y Bolivia jugaron en La Paz por las Eliminatorias al Mundial 2018 en Rusia. Bolivia derrotó a Chile por 1-0. Lamentablemente el partido terminó en un enfrentamiento entre los jugadores de las dos selecciones. Una vergüenza, la policía tuvo que hacer un cordón para evitar agresiones físicas. Los jugadores de la Roja no aceptaron el fracaso. Mauricio Soria, el entonces director técnico de la selección boliviana explicó: «lamentablemente desde el banco de Chile comenzaron a agredir a nuestro país». La indeseable conducta de Claudio Bravo, Gary Medel y Arturo Vidal fue notoria. La furia de Vidal violó los buenos modales de un jugador con ética y valentía para aceptar la derrota. Su comportamiento mostró su profunda desilusión. Lanzó insultos groseros contra un policía. Vidal, acostumbrado a llorar, salió de la cancha con lágrimas en las mejillas y comiéndose sus mocos (Bolivia 1 – 0 Chile: Final del partido con bronca en La Paz (youtube.com)).
Cabe señalar que la pérdida del litoral boliviano en la Guerra del Pacífico ha marcado un antes y un después en la historia de Bolivia. Y el fútbol, con su poder para movilizar pasiones, se ha convertido en una extensión de ese conflicto histórico. Cada vez que Bolivia enfrenta a Chile, la carga emocional va mucho más allá de un simple juego. Es una cuestión de honor, de reivindicación, y de demostrar que, a pesar de los golpes de la historia, Bolivia sigue en pie.
Volviendo al partido en Santiago, exactamente a los 13 minutos del primer tiempo, Carmelo Algarañaz, marcó el primer gol de Bolivia. Y 26 minutos más tarde, el arquero boliviano, Carlos Lampe, teniendo el control de la pelota dio un paso atrás para sacarla desde el área, pero apoyó mal uno de sus pies y cayó lesionado al campo de juego. Inmediatamente levantó la mano como señal de socorro, el dolor era intenso. Se había roto el tendón de Aquiles de la pierna derecha. Fue entonces cuando el delantero de la Roja, Eduardo Vargas, aprovechó el momento de sufrimiento, y marcó el primer gol para Chile. Vargas, consciente de lo sucedido, rodó el balón frente a un arco completamente vacío como si ese espacio fuera parte de un desierto. Por eso, su alegría no fue cargada de una emoción volcánica que suelen tener los jugadores cuando meten un gol de verdad. Lampe abandonó el juego para ser operado.
En una entrevista con el diario Olé de Argentina, Lampe se pronunció sobre el polémico gol, y refiriéndose a Vargas acotó: «no le reprocho nada porque imagínate que no haga el gol, iba a tener muchas críticas. Ellos sentían la presión del partido. Yo sé que él se dio cuenta que me había pasado algo grave. Yo estoy por dar un pase, me caigo y levanto la mano, es notorio. Un jugador sabe cuándo un colega se lesiona grave dentro de la cancha. Él estaba muy cerca, sé que se dio cuenta de mi gravedad y quizá escuchó porque sonó fuertísimo. Fue un latigazo y se oyó en el momento. Yo sabía que me rompí el tendón de Aquiles». En otras palabras, no hubo un fair play (juego limpio) por parte del delantero chileno. Este dudoso acto fue puesto, en alto relieve, en la prensa mundial. Muchos criticaron el proceder del jugador de la Roja. Sin lugar a dudas, Vargas al igual que Roberto Rojas (A 30 años del “Maracanazo”: La entrevista en que “Cóndor” Rojas confesó su culpabilidad (lanacion.cl)) y Gonzalo Jara (Gonzalo Jara defiende ’dedo’ a Cavani y dice que valió título de Copa América: «¿Quién no la hizo?» (biobiochile.cl)) pasará a la historia como un jugador que deja mucho que desear.
Finalmente, pocos minutos antes de finalizar el primer tiempo, Miguel Terceros, marcó el segundo gol sellando la victoria para Bolivia. Pero ganar un partido o haber sido Campeón de la Copa América, de ninguna manera, significa ser los mejores del mundo. La grandeza va mucho más allá de un resultado. Y creo que los jugadores de la selección boliviana están con los pies bien puestos sobre la tierra. Óscar Villegas, director técnico de la Verde, ha expresado: «Ya no hablamos de ir al Mundial, ya no hablamos de objetivos o de sueños. Les pedí que hablemos del siguiente partido y nada más».
Bolivia y Chile jamás fueron potencias en fútbol. En el vasto paisaje futbolístico de América del Sur; Argentina, Brasil y Uruguay se alzan como estandartes que iluminan el continente. Sin embargo, el resto de los países, aunque llenos de pasión y entrega, aún parecen caminar a la distancia buscando alcanzar esa grandeza que, por ahora, les sigue siendo esquiva.
Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España) y miembro de número (300-ES-026) de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España. Ejerce el periodismo cultural. Tiene poemas y artículos dispersos en publicaciones de Suecia, Bolivia y en diferentes sitios de Internet. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991).
Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología.
Formó parte de la redacción de las revistas literarias Contraluz y Noche Literaria. Algunos de sus poemas han sido seleccionados para las siguientes antologías: El libro de todos (1999), La poesía en Oruro (2005), Poesía boliviana en Suecia (2005), Poesía Boliviana Contemporánea (2007), Antología Comentada de la Poesía Boliviana (2010), Antología de la poesía universal, poetas del siglo XXI (2010), Poesía Solidaria (2013), Antología poética de amor y desamor, España (2016), Antología poética bilingüe rumano-español, Rumania (2016) y Antología del Festival Internacional de Poesía Benidorm & Costa Blanca (2016).
Forma parte del Diccionario de autores orureños (2007). Ha participado en el Primer Festival Internacional de Poesía, Benidorm y Costa Blanca (España, 2016), en la cuarta edición de los Encuentros Internacionales de Poetas en Telciu (Rumanía, 2018), en el XVI Aniversario del Liceo Poético de Benidorm en Priego de Córdoba (España, 2019), en la lectura poética de la Asociación Cultural «La Empírica, Espacio de Arte y Creación», en Granada (España, 2019) y en el Primer Festival Internacional de Poesía Diverbium en Madrid (España, 2019).
Publicaciones: Preámbulos y ausencias (2004), Con el fuego en la palabra (2006), Extraño oficio (2010), Réquiem por un mundo desfallecido (2014) y De Escandinavia a los Andes (2016) junto a Mario Castro Navarrete y Carlos Alberto Muñoz (†).
👀 Otros textos de este autor (en Almiar): Jorge Laserna Vargas, recuerdos y poemas ▫ Palestina crucificada ▫ Sakura: Pétalos al viento
Ilustración: Fotografía por Alexander Fox | PlaNet Fox, en Pixabay
Revista Almiar • n.º 136 • septiembre-octubre de 2024 • MARGEN CERO™ 👨💻 PmmC
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