Sobre El ángel con espada y otras muertes, de Wilfredo Carrizales

por María Eugenia Caseiro

 

Cuando bebas agua, recuerda la fuente.
Proverbio chino

A

ntecedentes:  «En toda reunión de literatos de diferentes latitudes, el tema de la literatura latinoamericana es lugar común», señala el erudito chino Sousa, a lo que el destacado escritor Mo Yan indicó: «Al echar la vista atrás, a los años 80 del siglo XX, es imposible que ningún escritor honesto niegue la influencia extranjera en su propia creación. En 1984 y 1985, el boom literario de América Latina estalló en China, marcando profundamente a muchos escritores. De no haber sido por la labor de presentación y traducción de la obra de escritores occidentales, y el seguimiento a las tendencias ideológicas en la literatura, no existiría en China la actual estructura literaria».

El autor, premisa: Casi dos décadas en contacto con el trabajo del autor, del amigo, sobre quien hoy llamo la atención ante el intento de cierta divagación anatómica sobre su ángel. Sinólogo, con extensa obra literaria: narrativa, poesía, traducciones, fotogramas… Wilfredo Carrizales posee extenso haber literario. Su vasto conocimiento del chino, sumada esta cultura y sus remotos e ignotos orígenes, logran profundidad a través de la convivencia. Reside en Pekín desde 1977, en donde estudió el chino (moderno y clásico). Carrizales es entonces un intelectual de lengua hispana avecinado de un ámbito como el oriental; por mediación de escritores como Carrizales, este círculo  cuenta con una vía de acceso ampliándose a la narrativa hispana actual; ésta viene abriéndose paso en China desde los años 80 con el brasilero Jorge Amado, el colombiano García Márquez, hasta inicio de los 90 con el mexicano Octavio Paz.

De septiembre de 2001 a septiembre de 2008 fue agregado cultural de la Embajada de Venezuela en China. Textos suyos han aparecido en diversos medios de comunicación de Venezuela y China, entre otros países. También ha publicado los poemarios Ideogramas (Maracay, Venezuela, 1992) y Mudanzas, el hábito (Pekín, China, 2003), entre otros (Letralia).

Soporte:  Referenciar en detalle más de lo citado en el párrafo anterior, tomado de su extensa bioblibliografía, sería prolongado; decursar literario de este escritor venezolano que nació en Cagua en 1951; sin embargo, considero significativo destacar al menos sus traducciones del chino al castellano y viceversa. Tenemos como ejemplo el Libro del amor, de Feng Menglong (bid & co. editor, 2008); sumada la edición digital de su obra La casa que me habita, que obtuvo el IV Premio Nacional del Libro 2006 para la Región Centro Occidental de Venezuela en la mención «Libros con nuevos soportes» de la categoría C, «Libros, revistas, catálogos, afiches y sitios electrónicos».

Principios de autonomía: Recorrido un perímetro desde Lafayette, Loussiana, por cortesía del autor y a través de su hermana Yasmín Carrizales, se halla en mi poder la composición de más reciente factura de Wilfredo Carrizales, El ángel con espada y otras muertes, Cinosargo Ediciones, Chile, 2022. Un ángel que tiende a dibujarse con cabeza, tronco y extremidades, sumados un par de alas, atributos estos últimos que le distancian de lo humano, no es el ángel cuya cabeza, cuerpo y extremidades, incluso su par de alas y hasta su espada, que no corresponden en su conjunto a un físico animal (ni humano), se encuentra sobre la mesa de disección, sino el cuerpo del ángel argumental presentado por Daniel Rojas Pachas: En cuanto al relato que da nombre al libro El ángel con espada, este nos presenta las hazañas de un matador, cuya épica expone un maridaje entre el Eros y el Tánatos. El texto transita entre la mofa a la muerte, el trabajar con ella codo a codo, sufrir la gloria y gozar el extenuante amor de las masas ante la fragilidad de la suerte. Así logramos el primer indicio, uno de los órganos que compone El ángel con espada y otras muertes, cuerpo integrado por órganos vitales como este del que habla Rojas Pachas en su prefacio. Suma de narraciones otorgan vida y aliento al ángel, sostenidas sobre la numerología invisible de un entramado de páginas como columna vertebral y osamenta. Sigue una muestra de tres de estos:

Siempre que hay un lance de red, la mosca que recurre se adorna la cabeza para esperar que salgan a flote los peces signados por la temprana defunción. Ella, la mosca, intensifica su sentido de comensal voraz y con el mayor desparpajo lame las escamas que comienzan a desprenderse. Así se aproxima al misterio de la extinción (“La mosca recurrente”).

En el lado izquierdo, una niña ingenuamente sorprendida o sorpresivamente ingenua y que no atina a salir de su candor  y  a quien no le importa  perder su  libertad si  con  ello  logra que el  torero abandone su apariencia de muerto (“El aspecto”).

(…) ¿y si yo también me duermo y de pronto se abre el piso bajo mi cama y me succiona un inmenso agujero que se forme? ¿Y si luego que caiga profundo, profundo, hasta las puertas mismas del infierno, no pueda salir? ¿Qué haré? ¿Qué hará mi familia? ¿Rezará para que salga por mis propios medios? ¿O me dará por muerto y mandará a sellar el túnel para que me sirva de tumba? ¿Pondrán luego una placa con mi nombre y se organizarán visitas al extraño lugar de mi entierro? No sé, todas estas inquietudes se me vienen a la mente y se me agolpan y me impiden dormir. La habitación está a oscuras, pero repetidamente enciendo la lámpara de la mesilla, no vaya a suceder un desgarramiento del subsuelo y no me dé tiempo a escapar, aunque sea en ropa interior pasada de moda (…) (“Cavilaciones de un insomne”).

Observaciones: En cuanto a edición, que podríamos señalar como la piel del ángel, llama la atención por lo cuidada, con ilustraciones de Nelson Jovandaric como indelebles tatuajes que apoyan los anales de la crónica. Las páginas de acceso de requisito editorial, llevan una guarda a la que adjudicaré el papel de escapulario, y que le conceden un toque distintivo, enfundan al ángel con dos cubiertas interiores en negro; una al inicio y otra al final. El resto de las páginas, que bien podrían tomar el papel de cuerdas vocales, porque contienen la palabra y la palabra es siempre voz, carecen de numeración. Lo mismo diremos de los dedos del ángel que podrían corresponderse con el índice del volumen. El ángel de Carrizales carece de índice. Acotar estos detalles ayudará a entender el por qué a las páginas que cito en mi disección no adjudico número, y el por qué no dar fe de la cifra exacta de los cuentos que, como órganos vitales, integran el cuerpo del ángel. El ángel de Carrizales, a falta de estos elementos, posee no sólo una espada, sino además otras muertes:

(…) no da lo mismo el modo en que el hombre muera y en qué elemento muera [1]. Así inicia esta colección de relatos (…) con intriga y poniendo en escena el sinsentido, nunca tendremos, respuesta, un estrepitoso disparo nos deja en un texto que se  interrumpe (Prefacio de Daniel Rojas Pachas).

Tecnicismo: Con una narrativa compacta, sin lugar a retóricas o perífrasis no hay en los cuentos ocasión para el descuido. El autor ofrece una dinámica particular. Partiendo del conocimiento y del dominio de elementos como lo son lo parabólico de la tradición oriental, Carrizales se lanza, tal vez en un experimento consciente, tal vez no, en el planteo de un orden que conjuga la parábola con su antítesis, al tiempo que no deja de mostrar una moraleja a la inversa; este mecanismo convierte el método en objeto de singularidad al aplicar lo antitético de manera que éste sea también una enseñanza:

Arribo a los dieciocho. Mis amigos y amigas me organizan una sorpresa. Me conducen a un parque. En la entrada me vendan los ojos y frente a un lugar escogido por ellos me quitan la venda (…) han instalado una gran mesa llena de bebidas y comidas. En el centro se impone una hermosa torta de cumpleaños. Comienzan a cantar y alguien enciende las velas (…) con las manos contraídas vuelco la mesa. Lanzo cuchilladas a quienes tengo más cerca. Algunos caen y no se mueven más (“El fuego, de niño…”).

Significaciones y lenguaje: Aplicada a lo largo del cuerpo, la fragancia de las de anécdotas, definición que puede adjudicarse a muchas de las narraciones que cuentan lo que me cuentan, vemos palabras y significaciones, algunas aparentemente obsoletas, pero que para el caso enarbolan de manera inteligente algún que otro rescate de significación y lenguaje, una vez que el vocablo se aplica combinándolo con una acepción que logre repercusión y hasta trascendencia. Lo encontramos en “Necrodulía” (también en su argumento) título que desemboca en hilada trama de lo que se rescata de la costumbre y se mezcla con la fabulación, parte de lo irracional llevado a un plano chocantemente instintivo del afecto o del amor a un paso del fetichismo:

La abuela de Pedro meaba como solo podían hacerlo las viejas negras: ruidosamente, con alegría y exiliadas del mundo. Al cumplirse el décimo año de su viudez, la abuela de Pedro se dirigió al cementerio y ordenó exhumar el esqueleto de su marido […] pasó la pierna por encima del esqueleto y comenzó a mear hasta que los huesos casi quedaron libres de tierra. Luego urgió a Pedro: «Termina el lavado con la manguera». […] vistió al esqueleto con un hermoso traje de casimir negro y le puso la corbata y medias rojas (…) Al final le cepilló los dientes, y dándole un beso le dijo: «Es hora de irte» […] Pedro la seguía, pisando embobado el orine que fluía de la abuela y que se iba desplazando (…) calle abajo (“Necrodulía”).

Poesía: Al narrar de manera directa, de principio a fin, entro en indicación de que Carrizales coloca hábilmente a los lectores en un plano de generalidad. Esto expedita el paso de una historia a otra; tengamos claro que cada uno de los cuentos es un órgano con función diferente en el cuerpo del ángel, pero a su vez cada órgano cumple una tarea en el equipo, sea de esta manera cada cuento, un pasaje diferente en la indagación del espíritu humano, y cada pasaje parte de esta indagación y de la vitalidad del ángel. Sumemos a ello el espíritu humano del escritor y la usurpada humanidad del ángel, que no quedan escindidos de reflejarse en el espejo lector, en especial cuando de pinceladas poéticas se trata; es así que la anatomía del ángel se mezcla con el espíritu, tanto de los personajes como del autor. Aplicada tal vez de manera indirecta, que no escapa al olfato del leedor versado, la poesía, que suele ser una de las habilidades de Carrizales, deja entrever atisbos, como dama recatada de pueblo alentando al ángel detrás de los visillos:

El Ángel recordaba algunos nombres de toros de casta y algunos nombres de bellas hembras. Siempre los rememoraba en pareja, porque mataba al toro en la tarde y a la hembra en la noche (…) «Espartero-Rosa Elena», «Marebur-Juliana», «Leozal-María del Valle», «Albadil-Lucrecia»… (“El ángel con espada”).

Tanatología: Todos estos cuentos, muchos de ellos centelleantes, y que no están agrupados o separados por tema alguno, se definen a sí mismos en su propio orden que no es otro que un escalado acercamiento al final de todo lo posible: La Muerte, personificación innegable en esta dama negra que se halla enlazada a cuanto presentar y representar extiende ecos de las diferentes voces contenidas en El ángel con espada y otras muertes. Es así que este ángel de Wilfredo Carrizales, torero con espada, protagonista del cuento incluido en el libro y en su rótulo, no es otra cosa que la dama de negro al final del camino. Y aunque en este festival funerario cuya tanatología no define la causa de la muerte, sino que se desenvuelve a través del conocimiento de ésta, sus prácticas ceremoniales y significación entendida como disciplina, e integra al ser no solo en una comprensión biológica, sino que amplía su investigación para una existencia social y espiritual en plenitud, lo que apenas ha llegado a un simple experimento, sea que el cuerpo del ángel se debata entre finales inesperados; catarsis, moralejas antitéticas, suspenso u otra causa desconocida para esta aprendiz de descuartizadora, Carrizales se planta en su propio vuelo de combinaciones que permite al lector aventurarse en la especulación, recurso acertado para la aventura que asume al entrar en la cámara de escrutinio de un cuerpo como El ángel con espada y otras muertes.

Miami, 7 de abril de 2022


[1] Milan Kundera

María Eugenia Caseiro. Poeta, narradora y ensayista cubano-estadounidense. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas del Caribe, Unión Hispanoamericana de Escritores, Asociación Caribeña de Estudios del Caribe, Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba-USA y Miembro Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Colabora con la Asociación Canadiense de Hispanistas. Integra la Muestra Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo. Es editora de la revista ARJÉ.
👁️ Enlace relacionado: Destierro de un sombrero (relato)

* * *

Wilfredo Carrizales. Escritor y sinólogo venezolano nacido en la ciudad de Cagua, Aragua, Venezuela. Entre otras obras, ha publicado los poemarios Ideogramas (Maracay, Venezuela, 1992) y Mudanzas, el hábito (Pekín, China, 2003), el libro de cuentos Calma final (Maracay, 1995), los libros de prosa poética Textos de las estaciones (Editorial Letralia, 2003) y Postales (Corporación Cultural Beijing Xingsuo, Pekín, 2004).
 zalesw [at] yahoo [dot] com
👁️ Enlace relacionado: Viajes y portentos (relatos breves)

 

🖼️ Ilustración: Portada del libro El ángel con espada y otras muertes, remitida por el autor, derechos reservados.

El ángel con espada

Relatos en Margen Cero

 Revista Almiar • n.º 122mayo-junio de 2022 • 👨‍💻 PmmCMARGEN CERO™

Lecturas de esta página: 212

Siguiente publicación
Él estaba en una esquina ofreciendo retratar a cambio de…