
Retrato del artista adolescente, Joyce
por Alejandro Tobar
El nombre de Joyce se asocia primera e indefectiblemente, a lo largo y ancho del planeta, a su conocida novela Ulises. Esta obra suya puede encontrarse en cualquier idioma y en cualquier formato; tanto en chino como en inglés y ya sea compilada en dorados tomos de pastas duras como robles o bien en formato de edición de bolsillo. Pero hay otra obra suya también sobresaliente que no siempre se acerca al lector común, sí a aquellos que se interesen por leerla, sí también a los estudiantes de las diversas filologías, sí a los lectores asiduos, pero no a muchos otros fuera de estas tres categorías. Esta obra, Retrato del artista adolescente, originalmente publicada por fascículos, es uno de los grandes libros de la literatura en lengua inglesa, además de constituirse como un referente o un espejo de los nuevos escritores, de los jóvenes procesando ideas o de los meros amantes de la reflexión.
Este autor irlandés que tanto indagó y experimentó con el lenguaje y cuyo haber cuenta con otros títulos no menos reseñables como son Dublineses o La velada de Finnegan, critica en este retrato a la sociedad de la época, su Gobierno y su Iglesia —es muy recomendable hacer un par de relecturas al irónico fragmento que trata el discurso del párroco— desde una óptica descarnada, realista y, por si fuera poco, su maestría le lleva a crear momentos alegóricos mediante la inclusión de mitología (analícese por ejemplo el nombre del protagonista, Stephen Dedalus).
Recurriendo al monólogo interior expone una fabulosa evolución del personaje, su alter ego. El escritor dublinés ofrece en esta obra una perfecta autobiografía que bien debiera el lector al menos hojear antes de entrar a desentramar su gran obra, ya citada, Ulises.
Aunque a menudo pueda resultar espesa su lectura, ha de tenerse en cuenta que un libro suyo puede ser tan enriquecedor como para un antropólogo el estudio in situ de las cuevas de Altamira o para un portero de fútbol la colocación de un elástico colchón bajo las duras hierbas del área pequeña. Joyce merece por tanto, cuando menos, las cien páginas que un día pidió Umberto Eco para su detectivesca historia titulada El nombre de la rosa.
⭐ ⭐
alejandro_tobar [at] hotmail.com
👉🏻 Otros artículos de esta serie: Conociendo a Novoneyra: Un
poeta lluvioso |
Retrato del artista
adolescente, Joyce |
Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes
| Vanguardia desde Córdoba: Pablo García Casado
| Arturo Corcuera y el diluvio de animales
| Poeta-pintor e e cummings
| Sánchez Espeso, dibujante de Nueva York
| Niall Binns: poeta de sensaciones
Ilustración artículo:
James Joyce in 1915, By C. Ruf (Cornell Joyce Collection)
[Public domain], via Wikimedia Commons.
▫ Artículo publicado en Revista Almiar (2005). Reeditado por PmmC en septiembre de 2019.