Ocean´s Twelve:
pasados de rosca


por Guillermo Ortiz López


¿Recuerdan aquellas películas basadas en novelas de Agatha Christie? Los diez negritos, Orient Express... todas coincidían en sorprender al espectador con un giro de tuerca que no esperaban. Ante nosotros quedaban todas las pistas y toda la investigación y justo cuando habíamos decidido quién era el asesino, Poirot nos sorprendía con unas deducciones sacadas de ningún lado. Un elogio a la trampa.

Pues Ocean´s Twelve intenta hacer lo mismo con una diferencia: intenta hacerlo cada cinco minutos. La película es desesperante, porque nada de lo que aparece es verdad, y al rato Soderbergh nos lo explica con un flash-back. La técnica acaba siendo recurrente y aburre más de lo que entretiene, es un continuo pasarse de rosca buscando la sorpresa. La sorpresa, en el cine, en la literatura, en la vida, supone una alteración de lo previsible. Cuando uno no puede prever porque sabe que todo lo que está viendo tarde o temprano va a resultar falso, la posibilidad de la sorpresa desaparece.

Eso no sucedía en la primera entrega de la serie. Allí había giros inesperados, desde luego, pero dentro de una coherencia: un guapo bueno (George Clooney), un rico malo (Andy García) y una chica como botín (Julia Roberts)... y a partir de ahí se construía la historia con cómplices, planes, etc. Aquí ya no es así, aquí cada uno tiene su historia, su plan, todo se mezcla, no hay manera de saber quién está colaborando con quién y para qué. Por supuesto, esa es la esencia del género, pero cuando se multiplica cae en el absurdo.

No se pueden mantener dos horas de película en una constante revisión de lo que uno está viendo. Más aún cuando en muchos casos lo que se reconstruye es irrelevante para la historia o no tiene la menor importancia dentro de ella.

En realidad, Ocean´s Twelve es un divertimento. Pero no ya para el espectador, sino para los propios actores —no así para el director, Steven Soderbergh que ha declarado sentirse exhausto y contempla la retirada—. Se ha dicho que si todos los actores que aparecen en la película hubieran cobrado su sueldo habitual, ésta hubiera costado más que el producto interior bruto de varios países africanos. Posiblemente sea una exageración. El caso es que han cobrado bastante menos sólo por la ilusión de formar parte del proyecto, y a veces eso no beneficia al film.

No le beneficia porque se abusa de la broma privada. De repente aparece Bruce Willis interpretándose a sí mismo, luego se hacen chistes sobre una tal «Julia Roberts», se bromea sobre la edad de Danny Ocean, cuando está claro que la broma es un guiño al espectador para que piense cuantos años tiene de verdad George Clooney... (por cierto, oficialmente son 43). En definitiva, que los actores se pasan una parte de la película hablando de sí mismos, algo insólito.

Pero vayamos a la pregunta que se hace cualquiera que esté leyendo una crítica sobre Ocean´s Twelve: ¿se pasa un buen rato viéndola? Hasta cierto punto, sí, es decir, todas estas circunstancias no resultan especialmente molestas. En mi opinión se hace un poco larga y falta de tensión por las razones ya comentadas, pero sí, se puede ver. No es tan buena como la primera, porque no es tan sorprendente, y eso nos haría volver a liarnos en definiciones sobre lo que es una «sorpresa» en la ficción.

Si Ocean´s Eleven era una brillante película de suspense mezclada con puntos de acción y de comedia, esta continuación es más una parodia que otra cosa. ¿Una parodia entretenida? Eso descúbralo usted mismo estas Navidades.


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Guillermo Ortiz López
, coordina la sección de cine de Almiar
(Página web: http://www.guilleortiz.com/)





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