Entrevista
por José Luis Crespo Fajardo · Universidad de Salamanca (España)
y Luisa Alejandrina Pillacela Chin · Universidad de Cuenca (Ecuador)

 

D

esde que empezara su carrera profesional en Madrid, en publicaciones como La Luna y los periódicos El Mundo y El País, Ana Juan no ha dejado de trabajar, dándose a conocer en el escenario internacional por su maestría en la ilustración de libros, carteles y publicidad. Hitos en su haber son las veinticinco portadas realizadas para The New Yorker, toda vez que su creatividad se ha vertido en la autoría de libros infantiles (y no tan infantiles) ilustrados, como Snowhite. La imaginación de Ana Juan conduce nuestra mirada a universos enigmáticos. En 2010 mereció el Premio Nacional de Ilustración, y en 2012 fue galardonada con la Medalla de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. En la actualidad, la artista reside y trabaja en Madrid, contando historias populares y universales a través de imágenes.

 

—Buenos días Ana. ¿Cuándo se despertó tu vocación por el arte? ¿Sientes que, después de todo, la has seguido?

—He dibujado siempre. Desde que era muy pequeña. Todos los niños dibujan, pero el problema es que un niño continúe haciéndolo. En mi casa se dieron cuenta de que podía ser un camino profesional. Fui a la escuela de artes y oficios y luego ingresé a Bellas Artes. No me dio tiempo a pensar, pues una cosa llevó a otra, y al final aquí estamos.

Siento que todo lo aprendí con la práctica. Sí. Me aprendí a enamorar de la profesión a través de la práctica. No era exactamente un sueño ni una vocación. Tan solo quería dibujar y pintar, y así he seguido hasta ahora.

—¿Durante tu formación has tenido algunos ilustradores favoritos?

—He tenido una formación clásica. No he estudiado ilustración, sino Bellas Artes, y mis referencias han estado en la historia del arte: el Renacimiento, con Durero, hasta los expresionistas. Ellos han marcado mi vida profesional, mi estilo y mi forma de ver las cosas.

—¿Y aunque hayas tenido una formación clásica, has ido incorporando las nuevas tecnologías?

—Digamos que la tecnología es una herramienta más. La puedes incorporar al resultado de tu trabajo. Yo soy muy clásica, de papel y lápiz, porque me gusta. Luego aprendes a digitalizar, lo que está muy bien para manipular y trabajar el diseño. Son herramientas que me gustan.

—¿En tu proceso creativo haces muchos bocetos, o más o menos tienes claro el resultado final que buscas?

—Depende. Hay veces en que tienes la idea y otras en que te la encuentras realizando miles de bocetos que dan pie a otras ideas. No tengo un proceso lineal. A veces las ideas salen rápido y otras cuesta mucho. A veces uno se divierte y se deja llevar por buscar ideas sin más compromiso.

—¿Te considerarías una ilustradora de género fantástico?, ¿prefieres las historias de ficción, o las realistas y basadas en acontecimientos reales?

—Yo creo que todo tiene un público. Los clásicos de la literatura te permiten hacer versiones, lo cual es muy bonito. Cuando te enfrentas a ilustrar un acontecimiento real es diferente. No es lo mismo ilustrar Otra vuelta de tuerca, de Henry James, donde tienes que pensar en el concepto, o bien una portada, donde tienes que pensar en algo que está ocurriendo. Es diferente. Uno es un proceso interiorizado, donde buscas ideas; es un proceso personal, una versión de un clásico, y lo otro es algo de actualidad. Tienes que contar lo máximo con los mínimos elementos. A mí, lo que es la prensa, me ha dado mucho. Me ha aportado rapidez y capacidad de síntesis, y eso, como es algo que se aprende con la práctica, ha sido un buen gimnasio.

—Hemos sabido también que has abordado problemáticas sociales, como el papel de la mujer en otras épocas.

—Sí. Tengo un libro que se llama Snowhite, que a través de la versión de un cuento clásico, como es Blanca Nieves, lo que procuré fue hacer una denuncia, mostrando la situación de la mujer, que siempre ha tenido que estar tutelada por un hombre, por un marido, y la incapacidad de mucha gente de no saber afrontar su destino. También me ha pasado en portadas de revista.

Hay cosas que duelen más. Hace poco hice una portada sobre Afganistán y las mujeres, y son cosas que llegan cerca, pero hay que ser empático con el mundo. Un creador es testigo de su tiempo y tienes un compromiso contigo mismo y con la sociedad. Hay que utilizar esta profesión como espada y como escudo, para protegerse y para atacar, y mostrar las cosas como a uno le afectan. No vamos a cambiar el mundo, pero lo intentaremos.

—Tu carrera empezó en la colaboración con revistas, con ilustraciones e historietas de tinte expresionista. ¿El expresionismo te ha influido?

—Sí. Cuando estudiaba Bellas Artes descubrí el expresionismo y fue la corriente artística que más me impresionó. Era el momento… Cuando eres joven y quieres contar las cosas, pero no sabes cómo hacerlo, gritas. Quieres contar las cosas demasiado bruscamente hasta que te das cuenta de que, si las dices en el tono justo, llegas mucho más.

—Desde 1995 has hecho portadas en The New Yorker. Has hecho muchas, hasta la última, en 2018. ¿Cómo se dio esa colaboración?

—Bueno… Llegó una nueva directora de arte a la revista. Buscaba ilustradores y se tropezó con unas ilustraciones mías. Costó mucho hacer la primera portada, y en realidad lograrlo es bastante difícil. Desde 2018 no he conseguido publicar otra portada. Puedes enviar muchos bocetos, pero solo es una la portada elegida. Sin embargo, es un buen ejercicio… Y además está el tema de tratar de trabajar muy rápido y con tanta efectividad, buscando una solución para plasmar con lo que el editor quiere contar. En fin, esas son las reglas del juego.

—¿Cuál es el libro ilustrado por ti que más satisfacción te ha dado?

—Detrás de cada libro hay una historia. Snowhite nació sin ninguna pretensión y me dio la oportunidad de trabajar en blanco y negro, y poder contar versiones de cuentos clásicos, y luego se hizo una exposición alrededor de este pequeñito libro, que iba a ser nada y aún sigue vigente. Con él he abierto muchas puertas.

—¿Además de ilustradora, hay alguna vocación personal que estás desarrollando actualmente, o que aún te falta por desarrollar?

—Si tuviera un día de 48 o 72 horas sí (risas). Al margen de mi trabajo como ilustradora, lo que he hecho siempre y sigo haciendo es seguir investigando y dibujando, porque todo ese trabajo personal es el que nutre mi labor como ilustradora. Yo quiero dibujar en otros formatos, y probar este material, y tener disciplina… Entonces pienso que no es para un trabajo remunerado: estoy trabajando para mí.

El libro de Snowhite lo hice para mí. El editor dijo «quiero un libro en blanco y negro», y yo dije, voy a aprovechar, voy a hacer el libro que yo quiero hacer. Y así lo hice divirtiéndome y haciendo lo que más me gusta.

—¿Qué piensas de las nuevas generaciones de ilustradores?

—Hay algo que no me gusta mucho. Es que todo es muy monótono. Hay dos o tres tendencias y poca personalidad. Hay mucha gente brillante y válida, pero todos haciendo lo mismo, y me duele, porque cada uno somos diferentes y tenemos cosas que contar distintas. Quizá sea que hay demasiada información… Las personas deberían recapacitar un poco más y mirarse al espejo y aceptarse tal cual son. Ya no mirarse en la sombra de otros. Evitar buscar tantos referentes. Si lo haces, vete a la historia del arte, porque si te fijas en el entorno cercano todo saldrá muy plano. Es mejor aportar una visión personal.

Falta ese equivocarse, y hay que aprender a hacerlo. Hay que venirse abajo para subir arriba otra vez. Hay que hacer mucho ejercicio de aceptarse. Es muy difícil dejar de mirar a un lado y a otro, pero hay que contar las cosas como las sientes, desde lo personal. Hay que evitar que nuestra propia versión del mundo se apague.

—Tu estilo tiene algo de pintura, de evocaciones que recuerdan a Chagall y otras imágenes recuerdan a afroditas y venus de la historia del arte… También apreciamos el uso del blanco y negro, y el color más localizado en ciertas áreas para dar énfasis. Todo suscita algo de nostalgia. ¿Esto se debe a tu tendencia por el dibujo puro?

—Sí, y también porque se transparenta un poco cómo soy. Yo soy la nostalgia o la tristeza. Aunque parezca una persona muy alegre, no lo soy, y eso se ve en mi trabajo. Soy un poco soñadora y tengo los pies en la tierra, aunque hay cosas en las que me dejo llevar. Mi visión es un poco diferente a la del espectador. Veo lo negativo al valorar mi propio trabajo. Quizá no sé leer bien mis imágenes. Me fijo en qué he fallado y en lo que no tenía que haber hecho.

—Y, en este sentido, ¿has luchado mucho para encontrar tu carácter e identidad personal en tu manera de dibujar, en tu impronta?

—Sigo haciéndolo. Sigo trabajando. Si hago lo que hago es porque soy como soy. Es duro. Hay un momento en que lo más difícil del mundo es aceptarse, y a partir de ahí sacar lo mejor que uno pueda tener. Yo sigo trabajando en ello. No es fácil. Cada trabajo es un reto, que te aporta, pero al tiempo si te enfrentas a él como si fuera el primer trabajo de tu vida, es como andar por la cuerda floja, al borde del abismo, donde siempre puedes caer.

—¿En qué medida están unidas tu obra y tu vida? Es decir, ¿al ilustrar te acompaña tu personalidad y experiencias?

—Sí… Si hago lo que hago es porque soy lo que soy. No me puedo engañar. No puedo dejar de ser melancólica, visceral, un poco histriónica, un poco inquietante. Hay gente que puede crear una distancia entre el trabajo y ellos, pero yo no puedo.

Siempre hay que dar la vuelta a los trabajos y hacerlos tuyos.

—Muchas gracias. Somos grandes admiradores tuyos.

 


 

José Luis Crespo Fajardo

José Luis Crespo Fajardo. Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Ha participado en diversas muestras colectivas, y ha ejecutado exposiciones individuales en España, Portugal e Inglaterra. Ha sido docente en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, postdoc en la Universidad de Lisboa y Academic Fellow en la Universidad de Oxford. En la actualidad es profesor en la Universidad de Cuenca (Ecuador).
📧 luis.crespo [at] ucuenca.edu.ec

 

 

Luisa Pillacela Chin

Luisa Alejandrina Pillacela Chin. Máster en Fotografía por la Universidad de Valencia (España). Es autora de numerosas publicaciones, especialmente dedicadas a la Educación Artística. Desde 2013 es Directora de la revista de Investigación Académica Estudios sobre Arte Actual (ISSN: 2340-6062).
📧 luisap_42 [at] hotmail.com

 

 

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🖼️ Ilustración artículo: AnaJuan.Foto.LauraMLombardia, Laura Martínez Lombardía, CC POR 3.0, via Wikimedia Commons

 

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