Un infiltrado en San Sebastián
por
Guillermo Ortiz López
La aritmética
puede con Delirious aunque
encumbra a Di Cillo
Si los críticos son gente extraña, los jurados lo son mucho más. Deciden que una película tiene el mejor guión y al mejor director, pero no la consideran la mejor de las exhibidas. Es más, ni siquiera la consideran la segunda mejor. Dijo Isabel Coixet que los miembros del Jurado no se ponían de acuerdo entre dos opciones y decidieron premiar las dos: Mon fils à moi y Half moon. De Delirious no dijo nada.
Y el problema no es que las dos ganadoras
ex–aequo no sean grandes películas, que lo son, aunque demasiado irregulares
y con finales, en ambos casos, dudosos, sino que Delirious, de Tom Di
Cillo, era la mejor con diferencia y merecía haber ganado.
Resurge así la polémica en torno a la regla por la
cual ninguna película puede llevarse más de dos premios en una misma edición.
Pasó hace tres años con Te doy mis ojos, que ganó mejor actor y mejor
actriz pero no se llevó el premio a mejor película. Entonces, se apeló a la
regla en cuestión y ahora podría volver a hacerse. Es ridículo. Quiero pensar
que el Jurado elige primero a la mejor película y luego reparte premios.
Pensar que Delirious se ha quedado sin Concha de Oro por una cuestión aritmética y burocrática sería una barbaridad, un desastre, una chapuza.
Dos buenas películas, con altos y bajos
Así que mejor pensar que, simplemente, el Jurado
pensó que Mon fils à moi, de Martial Fougeron y Half moon, de
Bahman Ghobadi eran las mejores películas, y punto. La actuación de Nathalie
Baye, ya destacada en anteriores crónicas y reconocida con la Concha de Plata a
la mejor actriz, hace mucho por el éxito de la película francesa. Es cierto que
la historia del maltrato psicológico de una madre sobre su hijo pequeño cae en
repeticiones y redundancias, pero, con todo, mantiene la tensión en el público.
De hecho, en un momento dado, cuando el resignado
padre decide intervenir pegándole una torta a su mujer para impedir que siga
atizándole al crío, todo el Kursaal se puso a aplaudir. Sin entrar en cuestiones
de corrección política, eso viene a demostrar que el público estaba metido en la
película y entregado.
En cuanto a Half moon, es difícil empezar
mejor una historia: pelea de gallos en el Kurdistán iraní con citas de
Kierkegaard de por medio, un viaje estrambótico de un músico con sus doce hijos
y una serie de diálogos realmente divertidos. Sin embargo, a partir de los
cuarenta minutos, la película se estanca, se agota, va envejeciendo como su
propio protagonista y fracasa en su intento de raptar al espectador con ataques
de lirismo.
Es la segunda Concha de Oro para Ghobadi, pero mucho menos merecida que en 2004, cuando sorprendió a todos con la divertida, ágil y a la vez cruel Turtles can fly, con el régimen de Saddam Hussein de fondo represor. El premio al mejor actor se lo llevó, sorprendentemente, Juan Diego, un excelente intérprete que no entraba en unas quinielas dominadas por Steve Buscemi —una vez más la aritmética— y Ed Harris, sublime en Copying Beethoven.
La penúltima genialidad de Lars Von Trier
Eso en lo que respecta al palmarés. En lo que
respecta al cine, los últimos días de San Sebastián dejaron poca cosa. La citada
Half moon, la decente Border post, la historia de un regimiento
yugoslavo en la frontera con Albania, en los ambiguos años entre la muerte del
Gran Hermano Tito y la descomposición del país y, sobre todo, la divertidísima
El jefe de todo esto, de Lars Von Trier.
Quede claro que a mí Von Trier tiende a aburrirme
con su gravedad y su falta de sentido del humor. Un buen ejemplo de hombre que
se quiere demasiado. En su paso a la comedia, sin embargo, lo borda. Es cierto
que cae en tonterías para llamar la atención como la Automavisión, complejo
mecanismo informático de encuadre de planos que soy incapaz de explicar y que
dudo mucho que nadie entienda para qué sirve si no es para demostrar el genio
indómito de su creador, y la manía de incluirse a él en determinados momentos de
la película, cortando el ritmo y explicándonos historias sin ninguna
importancia.
Quitando esos dos detalles, fruto de su ego, nos queda una película divertida, redonda, con un final realmente brillante y que demuestra todo el talento que tiene el director danés cuando no intenta ir de enfant terrible. Muy recomendable, y supongo que pronto en sus pantallas.
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GUILLERMO ORTIZ LÓPEZ
es
el
coordinador de la sección de cine
de Almiar. (Página web:
www.guilleortiz.com/)
🎥 Crónicas publicadas sobre el Festival: Festival de cine de San Sebastián 2006: Unas explicaciones necesarias ▫ Que se mueran los feos ▫ De David Hasselhoff a Oliver Stone pasando por Matt Dillon ▫ La aritmética puede con Delirious aunque encumbra a Di Cillo
- PÁGINA OFICIAL DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN (2007): www.sansebastianfestival.com/ 2006/es/portada.htm
💬 Artículo publicado en Revista Almiar, n.º 29, agosto-septiembre de 2006. Página reeditada en mayo de 2019.