Una canción para
toda la vida
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Gemma Edo
Y así acaba mi vida.
Con una canción en la cabeza y en mi corazón. Esa iba a ser mi mejor
composición estaba seguro de ello. El ritmo era el adecuado, suficientemente
rápido para que no fuera cansina y con la lentitud precisa para que
llegara a todos los que la escucharan.
Todo en mí ha girado
en torno a la música. Todo lo que he creado, cantado o tocado ha sido
meramente un repaso a todo aquello que he llegado a sentir. Recuerdo
mi primera creación con un cariño especial porque gracias a ella descubrí
cual sería mi futuro. No te pienses que fue una gran obra, ni tampoco
te creas que por aquel entonces tenía los instrumentos adecuados,
a los cinco años no se puede pretender tanto.
Los detalles de mi primera
actuación se mantienen vívidos en mi mente, no es algo que vaya a
olvidar jamás. Recuerdo a mi madre y a mi padre sentados en el sofá,
intentando contagiarse de mi emoción pero sin lograrlo del todo ya
que no entendían exactamente porqué estaba tan obsesionado con ese
piano de juguete, el cual, me habían comprado en navidades unos tíos
a los que no conocía y a los que no volvería a ver ya que murieron
poco después. También entiendo a mi familia, mis progenitores eran
científicos, la música para ellos era pura matemática nada que no
se pudiera entender con las formulas adecuadas. Ese era el único arte
que conocían y pese a que en su momento no los quise entender, ahora
lo acepto como una parte intrínseca de ellos.
Ya me estoy desviando
del tema ¿no? Estaba hablando de mi primera actuación y de mi pequeño
piano que a duras penas conseguía hacer una nota bien. Fue un gran
momento, había estado practicando durante días, probando miles de
combinaciones hasta encontrar una que me gustara, fue una tarea ardua
ya que tuve que memorizar toda la «canción» de memoria. Por aquel
entonces no sabía que la música se podía escribir pero al menos le
puse un título Para mamá y papá; original ¿verdad? Pues en
aquella época me pareció magnifico y tras recibir los aplausos que
requería la situación me dediqué a ello con más fuerza e ilusión.
Ese fue el detonante
que me ha conducido hasta aquí, hasta este momento. Supongo que en
mi situación actual es normal que me esté olvidando de las cosas.
Las figuras de mis padres se están volviendo borrosas por momentos,
me cuesta saber qué vestido llevaba mamá o si Cherry, nuestra gata,
estaba sentada en su regazo o en el de papá… es irónico ahora la imagen
que me viene a la cabeza es la de una chica con la que salí hace años.
Era una mujer menuda de sonrisa tímida y grandes ojos marrones. Su
cabello era del color de la miel y siempre lo llevaba recogido en
una coleta, tardamos muchos meses en conocernos. Yo vivía obsesionado
por aprenderlo todo sobre mi pasión y ella era demasiado tímida para
abordarme. Tuvimos que chocar uno contra el otro para que nos conociéramos.
Resulta que Mary era estudiante de arte por lo que compaginamos rápidamente,
los dos vivíamos en un mundo distinto al del resto de la gente, veíamos
las cosas de otra manera, entendíamos las cosas de una forma distinta.
Fue la primera en todo: Primera en clase, la primera con quien hice
el amor, mi primera pareja… así que cuando ella me abandonó para seguir
su fulgurante carrera, yo le dediqué una canción a la que sencillamente
titulé Primera en todo. Tal vez alguien la esté escuchando
ahora mismo ¿me hago demasiadas ilusiones? Ella me abandonó porque
entendió que nunca la seguiría hasta la fama. Yo vivo feliz con lo
poco que tengo, mi guitarra, mi piano y mi voz ¿qué más puedo pedir?
También esta triste historia
se va borrando, pero no quiero llegar al presente. Demasiado doloroso
para mí, demasiadas cosas que no deberían de haber sucedido. No quiero
pensar en eso… y ahora lo estoy haciendo. ¿Siempre es así? Sé que
no me contestarás, ni tan siquiera sé si eres real, sólo estás aquí
mirándome, escuchando mis palabras ¿qué quieres? ¿Por qué no me he
ido aún? Ah, pretendes que acabe de explicar mi historia, deseas saber
más. De acuerdo, cuando antes acabemos con esto mejor.
Mis padres acaban de
morir, la mujer con la que iba a pasar el resto de mi vida se ha marchado,
mi gato Fender se ha escapado con la gata de mi vecina. Todo es un
desastre, no quiero que llegue el día siguiente. Mi único deseo es
que mi reserva de cerveza no se acabe, que mi guitarra siga sonando
y que el corazón me deje de doler. Me destrozo el cuello cantando
baladas tristes acompañado únicamente por mi instrumento que trata
de seguirme como puede. Estoy solo, nada me interesa.
Entonces llega Carla.
Cuando abro la puerta, sé que no es mi futura mujer que ha decidido
reconciliarse conmigo, y tampoco es Fender mi querido gato. En la
puerta tengo a una desconocida que me sonríe a la vez que trata de
no fruncir el ceño al ver mi penoso estado y el de mi piso. Sus ojos
verdes se clavan en mí inmovilizándome. Aún no sé qué pretende porque
no me dice nada, sencillamente me da un beso en la mejilla y se marcha
a toda prisa.
Preocupado, cierro la
puerta y me voy directamente a mi portátil. Nunca he llegado a ser
muy conocido y mi única publicidad es un pequeño espacio en internet
que no he actualizado desde hace meses. Cuando me aseguro que mi dirección
no aparece en ningún lado de la página me tranquilizo un poco. Debe
de haber sido una casualidad me digo, alguien que se habrá equivocado
de piso, seguro que no sabe ni quién soy. Procuro convencerme de eso
mientras bebo una cerveza. En el fondo no me lo creo.
La escena se vuelve a
repetir al día siguiente y al otro y así durante toda una semana.
Ninguno de los dos hablamos, yo por miedo a que ella sea una simple
aparición y la chica por algo que no sé. Al octavo día espero impaciente
que suene el timbre, sólo pienso en verla. Hoy le preguntaré quién
es, estoy preparado.
Carla, como he decidido
llamarla hasta que no sepa su nombre, no aparece ese día, ni al siguiente,
ni al otro. Nervioso me paseo día y noche por el pequeño apartamento
esperando a que venga, y mientras, sin darme cuenta, rehago mi vida
otra vez. En dos semanas las cervezas han desaparecido de la nevera,
la casa brilla de lo limpia que está, me quito la barba y reconozco
que así parezco más joven de lo que soy. La música vuelve a llenarme
otra vez, mis heridas se están curando poco a poco y ahora estoy más
decidido que nunca a seguir adelante. Entonces una nota se cuela debajo
de la puerta.
Es la dirección de un
restaurante e instintivamente sé que allí me estará esperando ella.
Feliz por tener un pequeño hilo del que tirar cojo mi chaqueta y salgo
a la calle tarareando una canción. Entonces me doy cuenta de que estoy
volviendo a componer, de que la música ha vuelto a mí con más fuerza
que nunca. Río mirando al cielo azul mientras que en mi cabeza se
va formando una canción. Al principio empieza con el caos del nacimiento,
una infancia inocente. Luego se vuelve eufórica con el descubrimiento
de cuál será tu futura pasión, después va fluctuando arriba y abajo
mostrando todo lo que he hecho, repasando uno a uno todos los momentos
que me han marcado para siempre. Es la canción de mi vida y cuando
lo descubro paro de caminar, deleitándome con cada nota de mi nueva
composición…
El resto ya lo sabes.
Primero el coche, después la ambulancia y finalmente esto. Creo que
estoy en medio de un limbo, entre la vida y la muerte, incluso me
puedo figurar quién eres. Si quieres puedes llevarme contigo, mi deuda
con la vida ya la he cumplido. He hecho aquello para lo que nací,
he creado una canción para toda mi vida y estoy contento con esto.
¿Que si me molesta que la gente no vaya a escuchar jamás mi obra?
La verdad es que no porque todos llevan su música dentro de sí sean
músicos o no, sólo la han de descubrir igual que he hecho yo. Hoy
ha sido el día en que me he sentido completo, en que he notado que
estaba vivo de verdad. Por eso te dejo a ti la elección, marchémonos
o quedémonos. Escoge.
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GEMMA EDO es una joven autora
que reside en Barcelona.
WEB DE LA AUTORA:
http://cronicasdesdenotiempo.blogspot.com/
- IMAGEN CABECERA:
Musica clasicismo, By estemon (from Nuvola icon) [Public domain],
via Wikimedia Commons.
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