Entrevista a la escritora Antonieta Madrid
por Juan Carlos Vásquez (*)
—P: ¿Cuál fue la razón determinante para que Antonieta Madrid se viese impulsada a escribir?
—AM: Creo que lo que me impulsó a escribir desde muy joven fueron varias razones, aunque ninguna fue determinante. En primer lugar, las lecturas con las que ya contaba: a los doce o trece años, me había leído Los Caminos de la Libertad (La edad de la razón, La muerte en el alma y El aplazamiento), de J. P. Sartre; los libros de Marguerite Duras y Nathalie Serraute; los escritores rusos: Tolstoy y Dostoievski, entre otros; los norteamericanos, Faulkner, Fitzgerald, Dos Pasos, etc., además de los españoles, desde Cervantes hasta los latinoamericanos y muchos otros escritores cuya lista se haría muy larga... En segundo lugar, mi carácter introvertido, crecer en una familia extendida y estar siempre rodeada de gente, contribuían a mi aislamiento voluntario y, por último, tener a mi alcance todos estos libros, gracias a la afición de mi padre y una tía paterna, por la lectura.
—¿Tienes alguna rutina? ¿Cuáles son las horas predilectas y sitios que revisten esa energía necesaria para desarrollar tus ideas?
—Siempre he tratado de mantener una rutina aunque no se trata de una disciplina estricta. Escribo cuando puedo y tengo una idea clara de lo que voy a escribir. En cuanto a las horas predilectas, prefiero las horas de la tarde y primeras horas de la noche, cuando puedo escribir en calma. Sobre el lugar para escribir, siempre he tenido un espacio reservado sólo para escribir, por lo general cerca de una ventana.
—¿Te identificas con algún personaje de tus novelas o cuentos?
—La identificación de cualquier autor con sus personajes resulta muy común. Aún cuando no se nos parezcan pienso que debe haber algunas coincidencias aunque los personajes pueden venir de la imaginación, o de la realidad que nos rodea.
—¿Qué es lo más complejo y lo más placentero de tu carrera de escritora y cuál ha sido la obra que más has disfrutado?
—Lo más complejo es la estructuración de cada obra sea cuento, novela o ensayo, géneros que he abordado con ciertos logros inesperados. En cuanto a lo más placentero es el puro placer de escribir sin plantearme expectativas de fama o dinero, me basta con escribir tratando de hacerlo lo mejor posible. En cuanto a la obra que más he disfrutado me atrevería a decir que la novela De raposas y de lobos, ambientada en un psiquiátrico y publicada por Alfaguara en 2001.
—¿A quiénes consideras tus maestros?
—Creo que de cada lectura queda algo que contribuye a formar un modelo propio, pero entre mis verdaderos maestros contaría a James Joyce (Ulises) y Julio Cortázar (Rayuela), para la novela y para el cuento, Faulkner y el mismo Cortázar.
—¿Crees en la inspiración, o manejas intelectualmente la obra?
—Creo en la inspiración y en la conveniencia del manejo intelectual de la obra. La inspiración te puede venir inesperadamente, sin aviso, te sorprende y allí se queda hasta que debes hacer algo con esa idea que ocupa tu mente y no te suelta hasta que pones manos a la obra y comienzas a ordenar tus ideas y a bosquejar la obra. Después, viene el trabajo intelectual, la estructura y en eso consiste el trabajo creativo, en cómo armar el rompecabezas porque a veces puede resultar más relevante el cómo lo dices (la forma) que lo que realmente pretendes comunicar (el contenido).
—¿Qué consideras que tiene más importancia en la escritura, el talento o el esfuerzo?
—Ambos porque el talento solo, sin el esfuerzo y la dedicación no funciona. Tampoco con el solo trabajo sin el talento no se lograría la obra propuesta. Yo me atrevo a decir que con un 40% de talento y un 60% de trabajo la escritura se daría satisfactoriamente.
—Usted es una escritora muy versátil. ¿Cómo fue el paso a los cuentos y novelas a partir de la síntesis que implica la poesía?
—Fue muy gradual: primero escribía poemas, o más bien, textos cortos, como un diario poético, publicado años más tarde en edición bilingüe, como Nomenclatura Cotidiana/Naming day by day (New York, 1970). Durante los sesenta escribía relatos que fueron publicados en diarios y revistas. Algunos de estos relatos fueron recogidos en un libro, Reliquias de trapo, editado por Monte Avila en 1972, luego de haber obtenido el Primer Premio del Concurso Interamericano de Cuento, con el relato Psicodelia, contenido en este volumen. Después vino mi primera novela, No es tiempo para rosas rojas.
—Cuéntanos el camino que siguió hasta la publicación de su primera novela, No es tiempo para rosas rojas.
—Una vez concluidos mis estudios universitarios en Caracas (UCV, 1968), cuando ya me encontraba en la Universidad de Iowa, con tiempo suficiente para escribir, comencé a hilvanar los textos sueltos que guardaba en varios cuadernos que había traído conmigo y descubrí, con sorpresa, que ya no se trataba de relatos sueltos, sino que tenía en mis manos una novela. A mi regreso en Caracas, después de haber vivido un tiempo en Nueva York, le di los últimos toques y la envié al Concurso, donde obtuvo el Primer Premio Municipal del Distrito Federal, en 1974. Publicada por Monte Avila en 1975, esta novela lleva varias ediciones y aún me sorprende el interés que ha despertado ante la crítica y sobre todo en diversas universidades nacionales y del exterior. También debo agregar que si la hubiera escrito ahora, sería otra novela y aunque he estado tentada a cambiar algunos detalles, me he abstenido de hacerlo y la he dejado como la primera vez.
—Hizo un postgrado en la Universidad de Iowa, trabajó en cargos diplomáticos por casi 30 años. ¿Cuál ha sido el, o los lugares que despertaron en mayor grado su sensibilidad, esos sitios que perdurarán en su memoria como una grandiosa fuente de inspiración?
—Son muchas las ciudades donde me sentí a gusto, de ahí que considero mi escritura como literatura urbana. Lo que más me fascina de vivir en la ciudad es la posibilidad de crear tu propio mundo dentro de la ciudad y sobre todo mantener el anonimato, ver la gente cuando lo deseas y cuando no, recluirte en tu propia burbuja. En todas las ciudades donde he vivido me he encontrado a gusto pero entre mis preferidas están Caracas, mi ciudad; además de Nueva York, París, Buenos Aires, Atenas y Varsovia, entre otras...
—¿Qué extrañaba de Venezuela?
—Extrañaba la familia, los amigos, todos mis afectos, además del clima, el paisaje cambiante, el cerro El Avila y el cielo más azul. Durante los años que viví en el exterior, traté de tomar lo mejor de cada lugar y disfrutarlo. Lo que nunca extrañé fue la comida. Creo que cada país tiene su propia cocina y debes disfrutarla. Igual disfruté, sin quejarme, los largos inviernos de Europa y Estados Unidos.
—Partiendo de su novela No es tiempo para rosas rojas en ese entonces transcurría la primera década de la democracia en Venezuela. Había caído el régimen dictatorial del General Marcos Pérez Jiménez. La novela refleja un proceso de cambio en las conductas, revela nuevas formas en la generación. ¿Qué separa o une aquella época con la actualidad venezolana?
—Evidentemente, la novela refleja nuevas formas de conducta humana propias de la nueva generación y de los grandes cambios, tecnológicos, culturales, artísticos y literarios habidos en el mundo durante la década de los sesenta y primera mitad de los setenta cuando se operó una verdadera ruptura con los cánones familiares, una profunda separación entre las costumbres de nuestros antepasados más inmediatos y las de nuestra propia generación, hasta la conformación de una nueva forma de pareja humana, producto a su vez de una visión más totalizante del mundo, propia de las nuevas generaciones. Entre aquella época y la actual resultan obvias las diferencias y habría que confiar en la juventud de hoy para lograr nuevos cambios.
—¿Qué tanto por ciento de sus historias están basadas en hechos o personajes reales, y cuántas son completamente ficticias?
—Pienso que en toda escritura, ficción y realidad forman un todo indisoluble. Toda ficción, aún la más atrevida, proviene o está basada en la realidad. Esto no quiere decir que se trate de autobiografía sino de un reordenamiento de la realidad, de una realidad paralela organizada por el autor quien al desdoblarse en sus diversos personajes logra, con su doble mirada de la realidad, construir un mundo hipotético que vendría a significar la ficción. Aunque ciertas historias resulten más ficticias que otras, todas, sin excepción, provienen de la realidad, sea ésta biográfica, libresca, inventada o simplemente imaginada.
—En De Raposas y de Lobos, los personajes se transfiguran, toman formas acordes a sus impulsos. Hay aspectos muy visuales, una exploración lingüística que, a medida de la lectura, nos va internando en los múltiples enfoques de unos personajes alterados. ¿Cómo fue el proceso de escritura de esa maravillosa obra? ¿Por qué escoge un psiquiátrico para ambientar parte de los sucesos?
—Ciertamente en esta novela se trata de una exploración lingüística, visual, imaginativa y sobre todo, psicológica. Recuerdo que comencé a escribir una suerte de diario titulado El cuaderno de Fulvia Fénix y a medida que avanzaba en el diario de Fulvia, comenzaron a surgir otros personajes como extraídos del sombrero de un mago y fueron lobos y raposas y seres extravagantes que actuaban libremente y yo sólo transcribía lo que ellos me iban dictando... Aunque nunca he estado, como paciente, en un psiquiátrico, sí he visitado a seres muy queridos, muy cercanos y gracias a estas esporádicas visitas he podido percibir el funcionamiento de estos centros y cómo algunos (lamentablemente, no todos), de los que allí han acudido han podido lograr el beneficio de la salud mental.
—¿Hasta dónde considera la escritura como un riesgo, teniendo en cuenta la delgada línea que divide lo real de lo imaginario?
—Existe ese riesgo y todo depende del grado de identificación del escritor (a) con sus personajes y las situaciones descritas. Se ha hablado de la escritura como catarsis, también de su carácter premonitorio de ciertos hechos en la vida de sus autores, pero creo que está en las manos del autor conducir sus propia escritura por los caminos deseados.
—¿Cuánto tiempo tarda en escribir una novela? ¿Y cuánto en su repaso? ¿Hasta que punto se debe estar alejado de una experiencia para reflejarla?
—Una novela se puede escribir en seis meses, en un año, en tres o diez años, pero el «repaso» es otra cosa que te puede llevar mucho tiempo y no tiene fin hasta que el libro sale de la imprenta y aún así, te queda la opción de corregir las pruebas de página de las reediciones. Para reflejar una experiencia, creo que mientras más tiempo transcurra, entre la experiencia y su escritura, más se va clarificando y transformando en material de escritura pero siempre habría que actuar con el debido distanciamiento intelectual para hacerla más literaria.
—En sus obras se vierte una admiración a la vida, pero a la vez hay una constante indagación y cuestionamiento de la misma que tiene que ver con la angustia y el vacío, ¿desde qué perspectiva se observa ahora?
—Paralelamente al gusto por la vida, marcha el cuestionamiento que a su vez genera angustia y vacío existencial. Es como un temor y a la vez un goce intrínsecos al acto de vivir y cuánto más vivimos, ese temor se afinca para liberarlo en la escritura, ayudado por el distanciamiento.
—Poesía, relato, novela, ¿Cuál ha sido el género con el que más se identifica?
—Me identifico plenamente con la novela como género abierto, de estructura variable, ligado al ludismo que permite la creación con total libertad, sin las limitaciones canónicas del cuento y la poesía...
—¿Hay un instante de más conexión interior en Antonieta Madrid, en qué circunstancias percibe ese más allá que se ve reflejado en tus textos?
—Al interiorizar las experiencias cotidianas, tal como se nos van presentando, sobre todo aquellas que se constituyen en hitos de la memoria, nos encontramos con que ese «más allá» está íntimamente conectado con un «más acá». Para mí, toda literatura es una mezcla de memoria e imaginación.
—¿Algún nuevo proyecto?
—Tengo varios proyectos dando vueltas en mi ordenador, tres de estos (una novela, un conjunto de relatos cortos y otro sobre la memoria de una escritura que recoge la historia de cada libro escrito) en trance de publicación. y otros proyectos a mitad de camino, como un diario de Nueva York, allá por los años setenta, que incluye un viaje entre Nueva York y California, siguiendo la ruta (On the road) de Jack Kerocuac.
—¿Qué encontrara el lector en su última obra?
—Cada uno de mis libros publicados hasta ahora, ha sido escrito como si fuera el último, pero en estos que están en proceso (Work-in-progress), pienso que se trata de variaciones de una línea de escritura que se extiende en el tiempo aunque siempre tratamos de apostar por algo nuevo.
—¿Hasta qué punto cree que interviene la crítica literaria que tiene su asiento en la prensa escrita sobre el éxito de un libro o un autor?
—Creo que la clave del éxito de una obra y de un autor (a) está en los lectores y en la pervivencia del interés de éstos por esa obra. También tenemos la crítica proveniente de los sectores universitarios, mucho más constructiva aunque menos eficaz en cuanto al «éxito» (fama y ventas) de un escritor se refiere. La fama, como un cuchillo de doble filo, halaga al escritor por un lado y por el otro, lo agrede. También está la autopromoción de algunos autores que a la larga sólo les genera ansiedad y frustración. Pienso que el escritor (a) no debe preocuparse por el éxito de su obra sino escribir, disfrutando de lo que está escribiendo sin preocuparse por el éxito editorial o económico.
—¿Qué libros de esta última década han llamado su atención? ¿Qué destacaría de la literatura actual, hoy que parece que tiende a abusarse en el uso y la repetición de ciertos clichés?
—Muchos son los nuevos autores que destacan actualmente y han llamado mi atención. Los he leído y hasta he presentado a algunos (as) en grupos de lectura y otros eventos. Se trata de una literatura urbana que me atrevería a catalogar como «Literatura del Caos» por cuanto estas obras reflejan el caos urbanístico, social y cultural que se vive en las grandes ciudades y la crisis mundial en todos sus aspectos, incluyendo el ecológico. Sobre esta escritura emergente, podríamos decir que estamos ante un nuevo boom literario, a pesar de las dificultades editoriales.
—Un lugar que no conozca al cual le gustaría ir.
—Me gustaría ir a Australia, uno de los países que nunca he visitado y me atrae. También deseo ir a Dublin, Irlanda y un cuatro de junio, Día de Leopoldo Bloom, pasear la ruta descrita por Joyce en el Ulises.
—¿Cuál consideras que es la mejor formación para un escritor en potencia?
—Siempre he creído en el papel beneficioso de los talleres literarios, por tratarse de espacios de confrontación de la propia escritura con la de otros talleristas. Además de los talleres estaría la lectura, porque lectura y escritura se nutren mutuamente y enriquecen la obra. Se especula que las innovaciones tecnológicas en el campo de las comunicaciones, acabará con el libro y el hábito de la lectura, pero no será así porque siempre habrá lectores y la literatura seguirá siendo un círculo de iniciados...
—¿Qué recomendación daría a los lectores de Herederos del Caos, que escriben y no han tenido el privilegio de ser publicados?
—A los queridos lectores de Herederos del Caos sólo les recomiendo que escriban confiados en que el momento de ser editados llegará y más ahora, con las nuevas posibilidades que los medios electrónicos ponen a la disposición de los escritores que comienzan. Aunque antes había mayores oportunidades editoriales, ahora, en el reino de la virtualidad, podemos estar seguros de que no habrá escritor que no logre hacer llegar a los lectores del mundo sus escritos... ¡Suerte a todos! Muchas gracias. Ha sido un placer responder a esta entrevista...
[*] Fundador de la Revista de Creación Los Herederos del Kaos. California, EE.UU.
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ANTONIETA MADRID (Valera, Venezuela, 1939). Magister en Literatura Latinoamericana Contemporánea, Universidad Simón Bolívar (USB, 1989); Licenciada en Educación, Universidad Central de Venezuela (UCV, 1968); Estudios de Doctorado en Ciencias Sociales (FACES/UCV). Invitada por The University of Iowa. School of Letters, como Escritora en residencia, recibió el Título de Honorary Fellow in Writing en 1970. Ha publicado: Nomenclatura cotidiana (Ed. bilingüe: Naming day by day), New York, 1971; Reliquias de trapo (relatos), Monte Avila, 1972; No es tiempo para rosas rojas (novela), Monte Avila, 1975, 1983, 1992 (varias ediciones). Desde 2004 en la Col. Biblioteca Básica de Autores Venezolanos; Feeling (relatos), CADAFE, 1983 y Caja Redonda, 1997; Lo bello/lo feo (ensayos), Academia de la Historia, 1983; La última de las islas (relatos), Monte Avila, 1988; Ojo de Pez (novela), Planeta, 1990 y Equinoccio (USB), 2006; Novela Nostra (ensayo) FUNDARTE, 1991; El duende que dicta (ensayos), Caja Redonda, 1998; De raposas y de lobos (novela), Alfaguara, 2001; Al Filo de la vida (relatos). Bid & Co. Editor, 2004. Ha obtenido el Premio Interamericano de Cuento (1971); Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (1974); Premio Único Bienal de Literatura José Rafael Pocaterra (1984); Premio Único de Ensayo FUNDARTE (1989); Finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1991), entre otros reconocimientos. Sus obras, traducidas a varios idiomas, forman parte de diversas antologías y son ampliamente estudiadas en las universidades nacionales y del exterior, dando origen a Tesis de Grado y Postgrado.
ADDENDA: Antonieta Madrid ha sido Profesora (Ag.) en la Escuela de Letras de la UCAB; en la Cátedra Andrés Bello, University of the West Indies (UWI), Cave Hill Campus, Barbados y Jefe del Taller de Narrativa del CELARG. Ha viajado extensamente por el mundo y ha desempeñado cargos diplomáticos en las embajadas de Venezuela en Argentina, Grecia, R.P. China, Polonia y Barbados; y en el Servicio Interno de la Cancillería, como Ministro Consejero.
Desde 1971, Antonieta Madrid ha publicado más de cuatrocientos artículos de crítica literaria y otros temas culturales, además de relatos, ensayos y fragmentos de novela en diarios y revistas nacionales y extranjeras. Entre 1982 y 1988, fue colaboradora regular de la Página de Opinión (Col. Vuelta de Hoja) del diario El Nacional, Venezuela.
ENLACES:
- Web de Antonieta
Madrid (http://www.antonietamadrid.com)
- Web de Juan
C. Vásquez (Herederos del Kaos): http://herederosdelkaos.com
(Las imágenes
de la autora en este artículo han sido cedidas por la misma para esta entrevista
y fueron captadas de la página web citada más arriba).
▫ Artículo publicado en el n.º 54 de la Revista Almiar, septiembre - octubre de 2010. Página reeditada en julio de 2019.