Isella Carrera Lamadrid
Obra digital
Desde la cálida y bella ciudad de Piura, entre desiertos y algarrobos, en el norte peruano, Isella Carrera Lamadrid nos abre sus ojos para poder vernos ahora en ellos. En su obra la vanguardia, llámese surrealismo o cubismo, se renueva con toques naif y del new age. No es difícil, entonces, tener la certeza de que sus ojos reflejan el universo, y que los rostros aparecidos son la expresión del cosmos. Esa búsqueda de trascendencia, ese anhelo de ubicarse en lo desconocido, de explorar nuevos ámbitos del alma, es lo esencial de su arte. Y es que en el arte de Isella, el sujeto se descarna para entregarnos su cuota de infinito. Como la poesía de Jorge Eduardo Eielson el hombre está íntimamente ligado al movimiento celestial: «Frente al otoño/ Respiro como un ángel, escucho el silbido/ De las flores vivas, veo grandes cielos,/ Y corrientes frías de olvidados rostros/ Pasan por mi frente». Por tanto, en nuestra historicidad está resumido algo de lo divino. Esas marcas, huellas, vestigios o señales luminosas, son los bordes e hitos por donde Isella empieza a definir sus grandes temas: el amor y la pasión. Sin embargo, su arte no es mero reflejo de la naturaleza, como en el Romanticismo. Para el poeta Charles Baudelaire el arte supera a la naturaleza porque en él queda transformada gracias a la imaginación donde es «corregida, embellecida y refundida». Baudelaire hablaba de los elementos de la naturaleza sólo como imágenes y símbolos de un tipo de realidad más ligado a lo espiritual. En esta tradición de la Modernidad, «humana, demasiada humana» (como decía Nietzsche), nos hallamos cuando accedemos a esta nueva dimensión iselliana que nos permite la tecnología, felizmente. Digo felizmente, porque es grato saber que podemos sensibilizar algo tan frío como lo tecnológico, y hacer arte con ello. Esta conjunción del cielo y la tierra, bajo la mirada de una mujer despojada de grandes discursos, nos demuestra que aún podemos ser partícipes de nuevas sensibilidades como la de esta joven artista que sabe que el límite del arte es el infinito.
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Revista Almiar
(Madrid, España) - n.º 34 - junio-julio 2007 |