La Mitad de los Cristales,
de Adolfo Marchena y Luis Amézaga
por
Guillermo Arróniz López *
«Quiero hacer dibujos que golpeen a ciertas
personas» le decía en una carta Van Gogh a su hermano Theo. Tanto Luis
Amézaga como Adolfo Marchena se han unido en este libro para escribir
desde la misma premisa estética: el arte a puñetazos. La literatura filosa.
La prosa poética honesta y sin concesiones. Quien lea La Mitad de los
Cristales no saldrá indemne. Sirva esto de aviso al lector desprevenido.
Porque acabará golpeado. Porque cada uno de los 114 textos es un puñetazo.
Un puñetazo que, como querían los surrealistas, conmueve. Pero es esa
conmoción precisamente lo que ha de provocar la literatura. La buena literatura.
Y La Mitad de los Cristales lo consigue. Una rareza entre tanto
libro aséptico que se publica hoy en día. Libros que no huelen a nada.
Y un libro debe oler, a rosas o a mierda, pero oler. «Al principio fue
el asesinato, luego llegó el verbo. Dos escritores se sientan en la mesa
de un café, en Dortmund». Así comienza uno de los textos. Y aquí empieza
todo. En el Dortmund. Donde los escritores proyectan escribir el libro.
Y se conjuran. ¿Qué es La Mitad de los Cristales? ¿Un libro de
relatos? ¿De poemas en prosa? Me resisto a encapsular el libro en algún
género. Tanta manía que nos entra siempre con la clasificación y con el
orden. Porque, además, la buena literatura, la que conmueve, es inclasificable.
Es intergenérica. ¿Qué es La Mitad de los Cristales? Un buen libro.
Literatura de la buena. De la que huele y golpea. Cada relato es bello
en el sentido surrealista de convulsivo. Y la belleza será convulsiva
o no será. Porque soy de los que piensan que la literatura ha de hacer
eso, conmover, remover, incomodar. Todo menos dejar al lector indiferente.
Todo menos entretener, como si la literatura sólo sirviera para entretener.
Este título es un arma. Porque huye y busca un arma, y hace de esa arma
un libro. Y el que lo lea sentirá ese impacto en la conciencia, en la
cabeza, en el corazón o en el alma. O todo junto. No hay más que decir.
* Autor del libro Quién es Werther.
DOS TEXTOS DE
LA MITAD DE LOS CRISTALES
Medias
El escritor observa a través de la concavidad de las medias. Un bosque lejano en la ribera de la barra. La mujer que ojea una revista. Ruido en la esquina del tránsito. Las marionetas han dejado de bailar y beben cerveza caducada. El hueco que deja la tapa de la alcantarilla se torna entrada de un hormiguero. Las medias cubren los abismos, las piernas de seda de una mujer morena. El escritor desvía la mirada y se adentra en la jungla de su cabellera, pintura acrílica. En la distancia de los corceles enlutados. El negro de la noche y los vestidos de novias descontentas. Cualquier acercamiento a la conversación revela un trance. Mirar no deja de ser un gesto oneroso. El escritor regresa a las páginas y la mujer morena desaparece entre el cutis de las medias.
Parte de la misma tajada
Las líneas discontinuas de la
carretera nos leen el futuro. Somos tan frágiles que no guardamos una
copia de seguridad. ¿Me llamabas? Quién eres tú. Soy yo mamá. Mi hijo
era mucho más guapo y más alto y vestía con elegancia. Mira, llueve. No,
son lágrimas, mamá. Qué hago aquí. Estás en casa, conmigo. ¿Ya lo sé,
te crees que me he vuelto loca? Ven que te peine. Que me peine la niña.
En esta casa no hay niñas, ya no. Berta tiene cuarenta años y vive en
Valencia. Quién es Berta. Tu hija, mamá. Deje de llamarme mamá, impostor.
La mente da vueltas en busca de una pista fiable. Tortura es sufrir sin
saber quién sufre. No es posible la muerte digna cuando se deriva de la
vida autómata. Bebe, mamá. Me quieres envenenar. No digas bobadas. Un
rayo de sol y deja de prestar atención a las caricias. Allá que se van
sus ojos para perderse sin remedio. Los gatos son menos indiferentes a
lo humano. Pero también les gusta la luz que calienta. En qué soñará su
madre, piensa mientras tira el pañal sucio. Se está volviendo, a pesar
de las apariencias, en un ser amargado. Su madre está desaparecida en
un laberinto y él ha hipotecado una posibilidad de vida, la que fuera.
Dos por el precio de uno, murmura cuando acaban de dar las señales horarias
en la radio.
* * * *
ⓘ La mitad de los cristales
Diseño de portada: Espiga, de Ignacio Laguna · Editor: Bubok Publishing S.L. · Depósito legal: PM 846-2009 · ISBN: 978-84-9916-065-8
• Artículo publicado en el n.º 46 (mayo-junio de 2009) de la Revista Almiar.