relato por
Alejo Tomás Ambrini
No perdono a la muerte enamorada
(«Elegía», L.P. Miguel Hernández, 1972)
Joan Manuel Serrat
M
e acuerdo del cielo azul, de la otra vida compresiva, de las risas y los olores.
Del primer sol, de la soberbia del calor galopante, de las comidas fuera de horarios, de los manteles, del amor, del abrazo contigo, del querer y el querer pertenecer, del jardín, del poder dormir lo que uno quisiera, del timbre, de la gente buena, de la admiración, de las voces y palabras, del amor por los perros, de la comida de los perros, de las tardes sin horarios (¿existía la noche?), del dar sin nada a cambio, de los sábados con boxeo, fútbol y pizza incluida, del resguardo, de los cuidados, del gusto a milanesa, del sabor de los canelones, del cine de terror de madrugada, del vaso de agua en la mesa de luz, de los espejos, de los cortes de vidrios en las manos, de los enojos sin insulto ni rencor, de la alegría que daban sus voces, del teléfono, de las llamadas de papá Noel, de los cohetes sin ruido con brillos, las luces, los enigmas, los vecinos, la ventana contra el gallinero, el roble amenazando con caer, el mate cocido, los serenitos, los postres con vainilla, de las novelas de la tarde, del chavo del ocho, del televisor grande, del control siempre sin pilas, de los portarretratos resguardando los momentos, de las noches eternas con el festival de Cosquín de fondo, del sonido a guerra de los mosquitos, de los horarios imposibles, de la sabiduría de sus palabras, de la bondad de los abrazos, de las mentiras piadosas, de las heridas sin dolor, del aroma de un perfume Avón, del vino de los mediodías en la mesa, de la siesta después de la sobremesa, del ventilador con ruido, de la ropa lavada y limpia, de las historias para dormir, de que lo imposible era posible, de la hermosa cara de mamá, de su pelo, de las camisas de papá, de las piernas de tero de mi hermano, de la subida a los árboles, las estrategias al bajar, de la llegada de mi hermana, de la felicidad, la emoción y todo eso que viene después de la felicidad y la emoción, de las curadas de mal de ojo, de los especiales de Cartoon Networks por navidad, de la procesión de los jueves y viernes santos, de la pileta de pelopincho, de leer cementerio de animales, de la mononucleosis, de no saber lo que es la preocupación, de no saber qué son los deberes de la costumbre, del espray Roby, de las pastillas de menta D.R.F, también las de anís, de las siestas con lluvias atemporales, del feo chaja de la vecina, de subirnos a los techos (¿existirá algo más alto?), de las primeras novias, de la oración del ángel de la guarda, de la edad de la inocencia, de la libertad.
Contactar con el autor: at.ambrini [at] gmail {.} com
👉 Lee otro relato de este autor (en Almiar): Mi bicicleta
🖼️ Ilustración relato: Collage por Pedro M. Martínez, fotografías en Wikimedia Commons (diversos autores), plantillas en Canva.com y otras imágenes por el autor del diseño.
Excelente…
Alejo, entiendo que te pertenece este relato es un recorrer, años de la vida misma misma cotidiana, real, de barrio!!! Hermoso una fotografía de la vida misma!!!! Maravilloso!!!!